Existe un ruido de fondo que apunta a un enfriamiento acelerado de la economía. Es ahora la canción dominante; si me sumase a ella y me equivocase, no pasaría nada, porque sería una voz más en una verdad dominante. Un error colectivo. Y la verdad es que si nos quedamos con la parte más superficial del marco económico, esto es lo que veríamos. Pero hay más: veamos por qué. Los datos de consumo de los hogares muestran una caída permanente. Hace un año, el crecimiento trimestral era del 6,1 %; ahora mismo, en el tercer trimestre, es del 1 %.
La desaceleración parece evidente, ¿pero qué es el consumo y qué lo determina? Es el gasto de los hogares y se explica, esencialmente, por la certidumbre positiva y la mejora de las rentas familiares. ¿Cómo está evolucionando? Fíjense en este dato: los ocupados asalariados en el comercio, el transporte y la hostelería crecían un 2,3 % en el segundo trimestre, y en el tercero el un 3,8 % En estos sectores trabajan cerca de 6,5 millones de personas; lo que aquí pase, determina el mercado laboral. Y algo más, estas actividades son amables hacia el empleo femenino, y aquí es donde está la nueva frontera del empleo en España. Imposible crecer en ocupados si no mejoramos la empleabilidad de las mujeres. En España, la tasa de paro masculina está en el 10,26 %; muy cerca de la horquilla del 9 %-9,5 %, en donde, posiblemente, encontramos el pleno empleo. Le guste o no a Yolanda Díaz, es Nadia Calviño la que observa el problema en toda su complejidad. Una lectura laxa de las ayudas sociales promueve la economía sumergida y desincentiva la inserción en el mercado laboral. Dicho esto, la tasa de paro femenina es del 13,59 % y, por tanto, queda mucho trabajo por hacer, de aquí la importancia del crecimiento de los sectores proclives a la inserción laboral femenina, y estos siguen empleando. Observe que he hablado de pleno empleo masculino, y la realidad es que aún no lo hemos alcanzado, pero estamos cerca; lo que sí se puede afirmar es que han llegado a muchas actividades las tensiones laborales fruto de la escasez de talento.
Por tanto, si a la ecuación le metemos mejoras salariales por crecimiento profesional y mayor inserción laboral femenina, entonces podemos hablar de ventanas de esperanza o soportes de resistencia. Me dirá que la inversión empresarial está cayendo, y la verdad es que el dato del tercer trimestre es lo que indica, pero si eliminamos de la ecuación la inversión en vivienda, afectada por las subidas de tipos de interés, y nos centramos en la inversión en bienes de equipo, observamos lo contrario, crecimiento. No toda la clase empresarial observa ese enfriamiento, o no lo observa como una atmósfera permanente. Afirmaba hace dos semanas en un foro empresarial que se desarrolló en Vigo— y posteriormente en A Coruña— que más pronto que tarde veríamos bajadas de tipos.
El euríbor ya ha empezado a caer, y el martes, el Tesoro español vio cómo podía rebajar la remuneración de la deuda que emitía. Las causas de la inflación han empezado a diluirse, las cadenas de suministro están reconstituidas y los costes de logística han vuelto a los parámetros precovid. El precio del petróleo, en crecimiento este verano, empieza a situarse en los ochenta dólares, llegando, en noviembre, a ubicarse por debajo de ese suelo durante tres días. China no ha salido con rebote de su crisis sanitaria. El mercado asiático no está tensionando la demanda y los especuladores se están retirando a otros mercados. Si el mundo es capaz de vivir sin nuevas guerras, la economía, en el 2024, le sonreirá más de una vez.