El talento existe, pero emigra

MERCADOS

MABEL RODRÍGUEZ

Galicia ha ido disminuyendo en los últimos años su gasto en I+D+i., lo que incide en la capacidad de contratación y en un menor registro de patentes, justo lo contrario de lo que ocurre en el norte de Portugal, con un desempeño más exitoso

17 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Existen dos interpretaciones sobre la configuración de las realidades sociales. La primera es la defendida por el profesor Thomas Friedman que, en su libro La tierra es plana, argumenta que la sociedad mundial, por mor de una mayor globalización, tiende a la homogeneización y en donde los comportamientos humanos se van asemejando y uniformizándose, al ir disminuyendo las distinciones entre unos habitantes y otros. La segunda es la defendida por Richard Florida, de la Universidad de Toronto, que en sus trabajos revela la existencia de una sociedad con cimas y simas, en la que los elementos básicos para un análisis completo son los centros de investigación, las inversiones en I+D, las patentes y los especialistas. Dichas variables son, en consecuencia, más explicativas que los propios índices económicos, como el PIB o el propio PIB per cápita. Su concepción nos lleva a subrayar que el ránking de territorios más competitivos y desarrollados serían aquellos que combinen de manera más eficiente las tres tes: tecnología, tolerancia y talento.

Respecto al talento, lo podemos definir como aquella persona o personas con competencias y capacidades especiales. También, podríamos conceptuarlo como aquellas capacidades individuales para contribuir a la prosperidad de su local de trabajo y /o su territorio, en una sociedad en la que el conocimiento, la creatividad y la innovación son factores esenciales. Los empresarios, por su parte, suelen definirlo como aquellos individuos altamente cualificados, necesarios para el desarrollo de empresas o trabajadores con alta performance o gran potencial. No cabe duda, pues, que el talento es una condición natural, una cualidad inherente al individuo, que emerge sin gran esfuerzo aparente.

Los gobiernos locales y regionales buscan captar y retener talentos. Las apuestas por atraerlos se basan en que los talentos cualificados contribuyen a la creación de conocimiento y a estimular la capacidad de innovación; son responsables de una mayor aceleración de los ratios de crecimiento económico, promueven los centros de investigación aportando nuevas perspectivas y fomentan el emprendimiento empresarial.

Las palancas

En este sentido, tanto el conocimiento, la innovación y la creatividad resultan básicas a la hora de plantear las palancas de un dinamismo y posicionamiento económico; constituyendo los drivers de la productividad y del desarrollo. La opción política de no profundizar y de no apostar por tales factores refleja, de manera inmediata, síntomas de abandono, de marginación y de atraso, tanto en términos absolutos como relativos.

La mayoría de las investigaciones para medir los desafíos de las ciudades o de gobiernos de cara a atraer talentos se basan en el estudio y seguimiento de varios índices: la oferta de ocio y consumo; los salarios; los flujos de información y conocimientos; las oportunidades de movilidad profesional; las condiciones para el desarrollo de las startups y su posterior internacionalización; la cultura del emprendimiento. De esta forma, es preciso considerar tanto el talento que proviene de los científicos/investigadores como de los ubicados en la formación profesional. Y claro está, resulta necesario la existencia de una atmósfera territorial y un clima social que propicie, fomente y estimule dichas capacidades creativas y de desarrollo de ideas.

Si nos basamos en los datos de Galicia hemos de inventariar dos flujos de datos. Los primeros, hacen referencia a los inputs; esto es, al montante y distribución del gasto en I+D+i y al número de especialistas disponibles. Los segundos, hacen mención a los outputs; esto es, a los registros y solicitudes de patentes.

Galicia ha ido disminuyendo en los últimos años su gasto en I+D+i. En el año 2020, el porcentaje sobre el PIB ha descendido hasta situarse en el entorno del 1 %, la cifra más baja del último quinquenio y también inferior al promedio español (1,4 % del PIB). Es lógico pensar que a menor gasto se produce una menor contratación de personas, y por tanto, una renuncia a captar y a retener talento. Estudios recientes, como el del profesor Alberto Vaquero para el Foro Económico de Galicia, como otro menos próximo en el tiempo, del que soy coautor, constatan que Galicia exporta licenciados y personas cualificadas, lo que significa la evidencia de un drenaje de recursos y una fuga de cerebros.

La consecuencia de una menor inversión pone de manifiesto la dificultad de registrar patentes y que las empresas gallegas las puedan solicitar. En los últimos años, se aprecia una notable reducción de nuestras aportaciones innovadoras y creativas. Saolo 60 patentes en el año 2020, cundo en 2015 se registraron 167. Esto quiere decir que nuestro aparato productivo y el tejido empresarial mantiene su tónica de producción de bienes y prestación de servicios de bajo contenido tecnológico. Y ello supone incrementar nuestra dependencia innovadora y tecnológica, aumentar el pago de royalties a suministradores extranjeros (de ahí el saldo comercial negativo) y la asunción de un retardo temporal a la hora de la incorporación innovadora y de los desarrollos tecnológicos. O sea, una decisión política no acertada conlleva efectos negativos de gran magnitud. El talento existe, pero emigra.

El entorno

La segunda cuestión es si disponemos de una buena estructura organizativa capaz de movilizar, aunar y retener el talento. Un reciente trabajo, publicado por el Eixo Atlántico, toma en consideración los centros e instituciones existentes en Galicia y en el Norte de Portugal. Las conclusiones son esclarecedoras. En primer lugar, las actuaciones de las ciudades del país vecino son más exitosas en lo tocante a la retención y captación de talento (casos de Braga o Viana do Castelo, por ejemplo, respecto a la ciudad de A Coruña, por citar un supuesto). En segundo lugar, las Universidades de Porto, do Minho y de Tras-Os-Montes registran más patentes que las tres gallegas. Y en tercer lugar, los gastos en I+D+i efectuados en el Norte de Portugal son más elevados que los registrados en Galicia. Conclusión: existe una clara diferencia estratégica.

Repasando la oferta institucional, la región Norte de Portugal establece con mayor claridad lo que son las Unidades de Investigación (centros, institutos, laboratorios, polos) de los Centros de Competencias. En Galicia se apuesta, preferentemente, por spinoffs (pequeñas empresas con tamaño menor de 5 trabajadores y con índices de supervivencia empresarial muy reducido) y una amplia panoplia de consorcios-plataformas dependientes, en su mayoría, de apoyo institucional. Tales circunstancias hacen muy volátiles la permanencia y la estabilidad de las opciones de desarrollar el talento y, en consecuencia, no nos puede extrañar un estancamiento de las capacidades de atracción de profesionales.

Cabe, pues, con motivo de las últimas eventualidades acontecidas en estos dos últimos años, marcados por el covid, replantear horizontes de atención y de apoyo de cara a lograr espacios de integración más amplios. Es decir, coaliciones entre regiones no pertenecientes a un mismo país, pero sí vecinas, y que comparten una misma renta de posición.

Fernando González Laxe. Catedrático de Economía Aplicada. Universidade da Coruña