El impacto del nuevo paradigma

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El libro «Xi Jinping: la gobernanza de China».
El libro «Xi Jinping: la gobernanza de China». TYRONE SIU | rEUTERS

17 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El empresario no es más que una persona que, en la oscuridad de la noche, va caminando con una linterna que le alumbra los pies. Su meta es no caerse, y cuando la claridad de la luna se lo permite, acelera un poco el paso. ¿Cómo es el paisaje que le rodea? Lo ignora. Acaso, se lo imagina. Pero sabe que con imaginaciones no se construyen empresas. Por eso, nunca renunciará a su paso meditado bajo la luz que le alumbra.

A pesar de ello, en determinados momentos, es consciente de que todo cambia. El suelo altera su textura. Los árboles mutan de tal modo que las ramas que antes le protegían de la lluvia ahora tropiezan contra su cuerpo. Donde antes hacía frio, ahora hace calor, y viceversa. Se enfrenta a un nuevo paradigma productivo. Ante esto, ¿qué desea? Tener un cuerpo ligero. Las alforjas pesadas, el sobrepeso, solo le hace más lento y torpe.

El mundo, y Galicia con él, ya ha empezado a vivir bajo unas nuevas reglas de juego. La transición ecológica y digital. La sostenibilidad es la nueva emperatriz del sistema. La verdad, que nunca la habremos tenido más hermosa. China, que ha reducido sus ratios de emisiones en relación con el PIB en un 22 %, y Estados Unidos, que lo ha hecho en un 14 %, se han unido a la nueva verdad mundial, el planeta no es capaz de asumir nuevas agresiones.

El primer impacto del nuevo paradigma es la electrificación de la economía, esencialmente del parque de vehículos. Y quiero resaltar lo de primer impacto. Alguno me dará la razón. Otros pensarán que estoy exagerando, muy pocos sabrán que hace un par de décadas, Wan Gang, ministro de Ciencia y Tecnología de China, convenció a su Consejo de Estado para hacer una apuesta firme por esta tecnología. A su juicio, llegaban tarde al motor de combustión, pero podrían adelantarse en el eléctrico. En el 2008, Pekín ya tenía flota de vehículos eléctricos. Hoy, tienen 300 fabricantes de coches eléctricos. Esto nos lleva a una segunda máxima. China ha dejado de ser un país fábrica. Ahora, produce para ella misma. Dado que es el líder político y militar del este de Asia, debemos dar por sentado que, más pronto que tarde, debemos redefinir la globalización. Lo de que ellos producen y nosotros consumimos tiene los días contados. Ellos producen y ellos consumen.

Lo anterior tampoco debe ser observado como un canto a la autarquía, pero sí como una llamada de atención para que redefinamos los espacios territoriales. Y aquí, a mi juicio, el Mediterráneo, como hace dos mil años, cobra una especial importancia. Construiremos nuevos bloques geoestratégicos.

Y nosotros, los gallegos, ¿qué debemos hacer? Primero, cumplir las condiciones necesarias, que son poner en valor todos nuestros recursos, incluidos los mineros. Por ello, no se puede más que aplaudir a la Xunta de Galicia por traer a Galicia una fábrica de viscosa. Nos instala en el futuro. Si además se ubica en A Mariña lucense, entonces también gestiona el presente. Imagínese, ahora, que fuéramos capaces de crear metal de cobre, ¿Qué pensaría la industrial mundial del automóvil?

Lo segundo es aligerar el peso de las alforjas de los empresarios. Esencialmente en todo aquello que atañe a la gestión de talento. Sin personas no podemos gestionar empresas y mucho menos ponerlas en marcha o expandirlas. Ya tenemos, en numerosas profesiones, cuellos de botella. Y estas ineficiencias son tiros en el pie. Si hoy, en España, nos faltan trabajadores cualificados, es porque desde las Administraciones públicas han trabajado, y duro, para que esto fuera así.