El propósito

MERCADOS

PACO RODRÍGUEZ

27 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Camina, levanta la mirada y, cuando veas que la meta está más cerca, sentirás la felicidad. La perderás al volver a bajarla y recordar que debes seguir andando. No te preocupes, cada vez que pares a descansar y vuelvas a sentir que sigues aproximándote a ella, la recuperarás. Es el camino sencillo de la vida. El que le explicaba Aristóteles a Alejandro Magno y que, después, reflejó en sus Éticas. Solo tiene una pequeña dificultad, saber cuál es la meta, el propósito ¿Conoce Galicia la suya? ¿Sabe cuál es su propósito? ¿Puede desear lo que se ignora? ¿Y quién marca los propósitos? Han de nacer en el seno de la sociedad/mercado y proyectarse sobre toda aquella organización que desea aportar valor a sus clientes, a sus ciudadanos, a sus accionistas.

En Galicia, y podría extrapolarlo a buena parte de España, el alpha se ha convertido en omega. Lo último es lo primero y lo primero lo último. Los propósitos se gestan en la Administración y, desde ahí, se proyectan sobre los ciudadanos. Alguien le dice lo que debe estudiar, lo que debe adquirir, el trabajo que le ha de hacer feliz, cómo debe vivir. Le dicen quiénes son los buenos y quiénes son los malos y, si no encaja, le recuerdan que el pensamiento que emana de lo público está por encima de lo privado. Si aun así sigue sin entender, le recuerdan quién es Dios en la tierra. El psiquiatra, eso sí, lo paga usted. Se impone un discurso simplemente porque no existe otro. Se gana por incomparecencia del contrario.

Las naciones, en la medida en que son una agregación de nosotros mismos, no buscan alterar su destino salvo que este le conduzca inexorablemente al fracaso. Por ello, siendo cierto que las crisis acarrean destrucción, también traen oportunidad. Israel, anclada hasta los ochenta en una economía de corte muy similar a la nuestra, entró en crisis después de la guerra del Yom Kippur. Para salir, siguiendo la ortodoxia económica imperante, se enmarcó en una espiral de gasto público, entrando en un bucle de destrucción de tejido económico, del cual solo salió al abrazar un nuevo paradigma, la adoración al conocimiento, a la iniciativa privada y a lo intangible. Ellos eran mucho más que una periferia, eran un espacio acotado por escenarios de guerra. En treinta años fueron capaces de cambiar su posición en el mundo ¿Y nosotros? Tenemos exactamente la misma ¿En qué reside la diferencia? En el propósito. Israel lo cambió; Galicia, no. Aquí, el gobernante, tanto sea presidente como alcalde, solo tiene una meta: que la Administración funcione y que en el ejercicio de su actividad no pierda un ápice de poder.

Quizás, por ello, hay que aplaudir hasta la extenuación la lucha en la que se han embarcado Valeriano Martínez, conselleiro de Facenda, y Francisco Conde, vicepresidente Económico, por reducir la burocracia autonómica. Pugna que tiene como resultado la redacción de la ley de simplificación administrativa. Presidente Feijoo, este es el camino. Atentos a la ejecución.

Lo que no es camino es que otras, tan demandadas y deseadas por la sociedad empresarial, como la de recuperación y puesta en valor de la tierra agraria, de José González, salgan a la luz sin enviar el último borrador a las principales organizaciones sectoriales. Un mismo gobierno, dos ejemplos, dos actitudes. Lo dicho. Si hay sociedad, hay propósito y el gobierno, en lógica, intenta alcanzarlo. Cuando no la hay, otro lo crea, te lo vende, y después, si hay suerte, lo ejecuta, o lo que es peor, te convence de que lo ha ejecutado.