Apoteosis de Hal

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA DE LA UNIVERSIDADE DE VIGO

MERCADOS

03 mar 2019 . Actualizado a las 05:15 h.

Cuando hace veinte o treinta años veíamos 2001: Una odisea del espacio no imaginábamos que su gran protagonista, el robot Hal 9000, y sus afanes de tomar el control de la nave, llegarían a levantarse como imágenes icónicas de nuestra realidad. Eso es exactamente lo que está pasando. Tras la gran revolución tecnológica de las últimas décadas, la inteligencia artificial parece encaminarse a tener un papel fundamental ?si no lo tiene ya? en múltiples aspectos de la vida social. Vivimos en un mundo que va a otra velocidad, cada vez más acelerado, de un modo tal que solo el algoritmo parece ser capaz de gestionar un creciente número de asuntos. Y es en la economía y sus fuertes procesos de transformación en marcha donde esa dinámica de cambio se hace más visible.

Si hay un sector del que se puede decir que ya está plenamente integrado en esa dinámica de cambio es el de las finanzas. Todo el ecosistema de movimientos internacionales de capital está ahora mismo presidido por la idea de ultravelocidad; los capitales fluyen por todo el mundo tomando decisiones de invertir ?o desinvertir? en todo tipo de activos, en toda clase de divisas, y lo hacen en fracciones de segundo. Piénsese que hoy un operador radicado en Londres puede adquirir acciones en la bolsa de Fráncfort en apenas 2,21 milisegundos (es decir, casi la velocidad de la luz). No solo es cuestión de acertar, sino también de hacerlo más rápido que los competidores: ese es el secreto de la ganancia. Si llegas tarde, eres un perdedor. Pues bien, en esa dinámica complejísima, es inevitable que los automatismos de la máquina (el algoritmo) acaben siendo los entes de decisión por excelencia. No es raro que en las salas de mandos de las grandes entidades financieras de hoy, como los bancos de inversión, se sienten, más que economistas, matemáticos, físicos e ingenieros. Por mencionar otra película, en Margin Call se muestra muy bien ese mundo.

No hablamos de sectores marginales de los mercados: a través de los sistemas de contratación llamados de alta frecuencia se resuelven hoy más de la mitad de las operaciones bursátiles en Estados Unidos (en Europa, un 38 %). Si pensamos que las finanzas son, a su vez, el sector económico decisivo en el capitalismo actual, nos podemos hacer una idea de lo que todo esto supone para las perspectivas de la economía mundial. Los posibles efectos son muchos y diversos, pero interesa quedarse con uno: las ingentes dudas y la aprensión que provoca la eventualidad de una pérdida de control. De hecho, en las bolsas mundiales se han registrado ya en los últimos años muchos episodios de flash crash, es decir, hundimientos súbitos y a veces profundos de los valores, con una recuperación también inmediata, en cuestión de minutos. Sobre estos episodios se han hecho ya notables estudios, y la principal conclusión que cabe extraer es que… no se sabe exactamente por qué ocurrieron. Sería pues irresponsable descartar la posibilidad de un accidente. Es una situación que recuerda aquellas palabras del piloto de Fórmula 1 Mario Andretti: «Si todo parece bajo control, entonces es que no vas demasiado rápido».