Donde se forma la élite de Galicia

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

SANDRA ALONSO

Medicina tiene el mayor número de expedientes excelentes de la comunidad; el mir es obligatorio si se quiere ejercer en clínica

16 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la carrera de mayor nivel y éxito de Galicia. Sin ningún pero. En Medicina entran cada año 360 alumnos y el último lo hace con una nota de vértigo, 12,388 este año. Por eso su tasa de rendimiento (créditos aprobados del total de matriculados) es impactante, del 89 %. Y es que solo 2,3 % deja la carrera el primer año (en general ronda el 20 %). Pasada esta primera minidepuración, el resto termina y lo hace en un tiempo récord, a curso por año. Estas son las buenas noticias, porque en Medicina también hay algunas malas, dos en concreto: la primera, que la carrera no profesionaliza, no permite ejercer como médico; la segunda, que para eso hay que aprobar el mir.

El decano de la facultad santiaguesa, Julián Álvarez, recalca estos dos hechos para que la gente no se llame a engaño: no solo hay que tener un expediente brillante para entrar, y trabajar muchísimo para sacar una carrera difícil con muchas prácticas; también hay que pasar la criba del mir, que deja fuera de juego cada año a más de mil titulados en España. Es un maratón, no un sprint.

¿Cómo está la USC en este punto, en el mir? ¿Aprueban muchos graduados gallegos? De la USC eran el 2.º y 4.º en el examen de este año, pero lo cierto es que no se sabe exactamente cuál es su posición, y Julián Álvarez apunta el motivo: «¿Qué tenemos que valorar, cuántos alumnos de la USC hay en los cien primeros puestos? ¿O cuántos sacan el mir? Porque yo no sé si querría estudiar en una facultad donde todos aprueban el mir en los puestos 5.500-6.000». Lo que dice el doctor Álvarez es lógico, ya que para elegir especialidad no solo hay que aprobar, hay que sacar una buena posición. Por eso es muy común que estudiantes con el mir rechacen la plaza y se presenten otra vez para mejorar y poder obtener la especialidad deseada.

La leyenda dice que para aprobar una asignatura de Medicina hay que sacar al menos un siete. Álvarez lo matiza: «En los exámenes test se pueden penalizar los errores. Si yo no los penalizo pero exijo que sepan el 70 % de los contenidos de la materia es como si exigiese un 50 % con penalizaciones».

No son doctores

Por si estas expectativas de esfuerzo no fuesen suficientes, Julián Álvarez recalca que aunque a los médicos se les reconoce como «doctores», tampoco lo son si no hacen el doctorado. El doctorado, puntualiza, supone «10.000 horas de trabajo y estudio», y si no se hace «al terminar el mir, después es muy difícil». Así las cosas, quien desee estudiar Medicina tiene que saber que el acceso es muy difícil, la carrera dura, la entrada en la especialización deseada casi imposible (se compite con alumnos de primerísimo nivel) y el doctorado, casi obligatorio para hacer una carrera académica o profesional de cierta importancia.

¿Cómo es posible que con todo esto en contra, Medicina sea la carrera más apetecible de Galicia? Porque, y eso no lo duda Álvarez, es una profesión apasionante, de la que sus miembros siempre están orgullosos -no hay más que ver las placas conmemorativas que salpican la facultad hechas por promociones de médicos cuando cumplen sus bodas de plata o aniversarios redondos- y que reporta estatus económico y social, además de la satisfacción impagable de ayudar a los congéneres.

Además, apenas tiene paro (el 85 % trabaja a los tres años de terminar) y aunque no está entre las cinco que más dinero genera, el salario de un graduado de tres años es de unos 30.500 euros brutos al año.

A tres meses de los 370 años de historia

El 3 de diciembre próximo se cumplen 370 años de los estudios de Medicina en Santiago. Fue tal día como ese del año 1648 cuando la universidad compostelana sumó la ciencia de la curación a la espiritual, la lingüística y la artística; Medicina entró en la universidad junto a otra de las titulaciones imprescindibles: Derecho.

No es una historia lineal y sencilla la de esta carrera, con tiras y aflojas con Cirugía hasta bien entrado el siglo XIX. En el convulso momento que vivía la España postnapoleónica, Santiago incluso se quedó sin facultad, y recuperar los estudios supuso un enorme esfuerzo. Con las aguas más calmadas, en 1860 se fue a lo que es hoy la Biblioteca General, el Pazo de Fonseca, y que todo el mundo conoce como la Universidad. Allí compartían aulas los alumnos de Medicina y los de Farmacia.

Pero con el auge científico propio del siglo XIX, las exigencias de espacio dejaron claro que aquella elegante y renacentista opción no era operativa. Por eso, a pocos metros de allí comenzó la construcción en 1910 de la nueva facultad, que sigue siéndolo hoy. Un magnífico edificio hecho a pocos metros del hospital de referencia que era entonces el Hostal dos Reis Católicos. Los avatares de la historia española, con la Primera Guerra Mundial de por medio y las profundas crisis sociales, alargaron la magna obra muchos años, 18 exactamente, hasta que se pudo inaugurar. Era un edificio para durar y tenía tanta importancia que se decidió hacer el hospital general a sus espaldas. Hoy, casi cien años después, las instalaciones son tan hermosas como confusas, la biblioteca quita el sueño a los decanos, y profesores y alumnos miran con los ojos entornados hacia el futuro, cuando se construya una nueva facultad en el Campus Vida adaptada a las exigencias del siglo XXI.

Como en Medicina las cosas se hacen siempre con estilo, para comenzar a despedirse de la facultad, el anterior responsable, Juan Gestal, recuperó el libro de firmas de la escuela, que no es más que un recorrido por la historia de Galicia; y estrenó un documental, O tempo de Galeno, que próximamente emitirá TVG sobre el evocador edificio que ahora vive sus últimos años escolares.