«Para nosotros, todo son problemas y exigencias»

Rosa Estévez
R. Estévez REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

ROI FERNÁNDEZ

20 ago 2017 . Actualizado a las 04:51 h.

Emilio estudió Informática. Con su título bajo el brazo, encontró trabajo en una empresa de Monforte. Hace unos años, la inestabilidad laboral y los recortes salariales llamaron a la puerta de esa firma. Él, dice, era una persona valorada después de veinte años dando el do de pecho, y «tenía el trabajo asegurado» a pesar de la tormenta. Pero aquello no era lo suyo. «Recibí una pequeña herencia, eché cuentas, y decidí intentar vivir de la fotografía», relata. La apuesta era arriesgada -¿quién deja un trabajo en plena crisis?-. Pero cuatro años después, Emilio Romanos asegura que valió la pena dar aquel salto sin red. Se dedica a la fotografía de eventos sociales y ceremonias. «Aposté por la calidad, me formé y me sigo formando para eso, para hacer un trabajo diferente a lo que hay por ahí, fuera de lo habitual, y ha resultado muy bien... Y eso que mis tarifas no son baratas», señala.

En su negocio, él lo hace todo. Él se entrevista con los posibles clientes, hace presupuestos, dispara cientos de fotos en largas sesiones; selecciona, de entre los cientos de instantáneas, las mejores. Las edita, las ordena para dar forma a álbumes y libros... Todo eso, evidentemente, le consume largas horas de trabajo. «Normalmente, desde las ocho de la mañana a las diez de la noche, con una parada para comer, claro», relata este infatigable autónomo. Si todo el tiempo fuese para eso, para hacer lo que le gusta, la cosa sería más llevadera. Pero es que, además de hacer las tareas de un buen fotógrafo, a Emilio le toca lidiar con todos esos otros asuntos que traen de cabeza a las empresas. «Lo llevo todo, la contabilidad, el papeleo... Todo». Y él, como casi todos los autónomos del país, sabe que todo es mucho. Demasiado. «Para empresas como la mía todo son problemas y exigencias», dice. «En la empresa que trabajaba antes, que factura millones de euros al año, creo que hicieron cuarenta inspecciones en veinte años que yo estuve allí. Ahora, desde que tengo la mía, cada vez que presento la declaración de la Renta me lo revisan absolutamente todo varias veces y me piden papeles de todas las clases. Me hacen perder un montón de tiempo», cuenta Romanos. Y el tiempo, para alguien que gestiona de cabo a rabo su propia empresa, es algo casi más valioso que el oro.

Emilio lleva años sin cogerse vacaciones. «Mis vacaciones son los tres días del Resurrection Fest; esos no los perdono», dice.