«Queremos que nos coiden»

Mila Méndez Otero
MILA MÉNDEZ REDACCIÓN / LA VOZ

EL MAYOR PROBLEMA DE GALICIA

Vítor Mejuto / Mila Méndez

Vecinos de Rianxo llevan siete meses atrincherados en el Concello. Quieren un centro de día que los cuide

13 feb 2018 . Actualizado a las 11:52 h.

La mesa está cubierta por un hule. Hay cajas de pastillas, galletas, agujas de calceta y crucigramas. En la pared vigila Castelao. La escena podría ser la de una salita en una tarde cualquiera. Sin embargo, la situación se da en un salón de plenos. En Rianxo, con gobierno del BNG, las vecinas han tomado el consistorio. «Somos mulleres as que estamos sostendo o 90 % da protesta», destaca una. En total son unas cien. Llevan siete meses, 218 días, acampando de forma ininterrumpida en el Ayuntamiento. «Queremos que nos coiden cando nós non poidamos facelo», justifican. El motivo de su encierro tiene nombre: centro de día. A diferencia de otras localidades próximas menos pobladas, como Lousame, Rianxo carece de uno. La localidad arousana tiene cerca de 12.000 habitantes de los cuales unos 3.000 superan los 60 años.

Un ejército de mujeres con una edad que va de los 60 a los 87 años hace las guardias. Tienen todo organizado: los turnos de la mañana, de la tarde y de la noche. Tienen dos colchones dispuestos en el suelo. «Achéguensenos!», dice categórica con un característico seseo Leonor. Tiene 69 años y le ha tocado hacer la última tanda de noche. «Non é unha broma durmir no chan, estamos a facer un sacrificio moi grande». Todas están, en mayor o menor medida, medicadas. Suben y bajan religiosamente los 62 escalones que llevan a la sala. Han ido tres veces al Parlamento de Galicia, escuchado un pleno municipal por primera vez en su vida, no desalojan ni cuando hay sesión de debate, y también han pasado las fiestas de Navidad y de la Guadalupe fuera de casa. Desde el 13 de julio no cejan en su empeño. «Estou moi sorprendida da forza que estamos a ter. Somos o encerro máis longo de España», destaca Cheché, una de las más jóvenes. Es la portavoz del grupo. «Os nosos maiores van coma paquetes ata Dodro -el centro de día más próximo-. Fan unha ruta dunha hora e media de ida e outro tanto para a volta. Cando veñen están mareados, moitos vomitan. Traballamos toda a vida para isto?».

Carlota Rial, de 71 años, quedó viuda y no tiene hijos. Aunque ahora está perfecta, no puede evitar pensar en qué pasará con ella cuando las fuerzas falten. «Vivo soa, non quero depender de ninguén nin darlles traballo aos sobriños». Juana, que le reza a la virgen de Guadalupe, que luce siempre en su colgante, asiente: «Queremos que nos coiden e non molestar moito aos fillos. Os meus están en Holanda». Tiene 80 años, al igual que Encarna: «Isto é para eles, para quitarlles ese traballo a eles». Nuco Losada, un conocido artista local de la zona, no puede evitar el enfado: «Eu non veño a dar mágoa, veño a loitar».

Otra de las más veteranas es Rosa Vicente Alcalde: «Vai facer un ano que me operaron dun tumor no pulmón e aquí estou. Dá igual que se acabe o 2018: seguiremos aquí no 2019 se non hai centro».

«A poboación envellece. A que esperan? Isto é tan necesario coma una escola ou gardería»

Por ahora, no hay nada cerrado. «O Concello e a Deputación estamos dispostos a sufragar a obra, pero necesitamos que a Xunta oferte logo prazas públicas», dice Adolfo Muíños, el alcalde, que se acerca un momento a saludarlas. «Nunha ocasión un político díxonos: 'No vamos a tener un centro de día en cada pueblo'. Por favor, é como se che din que non podes ter unha escola ou unha gardería. Sabemos que a poboación envellece. A que esperan?», lamenta Cheché, que añade: «Botamos en falta o relevo xeracional. Uns van ao botellón, outros ao fútbol, pero ningún mozo vén aquí. O noso tempo, o que estamos invertendo aquí, é para todos». Aprovechando un momento de silencio, Ángela Silva se acerca para explicarse. Está preocupada. «Non se poñen no sitio dos vellos. Logo de 37 anos traballando un día espertei e era maior. Pasoume a vida sen sentila. É unha pena ser vello. Sénteste impotente, coma se estorbases». Tiene 81 años. Cheché quiere enviar un último mensaje: «En todaa as festas, nos partidos, cantan A rianxeira, pero ninguén se preocupa polas rianxeiras. A rianxeira avellentou, minguou, pero aínda ten folgos para loitar».

La iniciativa privada y la social suplen la ausencia de centros de día autonómicos en los concellos

M. M.

En los noventa comenzó a implantarse un nuevo modelo: los centros de día. La ley de dependencia del 2006 los relanzó. En Galicia hay 59 de titularidad autonómica, y otros 12 especializados en alzhéimer. Con 313 ayuntamientos, las iniciativas privadas, sociales y municipales intentan cubrir los huecos. Son otros 221 centros que aportan 7.753 plazas. Las libranzas son ayudas que pueden solicitar los dependientes para sufragar una de ellas. «El precio oscila entre 550 y 650 euros», dice el gerontólogo José Carlos Millán Calenti. Dirige el centro de día privado La Milagrosa, abierto en el 2001 en A Coruña. En los autonómicos las tasas pueden ir de 50 a 450 euros. Depende de la renta, el patrimonio y el grado de dependencia. «Empezamos con lista de espera y ahora hay plazas libres. El futuro es la evolución a un modelo terapéutico, rehabilitador», añade Millán. Hoy, en A Coruña hay 18, uno municipal. También lo es el de Sanxenxo. «Es indispensable, supuso un paso de gigante para usuarios y familias», asegura la edila de Servicios Sociales, Silvia Freire. El de la Cruz Roja en A Coruña fue en 1994 el primero de Galicia. «Favorecen la autonomía de las personas y su permanencia en su entorno habitual», subraya Anabel Vidal, su directora de Intervención Social.