El día en que Vilalba se renovó

carlos garcía fraga

VILALBA

ARCHIVO IESCHA

El Parador se inauguró sin haberse expropiado casas cercanas para dotarlo de un amplio jardín alrededor

19 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasaron 50 años, y parece que fue ayer cuando la vetusta torre del homenaje de la casa de los Andrade se convirtió en el más pequeño de los paradores de nuestro país. Aconteció el 25 de julio del año 1967, no sin antes pasar por un sinfín de vicisitudes que lograron conservar en pie la preciada joya vilalbesa. En el mes de enero del año 1897, su propietario, el duque de Alba y Berwick, vende las murallas y el castillo a un vecino de Vilalba, Valeriano Valdesuso, cuyo nombre aún conserva la calle por la que se accede al Parador, en la cantidad de diez mil pesetas, siendo su finalidad el demolerla para utilizar su piedra, ya que el nuevo propietario se dedicaba a la construcción.

Enterados los vecinos de los propósitos del comprador, en el año 1912 se reunieron «interesando el patriotismo de todas aquellas personas significadas de la región para que la demolición no se consumase». La protesta general tuvo su eco, y el gobernador civil y la comisión provincial de monumentos ordenaron

al alcalde que «tomase las medidas oportunas con el fin de que no se extraigan piedras ni se hagan excavaciones en el castillo hasta tanto que la Comisión resolviese lo procedente».

Desde este abandono, la torre no fue escalada hasta el año 1961, coincidiendo con las fiestas de San Ramón, en las que se izó la bandera española y fueron iluminadas sus almenas gracias al

trabajo de un grupo de jóvenes vilalbeses. El Parador no se convirtió en lo que en un principio su mentor, el ministro de Información y Turismo, el vilalbés Manuel Fraga Iribarne, había pensado, ya que la idea inicial era expropiar todas las casas que rodeaban la torre para dotar a esta zona de grandes jardines que diesen más vistosidad y esplendor a la octogonal construcción.

Dificultades con vecinos

Dificultades con los vecinos y presiones por conocimiento y amistad con muchos de ellos hicieron olvidar el primer proyecto y comprar lo necesario para iniciar así lo que sería el Parador. Viviendas adosadas a la torre en las que había negocios como la sastrería de Segundo Prieto, por cuyo edificio se accedía al pozo que se encontraba en el centro del castillo y cuya leyenda decía que su salida conducía a la pena de Miguel, en el río Magdalena, según explica, en su brillante trabajo publicado en este diario el día 10, el profesor Xosé Antón Pombo; la célebre taberna O Porrón, donde pasaban sus tardes de asueto los múltiples clientes, sobre todo de la zona vieja, y en cuyo establecimiento el vino se servía en porrones; la frutería de Angelito; el comercio de tejidos y sastrería de los hermanos López, o la droguería Generoso, antes marmolería, fueron los edificios que se adquirieron para dar entrada tanto a la torre como al jardín que habría a su alrededor.

El día 25 de julio del año 1967, Vilalba vivió una gran fiesta. El pueblo amaneció profusamente engalanado con banderas, guirnaldas y salutaciones a los visitantes; entre ellas, una que decía ‘A Manolo Fraga, con cariño y gratitud de su pueblo’. Autoridades de toda Galicia y España acudieron invitados a los actos, que dieron comienzo a las 11 de la mañana con una misa, oficiada por el párroco, Adolfo Pato, y a la que asistió el obispo de Mondoñedo?Ferrol, Jacinto Argaya.

Tras la ceremonia religiosa, las autoridades se dirigieron a la torre, ya convertida en Hostería de los Condes de Vilalba, y pronunció un discurso el alcalde, Filiberto Álvarez Marín, quien dijo que el verdadero alcalde era Manuel Fraga y por ello le hacía entrega del bastón de mando en señal de esa autoridad, lo que fue acogido con una gran salva de aplausos.

La vida de la comarca, renacida

En el acto, también intervino el ministro, quien, entre otras cosas, dijo: «Hoy, las viejas piedras renacen en nuevos usos; los antiguos caminos se renuevan, la vida entera de la comarca renace sobre bases nuevas. El que yo sea hijo de Villalba es solo una anécdota, ya que a muchos sitios llegó antes la acción de mi departamento».

A continuación las autoridades bajaron a la plaza de Santa María, donde departieron con vecinos y paisanos y donde se ofrecía a todo el pueblo platos de pulpo con

pan y vino. Era tal el gentío que varios comercios de la calle Valeriano Valdesuso vieron saltar

por los aires las cristaleras de sus escaparates. Continuaron los actos con la inauguración de una exposición en el casino, «Villalba ayer y hoy», en la que se recogían planos, maquetas, fotografías, esculturas y documentos en los que se podía observar el extraordinario progreso de la villa.

Ballet y verbena

A continuación se celebró un almuerzo en el comedor de la Hostería y en el jardín?comedor de verano del mismo establecimiento, al que asistieron los numerosos invitados. Por la tarde, en la plaza de Santa María actuó el Ballet Gallego de A Coruña y seguidamente hubo verbena.

El Parador, hoy ampliado con 42 habitaciones en terrenos que en un principio fue imposible comprar, es símbolo y orgullo para Vilalba y es visitado por numerosos clientes, que proyectan hacia el exterior la imagen de nuestro pueblo. Los vilalbeses, que en los primeros meses sentíamos un cierto respeto por acudir ya que su silencio monacal impresionaba, hoy celebramos allí nuestros acontecimientos, bodas, banquetes, congresos, exposiciones; y cada día debemos defender nuestra preciada joya, al igual que lo hicieron nuestros antepasados cuando se intentó la demolición.

Pasaron 50 años que hoy, con emoción y cariño, queremos recordar y celebrar, deseando disfrutar de nuestro Parador muchos más.