La Terra Chá, un museo arqueológico al aire libre que aún precisa estudios

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

VILALBA

Hay parajes prehistóricos parecidos a Pena Grande en Muras, en Xermade y en Vilalba

03 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La noticia de que se iba a subastar el terreno de la parroquia vilalbesa de Santaballa que alberga el yacimiento de Pena Grande, sin dueño conocido tras la concentración parcelaria, desató en días pasados una serie de reacciones, divididas entre los que reclamaban -así lo hicieron el BNG, En Marea y el PSOE- que se retirase la finca de la puja y los que anunciaron o dejaron entrever -asociaciones fundamentalmente- su intención de participar en la subasta. El Ministerio de Hacienda parece ahora inclinado por la primera opción.

El interés de esas tres hectáreas y media -la finca tiene exactamente una superficie de 35.512 metros cuadrados- no es nuevo para estudiosos y para investigadores desde hace casi 50 años: el médico José Ramil, conocido por sus inquietudes humanísticas y fundador del Museo de Prehistoria e Arqueoloxía de Vilalba (Mupav), realizó trabajos en la zona, en donde aparecieron piezas que hoy pueden verse en la citada institución.

No obstante, con el valor de ese lugar no se agota el interés arqueológico de la comarca, en donde hay otros lugares, más o menos próximos a Pena Grande, que demuestran la riqueza chairega a los ojos de estudiosos del Paleolítico: Pena Grande estuvo ocupado en torno al 14.000 antes de Cristo, en la Edad del Hielo. En otros enclaves, como en este de Santaballa, se realizaron estudios, aunque hay todavía cuestiones por indagar, como explica Eduardo Ramil, director del Mupav.

Terrenos privados

El Prado do Inferno (Muras), Férvedes (Lousada - Xermade) y Os Penedos (Santaballa) coinciden en su condición de yacimientos situados en terrenos privados. El primero está dentro de la superficie de las instalaciones de la empresa Ferroplast; el segundo, en una zona de monte en la que la vegetación lo ha dejado poco visible, y el tercero, cerca de la carretera Vilalba-As Pontes (LU-861).

Sus primeras ocupaciones se remontan a un momento similar al de Pena Grande. En la zona de abrigo de este enclave hubo también moradores posteriores, en el período neolítico, algo que también se dio en los otros: en el caso de Prado do Inferno, los hubo durante la Edad Media y hasta en los años posteriores a la Guerra Civil, en tiempos de los maquis, según comenta Eduardo Ramil. Pena Grande se ubica en la zona norte de Santaballa, en un lugar alto que domina el curso del Trimaz; Prado do Inferno está en la orilla derecha del Eume, pero a más altitud que el cauce.

Pinturas

En los trabajos realizados en Férvedes aparecieron piezas que hoy están en el museo de la capital chairega. También se descubrieron pinturas cuya cronología, apunta Ramil, no parece clara. No obstante, que se lleven a cabo nuevas investigaciones no se basa en hallazgos realizados o esperados sino en la posibilidad de lograr más datos y de precisar los actuales.

Es necesario, dice Ramil, concretar los momentos de ocupación humana de esos lugares, algo que los medios con los que se trabaja actualmente no parece resultar complicado. Además subraya que los restos no pueden valorarse por su cantidad o por su carácter novedoso frente a otros similares: «Un resto es un dato. Permite saber cómo y dónde se trabajaba la piedra, por ejemplo, y saber cómo se organizaba, social y funcionalmente, un poblado», afirma.

Explicaciones

Por otro lado, en yacimientos como el de Pena Grande, que en los últimos años recibe visitantes en expediciones organizadas por el Mupav y por asociaciones santaballesas, se pueden ofrecer explicaciones sobre asuntos de flora y de fauna en la comarca hace miles de años. Entonces, dice Ramil, abundarían los prados y los terrenos con brezo en las partes altas y las zonas arboladas en las bajas; en Pena Grande, agrega, incluso se pueden aprender características del clima de hace miles de años.