Tres meses de intenso trabajo para devolver la vida a una obra colosal

Xosé Ramón Penoucos Blanco
x. r. penoucos LUGO / LA VOZ

SAMOS

Andrea Rodríguez y Ana Sánchez ejecutaron el proceso con gran minuciosidadantes y después

07 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera fase del trabajo que las restauradoras Andrea Rodríguez y Ana Sánchez ejecutaron para conseguir que el gigantesco retablo mayor del monasterio de Samos recuperara todos su esplendor fue todo un éxito. Para llevarlo a cabo, ambas expertas tuvieron que realizar un minucioso trabajo respetando al máximo la creación del escultor José Ferreiro.

El primer paso que dieron fue la eliminación de polvo y suciedad. Para llevarlo a cabo tuvieron que utilizar aspirador y brochas suaves.

Los insectos apenas dañaron la obra, pero a pesar de ello las restauradoras realizaron una actuación de desinsectación. Para ello recurrieron a piretrinas, para eliminar y prevenir insectos xilófagos (que comen madera). Los únicos ataques que detectaron fueron de pequeñas carcomas y no muy graves.

Consolidación

El daño que realizaron esos insectos lo solventaron con la consolidación de la madera acorchada y degradada. El proceso consistió en inyectar resinas en los orificios de los insectos o con una brocha impregnada en consolidante en las partes posteriores de las piezas, normalmente en los lugares en los que no hay policromía.

Uno de las actuaciones que dio más brillo al retablo fue la limpieza de oros y policromía. Se trata de una limpieza química empleando los disolventes y geles fabricados especialmente para esta actuación. Una vez que se realicen las pertinentes pruebas de resistencia y solubilidad se opta siempre por el tratamiento que resulte menos agresivo para los materiales. En este trabajo es muy importante para el buen resultado final que no queden residuos de disolventes una vez que se realizó la limpieza.

En algunos lugares habían desaparecido casi por completo detalles de policromía y oro. Para solucionarlo precisaron realizar una actuación denominada estucado de lagunas. El procedimiento se realiza con estuco natural fabricado a base de colas naturales y sulfato cálcico con fungicida, que son exactamente los componentes del estuco original. Una vez que se seca el estuco se enrasa para que quede al mismo nivel que la capa que rodea a las lagunas.

Devolver el colorido

Una vez que se cubrieron todas las lagunas es preciso devolverles el colorido mediante un proceso de reintegración cromática realizado con temples y acuarelas. Es imprescindible usar siempre pinturas que sean reversibles y se puedan eliminar con facilidad. Las reintegraciones que hicieron fueron miméticas, de manera que se puedan distinguir del original. En ningún caso se reintegra sobre el original.

La última intervención fue el barnizado, que tiene como finalidad proteger la capa de goma laca que recubre todo el retablo y que esta no se oxide con el paso del tiempo.

Capa protectora

Todo el retablo se encontraba cubierto de una gruesa capa de goma laca que optaron por mantener por considerar que constituía una corla (capa protectora) aplicada para modificar las policromías originales. Estas policromías originales tenían unos colores excesivamente estridentes para descubrirlas y nada acordes a la época neoclásica. Es posible que los autores pretendieran modificarlas con la aplicación de la capa de goma laca, por tanto no se podía eliminar, pero si proteger.

En este proceso se emplearon barnices en caliente con cera en su composición, un material perfectamente compatible con la goma laca original.

El resultado final de todo el proceso fue excelente y compensó con creces los desvelos que ambas restauradoras pasaron durante tres meses de intenso trabajo.