Cómo agotar la paciencia al lucense

Laura López LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Pedir la tarjeta ciudadana, un laberinto burocrático, consume varios días y kilómetros

15 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay mil y una formas de que un ciudadano pierda el tiempo. Lo triste es que se lo hagan perder desde la Administración, el tiempo y el dinero, tejiendo una telaraña burocrática que además se queda anacrónica en los tiempos en que se presume de informatización y nuevas tecnologías. Parece que la agilidad que esto debería suponer en los trámites no ha llegado al sistema de gestión que manejan los organismos públicos. Al menos no en todos los casos.

Son muchos los ejemplos: trámites que el ciudadano tiene que hacer en su vida diaria que se convierten en un verdadero laberinto. Uno de ellos es la solicitud de la tarjeta ciudadana del Concello de Lugo, útil para pagar el autobús urbano, los parquímetros del sistema ORA o la piscina, entre otros servicios. Parece un trámite simple, pero la cantidad de kilómetros y de días que el ciudadano tiene que emplear para conseguirla demuestran lo contrario.

El primer paso es solicitarla. Se tendrá mucho adelantado si uno imprime desde casa el formulario -si tiene Internet e impresora-; si no, en la sede de la Policía Local le facilitarán un impreso. Para pedir la tarjeta hay que rellenar la petición y presentar una fotocopia del DNI; ojo, un cartel en la ventanilla de las dependencias policiales advierte de que allí no se hacen fotocopias (ni siquiera pagando). Teniendo en cuenta que la nueva sede de la policía está en la Rúa das Artes, en el barrio de San Fiz, buscar un lugar en donde fotocopiar el carné implica coger el coche o dar una larga caminata.

Quince días de espera

Una vez presentada la solicitud toca esperar. Quince días, advierten los funcionarios. Tras ese tiempo, vuelta a las oficinas de la policía. Esta vez, para recibir un formulario con el que realizar el pago (3,09 euros) de la «taxa por tramitación e expedición de documentos». Una señora de avanzada edad que está en la cola ya se empieza a cansar: «E cando pague no banco, ¿xa está?». «No, después tiene que volver aquí, ¿cómo sabemos si no que ha pagado?», le responde una funcionaria.

Así que vuelta a coger el coche hasta alguno de los tres bancos «colaboradores» para hacer el pago, después de esperar también la correspondiente cola. Se desembolsa el dinero, y con el recibo, vuelta a la Policía Local. Es posible hacer estos últimos trámites en el mismo día si uno madruga y si tiene suerte de encontrar fácil aparcamiento y pocas colas. Eso sí, hay que recordar que en la oficina de la Tarxeta Cidadá informan de que cierra a las 13.30 horas.

Con todo este trámite solventado, llega el momento de recoger la tan ansiada tarjeta. ¡Por fin! La funcionaria amablemente se la entrega, parece que aliviada también por haber finalizado con éxito un trámite más. Aunque para el ciudadano esto no es más que un «continuará». Tiene la tarjeta, sí, pero sin saldo. Para cargarla a modo de monedero será necesaria una nueva visita al banco.

Son muchos los que no pueden resistir la tentación de protestar ante los funcionarios, pero estos no son precisamente los responsables. De hecho, en el mostrador cuentan con un montón de fotocopias de un artículo que publicó recientemente en estas páginas el periodista Antón Grande, Desatención al ciudadano, denunciando precisamente este despropósito al que se somete a los vecinos. Parece que algunos trabajadores hasta entregan copia de este artículo a los que se quejan.

Alternativas al laberinto

Es cierto que en la web del Concello dan la opción de hacer los trámites desde Internet, pero para ello es necesario disponer de un lector de DNI electrónico y emitir un certificado digital, gestiones que no son accesibles a todo el mundo, sobre todo si es gente mayor. En cualquier caso, la alternativa telemática no es incompatible con disponer de una gestión ágil para quienes optan por la vía presencial.

Son necesarias varias visitas a la Policía Local y al banco para lograr la tarjeta