Rafa Casanova: «Fue un sueño despedirme en casa junto a vecinos, amigos y familia»

FRIOL

OSCAR CELA

El exjugador del Lugo y Racing de Ferrol, entre otros, cuelga las botas con 41 años e infinidad de experiencias en ocho equipos

02 jun 2023 . Actualizado a las 11:25 h.

Algo más de tres décadas estuvo Rafa Casanova (Friol, 1982) con las botas puestas. 32 años sobre el terreno de juego en los que disputó una cantidad incalculable de partidos que lo sitúan entre los históricos del fútbol gallego. Siempre entregado y compañero ejemplar, según destacan los que compartieron vestuario con él, el exjugador del Lugo, el Xove Lago, el Ciudad de Santiago, el Bergantiños, el Vilalbés, el Racing de Ferrol, el Ribadeo y el Friol jugó su último partido hace unos días. Y fue además uno de los más especiales de su extensa carrera por el contexto del compromiso.

—Esta vez es definitivo. Cuelga las botas.

—Así es. Son ya muchos años y creo que ha llegado la hora. Además, elegí este momento por todo lo suponía. Era una final, un posible ascenso histórico del Friol a Primera Autonómica y sabía que el campo iba a estar a reventar. Había unos mil aficionados, lo nunca visto en Friol. Y enfrente, una Milagrosa que fue el equipo en el que comencé cuando tenía nueve años. Mejor despedida, imposible. Lástima que no pudiéramos ascender.

—¿El adiós soñado?

—Fue una semana muy dura a nivel emocional. Ya en el partido, me fui por un pasillo que hicieron los dos equipos y entre los aplausos de la gente. Fue un sueño despedirme junto a vecinos, amigos y familia. No olvidaré jamás ese día.

—¿Cuántos partidos habrá jugado en su carrera?

—Buff... Muchos, muchísimos. Fueron 32 años teniendo licencia federativa de manera ininterrumpida,

—Todo empezó en la Milagrosa cuando tenía nueve años.

—El día de mi Primera Comunión. Varios niños nos pusimos a jugar un partido después del convite, vieron que yo tenía cualidades y me animaron a ir a la Milagrosa. Allí estuve cuatro años como alevín e infantil. Después estuve dos temporadas en el Sporting de Gijón y en juveniles fiché por el Lugo,

—En su estreno en el primer equipo albivermello, con solo 19 años, disputó 31 partidos en Segunda B. Apuntaba muy alto.

—Fue una temporada espectacular a nivel personal. No contaba con tanto protagonismo. La explosión me cogió desprevenido y me superó porque no estaba acostumbrado a aquello.

—¿Eso le pasó factura al siguiente curso?

—Pasé de jugar 31 partidos a irme cedido al Xove Lago. No quiero decir por lo que creo que fue.

—En el Ciudad de Santiago volvería a explosionar.

—Fueron dos años y una de las etapas más bonitas y con mejores recuerdos de mi carrera. Ascendimos a Segunda B y quedamos entre los mejores.

—Menudo equipazo era aquel...

—Descomunal. Había jugadores como Maikel, Changui, Capi, Marcos Suárez, Pablo López... Algunos con experiencia en Primera División.

—Su etapa más larga fue en el Ribadeo.

—Siete años maravillosos. Con gente espectacular. Un ascenso de Preferente y un quinto puesto en Tercera con los que nadie contaba. Un grupo humano de lo que mejor que me encontré.

—¿Con qué momentos se queda?

—Con la temporada de mi debut en el primer equipo del Lugo y con la etapa en Santiago.

—¿Los más amargos?

—La campaña en el Vilalbés. No por nada contra el club, sino porque fue cuando me diagnosticaron la diabetes y jugué poco.

—¿Qué partido no olvidará jamas?

—Te diré dos. El debut en Segunda División B, en el campo del Aurrerá, y el primer partido en el Ángel Carro, que fuera contra el Pontevedra.

—¿Su gol más especial fue el que anotó en campo de la Segoviana en el partido por el ascenso a Segunda B?

—Sí, sin duda. Tuve la suerte de jugar cuatro fases de ascenso a Segunda B y marqué en tres. Con el Ciudad de Santiago mi gol nos sirvió para remontar y ascender.

—¿Quién fue el mejor amigo que le dio el fútbol?

—Muchos. Los amigos que haces es lo mejor de este deporte. Una persona especial fue, y sigue siendo, Miguel García. Fue mi entrenador en juveniles, el que me llevó al Sporting y aún hoy me dirigió a él para cualquier consulta de mi vida.

«De cada entrenador siempre apuntaba cosas e iba elaborando mi propio libro»

Colgadas las botas, Rafa Casanova se centrará en su carrera como técnico, faceta en la que ya lleva recorrido un buen trecho y que en los últimos años compaginó con la de futbolista. Dirigió al Ribadeo y el As Pontes, en Preferente Autonómica y acaba de guiar al Castro a Preferente Autonómica.

—¿Lo de entrenar siempre le tiró o llegó por casualidad?

—Siempre me gustó. A los 17 años ya entrenaba a los más pequeños en Friol. De cada entrenador siempre apuntaba cosas e iba elaborando mi propio libro.

—Si le pregunto por sus técnicos me dirá que de todos aprendió cosas, pero ¿con cuál se siente ahora más identificado?

—De todos aprendí cosas para bien y para mal. Por su personalidad y por su manera de expresarse, diría que con Luisito. También fue el entrenador con el que más tiempo estuve. A veces estoy hablando y pienso: ‘ostras, esto ya se lo había escuchado yo a Luisito’, ja, ja, ja. También aprendí mucho de Juan Fidalgo, que estuvo en el Lugo. Cuidaba todos los detalles y me pareció muy bueno.

—Después de una temporada tan brillante, seguirá en el Castro.

—No hay nada oficial todavía, pero está hablando y no creo que haya problemas.