La niña de Lugo que iba al colegio en burro: «25 anos despois, queda moito por mellorar nos Ancares»

André Siso Zapata
ANDRÉ S. ZAPATA CERVANTES / LA VOZ

CERVANTES

Coral Digón tenía que ir en burro al colegio. Imagen del año 1996.
Coral Digón tenía que ir en burro al colegio. Imagen del año 1996. LOMBARDERO

Coral Digón, residente en una aldea de Cervantes, explica que sus hijos tendrán que recorrer un trayecto de una hora para ir al colegio

19 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 25 años, el mundo era un lugar diferente. Los teléfonos móviles no existían, en el cine se estrenaba la película Trainspotting, se comenzaba a vender la Nintendo 64 y Arturo Pérez-Reverte publicaba la primera novela de El Capitán Alatriste. Sin embargo, todavía había quien vivía anclado en una época pasada, en la que todas estas novedades parecían aún lejanas, y que tenían que lidiar con problemas que parecían ya superados por la gran mayoría de la sociedad.

Era el caso de Coral Digón (Cervantes, 1988), una, por entonces, niña lucense, que tenía que lidiar con grandes dificultades desde que se despertaba por las mañanas. Hace exactamente 25 años, en noviembre del 1996, un reportaje publicado en La Voz hizo que muchos abrieran los ojos con respecto a la vida que llevaban muchos de los vecinos del rural de Lugo, concretamente de la zona de Os Ancares.

La pequeña Coral, que por entonces tenía 8 años, se desplazaba hasta el colegio cada día en un medio de transporte muy particular: su burro. Tenía que recorrer algo más de dos kilómetros para llegar hasta el ya desaparecido colegio de la parroquia de Donís, en Cervantes. «Era a única dos meus irmáns que ía a ese colexio. Eles, por ser maiores ca min, tocoulles ir a outro, que estaba en Xantes. Tiñan que ir andando, e eu, no burro».

Aún hoy, más de dos décadas después, la situación le parece muy preocupante: «Cómo é posible que unha nena pequena tivese que ir en burro á escola?». Explica, además, que no fue una circunstancia puntual, sino que vivió esta realidad durante 5 largos años, de los 4 a los 9, hasta que su familia consiguió que pudiese acceder al transporte público para ir al colegio.

Los días de invierno, muy duros en una zona montañosa como la de Cervantes, hacían todavía más difícil que la pequeña Coral pudiese llegar al colegio. Además, en la casa de los Digón, no hubo electricidad hasta que Coral superó la infancia. En aquel artículo del año 1996, su padre, José, insistía en que había pedido a la Xunta en numerosas ocasiones que se les diese acceso al sistema eléctrico, sin éxito.

Coral Digón junto a su padre, José, en Cervantes.
Coral Digón junto a su padre, José, en Cervantes. LOMBARDERO

Otra generación

25 años después, Coral Digón tiene una familia formada. Sigue viviendo en Cervantes, en la aldea en la que se crio, y ahora es ella la madre que lucha por los derechos educativos de sus hijos. Explica que, tanto tiempo después, hay cosas que siguen igual en Os Ancares. A pesar de que sus hijos todavía no están en la edad de ser escolarizados, pronto llegará ese momento. Entonces, cuenta Digón, se encontrarán con una situación parecida a la que ella vivió en su infancia: «En teoría, un todoterreo tería que vir buscar os nenos ata a casa, pero non é así. Temos que camiñar uns 15 minutos para que os recolla un minibus, que tarda unha hora en chegar ata o colexio de Navia de Suarna, ao que teñen que ir desde que pechou o centro de Donís».

La falta de servicios de Os Ancares, para ella, sigue siendo un gran problema. «Nunca se acordan de nós. Non é que sexamos o último, é que somos o que vén despois do último», dice.

Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad de Santiago, regresó a vivir a su aldea «por circunstancias da vida». Allí, tiene que volver a vivir las dificultades de obtener servicios en un lugar tan remoto. Muchas cosas no han cambiado en los últimos 25 años, según explica: «Claro que temos uns mínimos que antes non tiñamos, pero non é suficiente. Todavía hai moitísimas cousas pendentes de mellora».