Placer

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO

16 ene 2020 . Actualizado a las 17:06 h.

El Satisfyer no es un invento reciente. Los médicos lo recomendaban en el siglo XIX para tratar la histeria femenina, una patología descrita ya en su día por Platón e Hipócrates. Creían (o querían hacer creer) que la retención de fluidos sexuales era el foco de este mal. Por ello, recomendaban mantener relaciones sexuales a las mujeres que estaban casadas y, a las que no, les decían sutilmente que el matrimonio podría ser la única cura posible. Como siempre, los hombres se hacen con esa figura que funde protección y salvación para hacernos creer que solas, no podemos.

Que las mujeres se corren no es un secreto, pero sí parece ser una sorpresa aún para muchos. El Satisfyer promete orgasmos rápidos e intensos, pero lo que estamos a vivir tiene dos caras. En primer lugar, una liberación absoluta en una sociedad aún machista que trata de impedir que el foco se sitúe en torno al placer de las mujeres. Porque para tener orgasmos es necesario que haya sexo, pero no hace falta que haya hombres de por medio. Y eso es probablemente el argumento que sirve como base de las críticas que dicen que hablar de vibradores, succionadores y placer no es necesario. 

El succionador de clítoris ha provocado un huracán social. No hay stock y algunas tiendas han dejado de venderlo hace semanas. En segundo lugar, el Satisfyer también permite entender a una sociedad que, aún sin darse cuenta, le dice a las mujeres a través de la publicidad que se corran, pero que lo hagan rápido para seguir trabajando, y preferiblemente en silencio. Y solo así se pueden cruzan orgasmos y ansiedad. Un minuto y satisfecha. Entonces échate a andar y escribe. Llama, acelera, pisa el acelerador, continúa, da lo mejor de ti porque total, ya estás satisfecha para todo el día, ¿no? ¿Qué más se puede pedir?

Pero es importante recordar que deconstruir conceptos es posible y que lo que no se dice -o escribe- no existe. No estamos educadas para complacer, ni para complementar. No debemos sentir vergüenza después de experimentar placer. La reputación femenina es la gran aliada de una sociedad machista que pone el foco de atención en las opiniones de los demás, para desviarlas así de nosotras mismas. Porque algo tan bonito como el deseo no se puede encerrar en una jaula.