De la chatarra al podio de Jerez

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LUGO / LA VOZ

LUGO

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Los hermanos Abelleira, con sus motos reconstruidas, destacaron en el circuito, en el que ganó Carlos Carreira

26 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El circuito de Jerez, la meca del motociclismo, se rindió a tres lucenses el pasado fin de semana. En la modalidad de F1 SBK (superbikes clásicas de 750), Carlos Carreira venció en la prueba inaugural del Campeonato de España de velocidad y del interprovincial, mientras que los hermanos Francisco Javier y Luis Abelleira fueron segundo y tercero, respectivamente, en el campeonato de Castilla La Mancha, además del bronce que el primero consiguió en el interprovincial de velocidad.

Los podios lucenses tienen su mérito. Primero, porque se toman el motociclismo como un hobby -aunque Carlos ya había participado en el Campeonato de España de velocidad hace timpo-, y segundo porque en el caso de los hermanos Abelleira, sus motos surgieron directamente de la chatarra.

Fue hace un par de años cuando decidieron que probar suerte en los campeonatos de F1 SBK, superbikes clásicas de los años noventa con una cilindrada de 750, era más atractivo que ir a circuitos a hacer rodadas. Se pusieron manos a la obra y adquirieron un par de motos. «Una la compré en un taller, estaba abandonada, y la otra la conseguimos en un desguace en Madrid, ni siquiera le funcionaba el motor. Cuando la abrimos tenía un pistón roto», recuerda Luis. Como a su hermano, la pasión por las dos ruedas le viene de crío y sus conocimientos como ingeniero industrial sumaron a la hora de mancharse las manos y poner a punto las monturas.

«Para una pedimos material y la arreglamos, para la otra, entre dos motores hicimos uno. Preparamos los carenados, las pintamos y empezamos a andar con ellas. Lo que pasa es que como tenían tantos años iban mal de suspensión y de otras cosas y tardamos un poquito en tenerlas bien para correr», prosigue. Reconstruir sus propias motos, Suzukis GSXR de 1989, se convirtió en un añadido a la hora de disfrutar de la experiencia, mientras llegaba el momento de pisar el circuito.

A medida que el año pasado iban rodando, iban surgiendo nuevos problemas y nuevas soluciones. Incluso por el camino llegaron a reventar algún motor. «Como en el circuito las aprietas bastante, partimos un motor, hubo que buscar piezas usadas por otro lado, volver a hacerlo. Una vibraba al frenar, hubo que buscar discos antiguos y piezas por todos lados...», enumera Luis, que reconoce que construir con sus propias manos la montura es un aliciente.

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«Realmente nosotros esto lo hacemos por diversión», dice Abelleira. «Ni mi hermano ni yo nos preparamos físicamente para competir, vamos porque es nuestra afición. Como en Galicia no tenemos un campeonato, hacemos el de Castilla La Mancha, el catalán y algunas pruebas del andaluz y del norte. La carrera más cercana la tenemos a 600 kilómetros y muchas están a 900», señala.

Asegura Luis que las motos todavía no están finas del todo, pero las primeras alegrías del curso ya se las han llevado y esperan que no sean las últimas. Por lo de pronto, ya saben lo que es subir a un podio en Jerez. La meca del motociclismo.