Lugo-Santiago: a 70 por hora o detrás de un camión

suso varela / óscar cela LUGO / LA VOZ

LUGO

El trazado de la N-547 está lleno de señales de limitación de velocidad y la N-634 está saturada de camiones. El viaje entre ambas ciudades sigue haciéndose en hora y media, como en los años noventa del siglo XX

31 oct 2016 . Actualizado a las 13:52 h.

La Ley de Carreteras de 1988 establecía que el trayecto entre Lugo y Santiago debería hacerse por la N-547, acabando con la vieja nomenclatura de C-547, que aún hoy se puede ver en los letreros de la salida de Compostela hacia la capital lucense. Esta ley ponía orden en la extensa red viaria nacional, con el fin de mejorar trazados y establecer su conservación. Y así fue, la carretera que unía la capital lucense con la de Galicia veía mejoradas sus reviradas curvas con un trazado acorde con los finales de los ochenta. Pero ahí se quedó.

Mientras que el tránsito de vehículos iba en aumento, las villas se desarrollaban y los peregrinos ocupaban más espacio, la nacional se fue avejentando, tanto físicamente con baches, como a nivel de seguridad, con tramos muy peligrosos, algunos entre los peores de España. De esta manera, el tiempo de viaje entre ambas ciudades sigue anclado en la hora y media que se tardaba hace 25 años, y a veces más si el conductor se encuentra circunstancias adversas (meteorología, obras, ferias, atascos).

La apertura de tramos de la A-54 entre Lugo y Palas ha ayudado a disminuir ese trayecto en tiempo y a mejorar la seguridad, pero se ha visto lastrado por la reducción de velocidad desde Palas hasta Lavacolla. Ante la falta de desarrollo de la N-547 y el retraso en terminar la A-54, los conductores del viaje Lugo-Santiago acabaron usando la N-634 como viaje más natural cuando se inauguró la A-6 a finales de los 90. Dependiendo del lugar de salida y de llegada son unos ocho kilómetros más de recorrido pero que se alcanzaban menos tiempo que por la N-547. Hoy ya no sucede lo mismo: se colocaron más límites de velocidad, se pintaron líneas continuas y aumentó el tráfico, especialmente de camiones, con lo que viaje también ronda la hora y media.

Hay otras dos maneras de hacer el viaje entre ambas ciudades. Una por Monterroso-Lalín y la autopista de Ourense y la segunda, muy utilizada, hacer los 131 kilómetros por la AP-9 y la A-6. Es la que menos tiempo se emplea y la más segura. Eso sí, es la más cara. Habrá que esperar al menos hasta el 2021 para circular por toda la A-54.

El trayecto entre ambas ciudades es un viaje lleno de obstáculos y numerosas limitaciones, que en época invernal aumentan por la presencia de lluvia y heladas y en el verano con los miles de peregrinos que atraviesan la N-547. Si se elige como opción esta última -la carretera que estipuló como natural el Gobierno en los años ochenta- el trayecto en coche es una sucesión de frenadas, reducciones de marcha y pocas aceleraciones debido a un trazado lleno de curvas y plagado de señales de todo tipo: 40, 50, 60, 70, 80 y 90, perdiendo la categoría de nacional con límite a 100 por hora. Ni los kilómetros de A-54 palían el viaje pesado y largo, atravesando travesías con semáforos y pasos de cebra.

Si la opción elegida es la N-634 con la intención de adelantar camino por la A-6, la más escogida por los lucenses, el principal problema se llama tráfico pesado: decenas de camiones circulan a diario por esta vía, en la que además se han aumentado las limitaciones de velocidad en los últimos meses, así como se han reducido los puntos para adelantar. De tal manera, que un conductor puede tener la mala suerte de hacer todo el trayecto, desde la A-6 hasta Lavacolla detrás de un vehículo pesado, como nos ocurrió en el viaje realizado para este reportaje. Además, este trazado tiene curvas y cruces peligrosos.

Más de diez mil personas usan a diario ambas nacionales

Los usuarios de los dos principales trayectos que unen Lugo y Santiago (N-547 y N-634) se enfrentan a diario con numerosos obstáculos. En el 2015, según datos que maneja Fomento, la N-547 registró el paso medio diario de 4.117 vehículos por Salceda (entre Arzúa y Lavacolla) y de 6.342 por Ponte Carreira, en la N-634. Por la A-54, entre el desvío del aeropuerto y la rotonda de acceso en Lavacolla circulan unos 15.000 mil vehículos. Con estas cifras, al menos unas diez mil personas usan todos los días ambos trazados, soportando todo tipo de complicaciones.

 curvas peligrosas

Trazados de los años ochenta. Ambas nacionales formaron parte del Plan Nacional de Carreteras 1984/1991, que eliminó curvas y acortó el trazado. Pero aún perviven tramos con peligro para el conductor. Especialmente lo sufren los que viajen de Lavacolla a Arzúa, con curvas continuadas. También el trazado Melide-Arzúa está repleto de trazados en eses. O la bajada hacia Ponte Carreira, en la N-634.

  todo tipo de vehículos

La suerte. El viaje por las dos nacionales atraviesa municipios ganaderos por excelencia, con los que el conductor tendrá que tener paciencia si se encuentra con maquinaria agrícola. Además, el bum del Camino de Santiago llena en algunos momentos del año de bicis la N-547. Luego está el tráfico pesado que soporta la N-634 al ser vía de entrada y salida hacia la Meseta y el norte peninsular.

 señales

Saturación, con hasta 32 de menos de 70 en 42 km. Las nacionales en Galicia está saturadas de señales que acaban despistando al conductor, que en ocasiones no sabe a qué velocidad debe circular o cuándo puede o no adelantar. Los comerciantes de Melide se quejaron recientemente de que en los 42 kilómetros que separan la villa con el enlace de la A-54 en Lavacolla hay colocadas 32 señales con limitación de velocidad a 70 por hora. El conductor afronta este tipo de trazados con continuos cambios de marcha, frenadas y aceleraciones que aumentan el consumo y alargan el trayecto.

  baches

Diferencia de provincia. El trazado entre Palas y el límite provincial, en O Coto, está lleno de baches, remiendos y parches, que previsiblemente empeorarán con el inicios de las obras de la A-54. También el tramo de autovía entre Compostela y Lavacolla está lleno de baches, aunque hay dinero asignado para su recuperación, tras 17 años de puesta en servicio.

  radares

Fijos y móviles. En la N-547, la DGT anuncia el radar móvil en todo el trayecto, desde Guntín hasta Lavacolla. Hay instalado uno fijo en la subida de Amenal al enlace de la A-54, con una señal de 70 a menos de diez metros. En la N-634 existen dos radares fijos en sentido Santiago, en los kilómetros 680 y 695.

 sin gasolineras

A-54 sin servicios. El conductor que salga de Lugo por la A-54 tiene que tener en cuenta que hasta Melide, tras 50 kilómetros, no se encontrará ninguna gasolinera. Y en el viaje a la inversa, igual. La falta de tráfico y las dificultades administrativas no animan a las empresas a instalar áreas de servicio, aunque el espacio está reservado en O Picato y en Palas.

 zonas urbanas

Pasos de peatones. Los cascos urbanos de Melide, Arzúa y Pedrouzo no tienen nada que ver con los de inicios de siglo, sin irnos más lejos. Se han convertido en largas travesías llenas de pasos de cebra, con ferias, semáforos, avalancha de peregrinos y nuevas calles laterales de acceso. Incluso, destaca la escasa iluminación nocturna de Melide.

 meteorología

Lluvia y niebla. Por todos es bien conocido que los municipios cercanos a Santiago tienen los porcentajes de precipitaciones más altos de Galicia. Además, en la N-634 a su paso por el ayuntamiento de Curtis se producen intensos bancos de niebla y en el invierno hay heladas o hasta nieve. Los trazados de ambas nacionales empeoran de forma considerable cuando las condiciones meteorológicas son malas.