Carteristas e trileros

Antón Grande

LUGO

08 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los carteristas han vuelto a hacer el agosto, aunque en este caso a destacar que eran mujeres que, con el correr de los tiempos, han hecho suya esta profesión solo apta para manos sutiles y dedos sensibles. Quizás este gremio es de lo poco que queda en estas fiestas luguesas de las que se celebraban hace 50 años. Por entonces, al San Froilán acudían profesionales de toda España, hábiles con la cuchilla de afeitar para cortar telas y de finas manos que sabían que aquí, sobre todo en los días grandes, podían obtener pingües beneficios. Eran profesionales y lo demostraban en que las carteras que limpiaban, luego de restar el dinero en efectivo, eran introducidas con la documentación que portaban, en un buzón de correos para que fuesen devueltas.

En Madrid tuve como vecinos a un grupo con los que coincidía en una taberna en la que pasaban las horas hasta fundir el dinero. A uno de ellos lo encontré un día en un vagón del Metro. Casi no lo conocía, iba impecable de traje, corbata y cartera de ejecutivo. Me guiñó un ojo y entendí. A la noche ya estaba con sus colegas en la habitual taberna. Al parecer la cosa no había ido mal.

De aquellos tiempos han desaparecido los fazais o trileros que trabajaban en equipo, dos observando la posible presencia de policías y otros dos dedicados a embaucar al personal, uno como gancho y el otro, como habilidoso. Aquí los hubo buenos, que incluso realizaban su trabajo en el adarve y sobre un paraguas abierto. Recuerdo entre ellos al «Bomba», al que incluso ayudé en una feria de Navia a salir del apuro en que se había metido con la Guardia Civil. Son añoranzas de otros tiempos pero por si acaso, vigilen la cartera.