La interesada complicación de lo sencillo en el PSOE y en el PP

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto PULSO LUCENSE

LUGO

02 may 2016 . Actualizado a las 10:32 h.

En Lugo, en la política lucense, se constata cuánta verdad hay en lo que escribió el multifacético aventurero que es Alberto Vázquez-Figueroa acerca de aquellos que «(...) consideran que las cosas sencillas nunca funcionan porque de niños les hicieron creer que el mundo es terriblemente complicado». Y lo es «porque ellos lo han hecho así». No hace falta fijarse mucho para comprobar cómo lo dicho puede explicar lo que pasa en el PSOE y en el PP.

Ahora que la ciudadanía tiene que volver a las urnas como los malos estudiantes van a los exámenes de repesca, suenan para los puestos de lujo en las listas algunos de los mismos nombres de siempre. De nuevo Ricardo Varela y Lago Lage andan en los papeles como posibles candidatos, sin que se les conozcan más méritos que su capacidad para complicar lo sencillo. El PSOE de hoy es el PSOE que en Lugo fueron tejiendo Varela, Lago, Orozco, Besteiro y así. Y de ese telar intencionadamente complejo salió Darío Campos, singular presidente de la Diputación que ha conseguido rizar el rizo: votar en pleno contra una propuesta (Plan de Obras) presentada por él.

Los socialistas son expertos en liarse ellos solos, sí. ¿Y el PP? Al PP de Lugo las cosas parece que le van razonablemente bien tras el congreso provincial, a la espera de la renovación de la junta local. Por eso sonó como escopetazo en veda el aviso lanzado por el actual presidente local y portavoz municipal, Jaime Castiñeira, acerca de traidores emboscados en las filas populares. El escopetazo ha alcanzado a Castiñeira, presidente local del partido, en el propio pie. Si hay traidores, ¿cómo es que no ha tomado medidas para expulsarlos? Si tan seguro está de que hay militantes que entregan sus esfuerzos a beneficio de los rivales políticos, por qué no hay expedientes abiertos. Son preguntas que se hace la militancia popular, justo cuando Enrique Rozas se perfila como candidato a suceder a Castiñeira en la presidencia local del partido. Orozco, en sus días brillantes, acuñó un lema que aún no se olvidó: «Fixémolo entre todos». Lo usó incluso cuando sabía que no era verdad; complicó lo sencillo y así le fue. Sirva como aviso a navegantes.