«Es hora de que a las prostitutas se nos reconozcan nuestros derechos»

Lucía Rey
LUCÍA REY LUGO / LA VOZ

LUGO

La activista dará una charla en el Ateneo Libertario de Lugo hoy a las 20.30 horas

12 ago 2014 . Actualizado a las 17:56 h.

Dar a conocer «todas las realidades de la prostitución» desde una perspectiva «compleja y global» es el objetivo con el que Montserrat Neira ofrecerá hoy una charla en Lugo. Invitada por el Ateneo Libertario A Engranaxe (Río Sil, 51, local 2), a partir de las 20.30 horas, la meretriz, que nació en Barcelona pero es hija de emigrantes lucenses, explicará la realidad de miles de «mujeres, hombres y transexuales» que intercambian sexo a cambio de dinero. «Es hora de que a las prostitutas se nos reconozcan nuestros derechos, porque de la prostitución solo se conoce lo sórdido, lo oscuro, lo relacionado con la delincuencia..., y eso hace que el estigma sea muy fuerte, que sintamos miedo, que no nos atrevamos a defender nuestros derechos fundamentales. Hay asociaciones y oenegés que lo hacen, pero debemos reivindicarlos nosotras mismas. Nadie nos tiene por que insultar ni por que cortarnos oportunidades», declara.

Cuenta que de los 25 años que lleva ejerciendo la prostitución, los seis primeros los pasó en «un entorno de miseria y exclusión social». «Trabajé en todo tipo de antros, clubes y lugares que la gente se pueda imaginar. En la calle no he estado, pero tengo muchas amigas que sí y por eso conozco bien lo que ocurre en ella», detalla. Lejos de amedrentarla, la dureza de esa vida le sirvió de revulsivo para mejorar. «En vez de achicarme me hizo crecer», resalta Neira, que tiene 53 años y se licenció en Ciencias Políticas hace una década.

En 1995 se dio de alta como autónoma. «La prostitución no está reconocida jurídicamente como trabajo, pero el Estatuo de los Trabajadores tiene un epígrafe de servicios personales por el que también cotizan, por ejemplo, los terapeutas», explica Neira. Los requisitos son ganar tres veces el salario mínimo interprofesional, no tener gente contratada y dedicarse en exclusiva. «Y esos requisitos los cumple el intercambio de sexo por dinero», apunta la activista.

Hipocresía y doble moral

A su juicio, el limbo alegal que rodea al mundo de la prostitución es fruto de la hipocresía y la doble moral de la sociedad. «Si en tantos clubes hay explotación, o los cierras todos o creas un marco jurídico que proteja a quienes ejercen en ellos», concluye.