Misa en latín, cetrería, romances de ciego y un concierto animaron el entorno de la Catedral
13 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Lugo revivió ayer su pasado medieval en el entorno de la Catedral con numerosos actos que crearon ambiente festivo. La inauguración del mercado medieval la realizó un águila que voló sobre el recinto, con un pergamino. Al taller de música de Crispín Dólot, el campeón de Tú si que vales, con enseres culinarios como instrumentos, le siguió la misa en latín. Los integrantes del Orfeón Lucense, ataviados con ropa de época, cantaron en la iglesia de San Pedro.
La mañana la completó un recorrido por el Camiño Primitivo, dentro del recinto amurallado, de un cortejo medieval, formado por caballeros templarios, cetreros con águilas, músicos de La Mustadiecha y ciegos, que se distribuyeron por el recorrido para hacer llegar sus cantares al público. Entre ellos estaban Mini e Mero, en la Praza de Pío XII.
Romanceros
Seis grupos de romanceros actuaron ante el público lucense interpretando cantares de ciego. Fueron el grupo Tundal, Carlos do Viso, el grupo Tradescola, Maese Seís Dedos y Mini e Mero.
Al igual que en años anteriores, uno de los grandes atractivos para el público fue la cetrería. Varios ejemplares muy vistosos de buitres, águilas y halcones sobrevolaron el recinto y estuvieron expuestos durante toda la jornada delante de la entrada principal de la Catedral.
No faltó a su cita con la feria medieval de Lugo el fauno, que recorrió el recinto tocando la flauta de pan.
Por la tarde hubo concierto de música medieval, con el dúo ucraniano formado por los profesores Alexandro Savchuka (viola) y Natalia Bilenko (violín). En la Catedral, en la capilla de San Froilán, interpretaron cantigas de Alfonso X, Martín Codax, Hau Newsiedlel y otros autores.
La fiesta finalizó con el baile de los juglares, una exhibición de vuelo libre de halcones, buitres y águilas y con una queimada popular.
Durante toda la jornada funcionaron en el entorno de la catedral puestos de venta de todo tipo de artículos. Los había de dulces, de artesanía, de artículos de cuero y algunos recaudaban fondos para diferentes causas, además de exhibiciones en directo de artesanos. En la plaza trabajaron un ferreiro, con una improvisada fragua, y dos alfareros, que mostraron al público sus trabajos. Las tiendas de la zona también abrieron sus puertas, como en otros puntos del casco histórico.