En el siniestro murieron tres chicas y otras once resultaron heridas
20 feb 2013 . Actualizado a las 07:05 h.Arrancó en Santiago el juicio al conductor de un microbús por el accidente que el 3 de mayo del 2009 le costó la vida a tres jóvenes jugadoras del club lucense de voleibol, Emevé, y en el que otras once resultaron heridas. El fiscal pide cuatro años de prisión para Federico Ferreiro, el acusado, por un delito de lesiones y homicidio imprudentes, así como la privación al derecho de conducir durante seis años.
En la primera sesión compareció el conductor, así como diez testigos, entre los que estaban jóvenes que iban en el autobús siniestrado, familiares, un técnico y un compañero de la empresa de autobuses en la que trabajaba el acusado cuando ocurrió el accidente, Navia Bus.
La defensa y el acusado sostuvieron que en el momento del accidente, ocurrido en el acceso a la rotonda de la autovía SC-21, tras salir del aeropuerto de Lavacolla de Santiago, el vehículo respetaba la limitación de velocidad, que en ese tramo está marcada a 40. Uno de los argumentos por el que ponen en cuestión la que aparecía en el tacógrafo, 108 por kilómetros hora, es porque el microbús tiene una limitación de 98.
Además, el conductor aseguró en la primera jornada del juicio que las dos o tres veces que había utilizado ese vehículo notaba como al frenar el coche se iba a la izquierda. «Se lo dije al jefe y me dijeron que ya lo habían llevado a arreglar». Según Federico, frenó para ceder el paso a los vehículos de la rotonda, «y se soltó el volante, el coche se fue al margen izquierdo e intenté sujetarlo». El conductor mantiene que si circulasen a cien kilómetros por hora el resultado hubiese sido mucho peor y habrían caído a la autovía, que transcurre por debajo de la rotonda. Un compañero de trabajo de Ferreiro corroboró que al frenar se iba a la izquierda, pero que él mismo llevó a arreglar a Iveco el bus y después desconoce si persistía el problema.
El testimonio que aportaron las chicas que iban en el microbús fue diametralmente opuesto. Todas coincidieron en la sensación de velocidad que tuvieron antes de llegar a la rotonda. El padre de una de las tres fallecidas, José Antonio Cela, iba esa mañana en el asiento de cortesía, al lado del conductor. Notó que iban a mucha velocidad y de hecho circulaban por el carril izquierdo, el de adelantamiento. Un poco antes de la frenada le gritó al conductor, «¿adónde hostias vamos?». Las demás testigos coincidieron en la sensación de velocidad y en que ninguna iba de pie, como sugirió el conductor, aunque no pudieron confirmar si todas llevaban cinturón de seguridad.
El abogado defensor de la empresa -que ahora mismo está en proceso de liquidación- Juan Antonio Casas, asegura que tal y como quedó patente en todos los informes, el vehículo estaba en perfectas condiciones y el accidente no tuvo nada que ver con el estado del microbús.
El padre de una de las fallecidas dijo que el bus circulaba por el carril de adelantar