La abuela de Tony Soprano?

Miguel Anxo Fernández

LUGO

05 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Animal Kingdom»

Director: David Michôd. Intérpretes: Ben Mendelshon, Joel Edgerton, Guy Pearce.

El jurado de Sundance sucumbió a las virtudes de Animal Kingdom y le concedió el premio a la mejor película llegada de fuera, de Australia, país cuya cinematografía tiene la virtud de dar otro tono al cine de género hasta dotarlo de trazos singulares. En la catedral indie, compartió loas y premios con la local Winter?s Bone, que ahora está entre las diez finalistas al Oscar. Sobre un guión propio, el debutante David Michôd logra aquí algo tan estimulante como insuflar aire fresco al thriller, actualmente sobreexpuesto a la extenuación, en parte a causa de la promiscua televisión, medio que tan bien renueva como agota?

Tenemos a una familia de delincuentes peligrosos en Melbourne, con un sutil punto psicópata, comenzando por Janine (Jacki Weaver), una abuela protectora de los suyos y guardiana de la familia, que habría admitido a Tony Soprano como un nieto sin muchas luces. Su mirada es de las que llenan el plano y trasladan inquietud al espectador por la ambigüedad de sus valores morales. Otro nieto, de apodo J (James Frecheville, que lleva su inexpresividad a cotas de gran brillantez), huérfano de madre drogadicta, será el polo opuesto sobre el que gravitará una trama basada con distancia en hechos reales ocurridos en 1988, cuando dos jóvenes policías fueron brutalmente asesinados, destapando una serie de consecuencias dramáticas.

Otro mérito de Michôd está en haber aportado una inusual verosimilitud a los hechos y los ambientes, además de lograr que en ningún momento el espectador se vea por senderos trillados una y mil veces. Nunca adivinas cuál será el siguiente paso, al tiempo que mantiene la tensión emocional a niveles de excelencia. Vemos a J amenazado por los suyos y acorralado por la policía para ejercer de soplón, pero al mismo tiempo sabemos que la abuela Janine tampoco dudará en firmar su ejecución, recurriendo a su red de sobornos.

El mundo que retrata Michôd arranca con una visión próxima al realismo social tan querido al cine británico para derivar en maneras de género que Scorsese asumiría de manera más operística, coreográfica, incluida la violencia seca, sin alardes obscenos. El inadaptado J, 17 años, se mueve entre el amor por su novia y la fidelidad a su familia, en principio algo incompatible. La tremenda secuencia final confirmará su opción.