Rumbo hacia la cita soñada

Marcos Pichel LUGO/LA VOZ.

LUGO

El luchador vilalbés José Cuba da comienzo a un nuevo curso, en año preolímpico, y deja atrás unos meses en los que asegura haber aprendido más que nunca

14 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Tanto José Cuba como su entorno tienen una fecha señalada en el calendario: verano del 2012, Juegos Olímpicos de Londres. Toda la preparación, todo el trabajo del luchador vilalbés se encuentra enfocado hacia la cita soñada por cualquier deportista. El 2010, que se cierra para él, ha significado un curso de transición, de aprendizaje, con alguna que otra decepción de esas que curten.

Un año en el que casi ha pasado más tiempo fuera de España que en su casa. Un año en el que el club, por primera vez, ha conseguido traer desde el extranjero sparrings para tener enfrente rivales de su nivel en los entrenamientos. Un año que cerró con el mal sabor de boca del Mundial, y del que sale con una mayor ansia competitiva. «Si no es el mejor, si es uno de los mejores de mi vida. He tenido buenos resultados, pero de los que más se aprende es de los malos. Lo que me pasó en el Mundial me puso en el lugar que debía», dice el titán del Club de Loitas de Vilalba sobre el puesto 22 en el que finalizó la cita de Moscú, en septiembre. En teoría, después tendría que haber disfrutado de unos días de descanso, aunque confiesa que lo único que quería nada más aterrizar en España era ponerse a entrenar aún más. Tuvieron que frenarle.

En crecimiento

Por primera vez, un luchador español de cualquier categoría compitió en la Golden League. Algo así como la Champions de la lucha libre. Un hito que marcó Cuba. «Eso hay que valorarlo de forma positiva, como las medallas en torneos internacionales», afirma.

Pero no se conforma con esos éxitos, como tampoco su entrenador, Iván Castro, sabedores de su potencial. Así, le pide que dé un paso al frente: «Tengo que esforzarme más, Iván siempre me lo dice». Para Castro, palabras de agradecimiento de su pupilo: «Aprendo de él cada día. Se preocupa por mí, y vive por y para la lucha, aunque no gana dinero con ella. Y su esfuerzo no está ni reconocido ni valorado». Es el gusto del deporte por el simple gozo de su práctica, pues en especialidades como esta, la recompensa siempre es infinitamente mayor en lo moral que en lo material.

Siente que ha dado un salto en el aspecto técnico. «Noto una mejoría muy grande», dice. Pero también en el mental, un hambre mayor de victoria, definida como una «especie de rabia». Que canalizó con los sparrings que le ayudaron en el verano, el ucraniano Sergey Priadun y el cubano Alexis Rodríguez. Contrincantes a su altura, que le obligaron a un esfuerzo máximo. «Cuando llegaba a casa, tenía que poner hielo por todos los lados», confiesa.

Le obligaron a dar todo de sí, aunque faltara el último paso la transmisión a la competición sobre todo en la cita mundialista. El que espera dar en un 2011 que comenzará a marcar su camino hacia Londres.