De China a Lugo pasando por las Bahamas

Carlos Vázquez

LUGO

El inglés Andy Peters se asienta en la capital tras tocar en cruceros y hoteles.

14 abr 2009 . Actualizado a las 20:11 h.

Andy Peters recorrió más de medio mundo antes de recalar en Lugo para enseñar inglés en la academia The English School situada en el casco antiguo. Apenas había cumplido los 10 años cuando sus padres le regalaron su primera guitarra. «Me gustaba Elvis Presley y de niño quería ser como él», explica este galés instalado en la ciudad de la Muralla desde hace dos años.

A su admiración por el Rey del Rock se une otra más cercana y familiar, la que sentía por un tío suyo, también guitarrista. Inmerso aún en ese viaje incesante, este trotamundos desvela aquí algunas de las vivencias que ha ido acumulando como socalcos a sus espaldas.

En sus ratos libres, Andy aprovecha para componer, tocar y también escuchar música en vivo. «La música en directo es algo más personal que nos permite establecer un vínculo estrecho con el artista», explica este galés que a sus cincuenta años no oculta que uno de sus mayores anhelos sería formar un grupo de blues. Y aduce razones: «Para poder tocar igual que B. B. King hasta los ochenta años. «En Lugo hay muy buenos músicos y bastantes locales donde poder escucharlos si se quiere», alega el guitarrista galés para no dar pie a coartadas falsas. Él mismo suele actuar cada mes en alguna de las salas que ofrecen música en directo.

Pese a haber transitado por los pasillos del mundo y haber vivido en lugares tan dispares, Andy Peters no ha olvidado aún su procedencia. «Soy galés y aunque me confundan con un inglés, no lo soy», asevera con humor británico. «Los galeses tenemos un idioma distinto, buen sentido del humor y nuestro clima se parece bastante al de Lugo», explica con actitud reflexiva. A la hora de pensar en esto, no duda en decidirse por el clima de Extremadura, donde también tiene una casa que conoció por internet. Las necesidades laborales le traerían después a Lugo.

Desde el punto de vista de un observador, opina que los lucenses somos un pueblo simpático que muestra grandes dosis de paciencia con los extranjeros que no dominan el castellano y mucho menos el gallego. «Yo no sé hablar gallego pero nunca he tenido la menor dificultad ya que la gente habla conmigo en castellano sin ningún problema», concluye Peters non sin antes reconocer que intenta leerlo siempre que tiene ocasión.

Por mar y océanos

Andy Peters conoció a Jane hace más de una década. Juntos decidieron formar el dúo Mirage (espejismo) para lanzarse al mundo del espectáculo. En aquel momento, todavía él daba clases de francés en un colegio de Londres aunque decidió dejarlo para emprender una carrera musical. Tras la buena acogida del principio, un agente les propuso llevar su repertorio de melodías actuales y música de los años 60 y 70 por cruceros y hoteles de gran categoría repartidos por los cuatro puntos cardinales.

Jane -ex compañera del grupo, ya disuelto- y él no se lo pensaron dos veces. Primero surcaron las aguas del Mediterráneo y más tarde, durante meses, estuvieron a bordo de un crucero que hacía la ruta de Florida a Las Bahamas. «La vida en el crucero fue dura. Aparte de tocar cinco horas diarias, también tuvimos que ayudar a la tripulación», subraya Peters, quien recuerda con desagrado los ejercicios que tuvieron que realizar con los botes salvavidas. El trabajo no le agradaba pero aún menos tener que recibir órdenes a todas horas. «A los artistas no nos gusta que nos den órdenes», advierte el músico, pese a reconocer que tocar en esos ambientes y en sitios tan dispares le dio la oportunidad de conocer a personas con acervos culturales muy distintos. «Cada noche en el crucero era una oportunidad más para conocer otra gente y cosas nuevas; me resultó muy interesante», asegura el galés, convencido de que de no haber estado allí quizá nunca hubiera aprendido el castellano ni hubiera llegado a Extremadura y a Lugo.

Exceso de alcohol

Con el dúo Mirage, Andy y Jane estuvieron de gira por toda Inglaterra, en China y después actuaron en los Emiratos Árabes, concretamente en la ciudad de Abu Dhabi, que pasa por ser una de las más ricas del planeta.

«En los hoteles vivíamos estupendamente. Teníamos habitaciones muy cómodas, piscina, gimnasio, buena comida y hasta un día de descanso», afirma satisfecho aunque reconoce que también sufrieron noches interminables.

La más larga, dice, fue aquella ocasión donde les invadió el espectáculo de la Fórmula 2. Los pilotos junto a los mecánicos y todo su séquito se hospedaba en el mismo hotel donde debían actuar y tras la carrera llegaron al hotel para complicarles las cosas.

«Era una marabunta de hombres con exceso de alcohol y muchas ganas de fiesta que nos obligó a tener que tocar ocho horas seguidas», lamenta el músico galés, recordando que solían trabajar para parejas y gente más tranquila. Andy Peters concluye indicando que «la vida del artista es muy complicada».