El Parador ha sido desde 1970 el primer centro de turismo rural de Galicia
01 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.El albergue de Os Ancares lleva el sambenito de ser de otra época. Lo fue cuando se inauguró en 1970, un hotel de lujo en medio de vivendas humildes y montañas que apenas daban de comer a sus hijos. Cuarenta años después se ha quedado obsoleto entre pallozas museo y los picos ancarinos, que aspiran a ser el parque natural, y precisa reformas que no llegan desde hace 15 años.
«Lo que más prisa tiene es el tejado, que esperamos cubrir totalmente de nuevo en breve», explica Alfredo Sánchez Carro, presidente del Club Ancares, que ostenta la propiedad del Albergue. Reconoce sin embargo que en estos momentos la asociación de montañeros carece de recursos económicos y espera afrontar la obra con una subvención pública. «Somos unos 400 socios, casi todos de antiguo y pagamos una cuota de 2.500 pesetas», matiza Carro.
El Albergue nació tocado por la gracia de Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, y reconocido cazador y amante de la naturaleza. Invitado por el diputado que después sería su delegado en Lugo, Sánchez Carro, aceptó promocionar Os Ancares. «Le impresionó el paisaje. Todos los años venía a cazar y se quedaba en el Albergue», recuerda Carro.
Aquel impulso le valió a la zona, siempre olvidada por la Administración, una pequeña puerta al progreso. «Se invirtieron dos millones y medio de pesetas en la carretera de Doiras y Degrada», destaca el presidente del club. El dinero público llegó también para el Albergue, que fue construido, según Carro, «en un 90% con una partida de la Delegación Nacional de Deportes».
Como una etiqueta de lujo, el albergue era más conocido por El Parador. No sólo Fraga, también el paso de otras personalidades, como los ex rectores de la USC, Ramón Masaguer y Ramón Villares. Son reminiscencias de aquel esplendor. O las placas en agradecimiento a una estancia inolvidable remitidas por excursiones de toda España, que hoy penden de las paredes. El Parador fue una institución, un atractivo, para los vecinos fue el local de referencia adonde llevaban a los invitados y un lugar de reunión. «Non, hoxe non imos, porque aquilo está abandoado», afirma un vecino.