Fundiciones Pardo aprobó el examen

LUGO

José Luis Otero y su esposa Carmela Rodríguez afrontaron el reto de mantener el negocio familiar, al que acaban de incorporar a sus hijos

11 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

José Luis Otero tuvo que dejar su plaza de profesor de Ciencias Sociales y Matemáticas en el colegio de los Maristas para asumir las riendas de la empresa de su suegro, Justo Rodríguez Pardo, que falleció debido a una enfermedad galopante, en junio de 1987. Estuvo a punto de arrojar la toalla en los primeros meses por falta de rentabilidad de una empresa que daba empleo a seis trabajadores y que se dedicaba fundamentalmente a hacer arandelas de cocina y parrillas para establos. Un encargo en la zona de Barreiros de un cierre, una barandilla y unas escaleras y los ingresos que generó abrieron nuevos horizontes al negocio. Otero asegura que en ese momento se dio cuenta de hacia dónde tenía que caminar, que era buscarle valor añadido a la fundición.

Gracias a la nueva orientación, Fundiciones Pardo se libró de formar parte del nutrido grupo de fundiciones de España que tuvo que echar el cierre y que porcentualmente, según Otero, representa el 90% en los últimos veinte años.

La apuesta permitió a esta empresa lucense, asentada en O Ceao, llegar a conseguir una plantilla de 70 operarios -quedan aún dos que empezaron con Justo Rodríguez- a poner en marcha siete naves y a fundir e instalar parte de las verjas de El Retiro, en Madrid; las impresionantes puertas de la sede del Banco Central, también en la capital de España y las barandillas de 15 puentes en Badajoz.

Si José Luis Otero y su esposa Carmela Rodríguez, que es la persona que se encarga de la informática de la empresa y que también dejó su plaza de profesora de Infantil para incorporarse al negocio, no vieran continuidad en la fundición, a través de sus hijos Justo y María, posiblemente su ritmo de trabajo no sería de tal intensidad.

Los hijos se incorporaron al negocio familiar después de terminar su formación. Justo, de 28 años, cursó Empresariales y su hermana, que ahora tiene 24, Derecho. Ambos prefirieron, con las muchas ventajas y no pocos inconvenientes que ello conlleva, incorporarse a la actividad de la familia, antes de entrar en un mercado laboral en el que a sus edades, los mileuristas son unos privilegiados.

La apuesta de Fundiciones Pardo es en estos momentos por la adaptación a las exigencias de un mercado en evolución. El 30% de la facturación de esta empresa lucense es ahora en piezas de acero inoxidable. Barandillas, escaleras, balcones, puertas y cancillas las realizan ahora con este material para obras de diseño más innovador que las que requerían el típico de la fundición tradicional.

El matrimonio Otero-Rodríguez no se arrepiente de haber dado el paso que dio en su día y cambiar la enseñanza por la empresa, aunque a veces eche de menos alguna de las ventajas de ser trabajador por cuenta propia, como las vacaciones, no llevarse las preocupaciones para casa y no tener que estar pendientes de las oscilaciones del mercado.