BENIGNO LÁZARE EL PULSO DE LA CIUDAD Orozco y Cela comparten una actitud franciscana ante la vida, pero enseñarán el diente si es preciso
03 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Al entrar en la casa consistorial lo primero con que se encuentra uno es con el belén. Se trata de una representación modesta, con una luz más tenue que la de la capilla del Ecce Homo de la Catedral y sobre todo, muy sencilla. Sin embargo, ojo, amigo y amiga contribuyente. Nada más lejos que cometer el error de calificar el todo por la parte. El auténtico belén no es el sencillo montaje del vestíbulo: está dentro. No hace falta gran imaginación para trasladar a José López Orozco y a Marcos Cela al claustro de un monasterio medieval, vestidos con hábito marrón y sandalias, paseando en silencio y con un libro entre las manos. Sin embargo, el destino los unió en un barroco palacio y en lugar de la contemplativa vida monástica tienen que discutir peseta a peseta y contenedor a contenedor con los mercaderes atraídos por las posibilidades de negocio que ofrecen la urbe y sus habitantes, incluso los desperdicios de éstos. Al menos en público, el alcalde cuando se enfada emplea argucias como modular menos la voz o repetir todas las frases varias veces para suplir su incapacidad para levantar el tono y hablar a grito pelado. A Marcos Cela uno tampoco lo vio nunca en trance similar. Sin embargo, durante la reunión celebrada anteayer a mediodía, en la que ambos sumaban cerca del cincuenta por ciento, salió alguna que otra chispa por las rendijas de la puerta. Ayer, Cela se alegró mucho de que Urbaser haya optado por la vía de la protesta burocrática y recordó que hace meses el Ayuntamiento ya había dispuesto sesenta millones de pesetas (360.607,26 euros) para pagar los platos rotos del aumento del servicio de limpieza. Pero también afirmó con rotundidad que no asumirán el pago de la antigüedad de la plantilla de la empresa y, si no les interesa seguir con el servicio, que se vayan del pueblo, que están otros a la cola. En eso coincide con el personaje del chiste de Gila.