La aldea de Vilar do Courel, el epicentro de la destrucción provocada por el fuego

Carlos Cortés
Carlos Cortés FOLGOSO DO COUREL / LA VOZ

FOLGOSO DO COUREL

Arrasada por las llamas la casa de Xan de Vilar, el museo etnográfico local

26 jul 2022 . Actualizado a las 17:09 h.

La aldea de Vilar es uno de los símbolos de la destrucción provocada por los incendios de este mes de julio en la Serra do Courel. Solo dos de las quince casas que tenía el pueblo siguen en pie después de que el fuego les pasase por encima a última hora de este domingo. Una de las viviendas destrozadas es la casa-museo de Juan Sánchez, conocido popularmente como Xan de Vilar, memoria viva del pasado reciente de O Courel. Él fue evacuado y está a salvo, pero de su casa y su museo etnográfico apenas quedan en pie los muros exteriores.

Un grupo de voluntarios se afanaban este lunes por la mañana por apagar las llamas que todavía ardían entre las casas de Vilar. Una de ellas era Tania Cobo, que clamaba por ayuda para combatir el fuego. «Fan falta máis medios», aseguraba mientras desenrollaba un tramo de manguera. Con ella, otros dos vecinos y un integrante de una brigada de bomberos forestales que ya había acabado su turno de trabajo pero decidió sumarse al grupo para echar una mano. Utilizaban el agua de una carroceta del Ayuntamiento. Les hacía falta más, pero no había ninguna disponible. Con el agua que tenían intentaron apagar los rescoldos todavía encendidos en la casa-museo de Xan de Vilar. No trataban de salvar esa casa, porque ya estaba prácticamente destruida, sino la que estaba al lado, que todavía seguía en pie.

De las quince casas que había en Vilar solo dos estaban ocupadas todo el año. Únicamente cuatro personas, incluido Xan de Vilar, tienen su residencia permanente en esa localidad. Los otros dos son un matrimonio de jubilados que son emigrantes retornados de Barcelona. Su casa se salvó. Buena parte de las otras trece viviendas que se quemaron eran utilizadas como segunda residencia, con más o menos asiduidad, por emigrantes oriundos de Vilar que acostumbran a volver con sus familias algún fin de semana o en verano. De la mayor parte de las casas tocadas por el fuego no queda más que los muros exteriores.

Las casa de Vilar no son lo único destruido en esta parte de la parroquia de Vilamor. La aldea está en el fondo de una ladera que empieza a caer en el Alto do Boi y llega hasta el río Lor. Toda la ladera está plantada con pinos de más de veinte años de antigüedad y de un porte considerable. No ha sobrevivido ni uno. Lo único verde que todavía se ve en la bajada a Vilar son algunas pequeñas manchas de vegetación autóctona, más resistente al fuego que los pinos. Prácticamente todas las aldeas de la Serra do Courel tienen un souto de castaños alrededor, pero el de Vilar era de los pequeños y no sirvió como barrera contra el fuego.

No muy lejos de la aldea está el castro de Vilar, que es junto con el de A Torre el único yacimiento arqueológico de esa época destapado e investigado en la Serra do Courel. El castro y la casa de Xan de Vilar son dos de los atractivos tradicionales para los aficionados a visitar estas montañas. Xan de Vilar empezó a poner en marcha su museo etnográfico en 1999. En él se podían ver piezas representativas de prácticamente todas las actividades económicas tradicionales de estas montañas.

Vilar es además una aldea que conserva sus tradiciones a pesar de que apenas retiene población permanente. Los vecinos, los que están a tiempo completo y lo que van solo cuando pueden, recuperaron este 15 de abril la celebración de un vía crucis a la manera tradicional, con una representación en vivo de la crucifixión de Cristo, tras dos años de parón obligado por la pandemia.

También en Río de Bois

Vilar es el único núcleo de población de Folgoso do Courel en el que el fuego llegó a destruir casas. De igual manera, en el vecino municipio de A Pobra do Brollón solo sucedió eso en un lugar, en la aldea de Río de Bois. En este caso se trata de un núcleo de población que no tiene vecinos que vivan allí de forma permanente. Allí ardieron cuatro casas, dos de ellas todavía utilizada de forma más o menos esporádica, una para reuniones de una peña de cazadores. Y también un par de alpendres abandonados.

«Dan ganas de chorar», afirmaba ayer Jacinto Frades, vecino de Monforte. Había ido a ver si se había salvado la casa de su madre. Con su padre, Valeriano, al lado contaba que la casa de su madre está abandonada y no la usan porque no está en condiciones. En todo caso, para ellos y las demás familias vinculadas al pueblo, Río de Bois sigue teniendo valor.