La memoria material de O Courel

carlos rueda, francisco albo QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

Desde hace doce años, la aldea de Vilar alberga un museo etnográfico

27 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El único museo etnográfico existente en el municipio de Folgoso do Courel no depende de ninguna institución pública ni cuenta con ayudas oficiales. Se encuentra en la aldea de Vilar, perteneciente a la parroquia de Vilamor, en el domicilio de Juan Sánchez Rodríguez, conocido popularmente por el sobrenombre de Xan de Vilar. Desde hace doce años expone al público su vasta colección personal de herramientas y utensilios tradicionales, reunida por su propia iniciativa, que permite conocer en detalle cómo se desarrollaba hasta hace pocos años la vida cotidiana en la sierra.

Las piezas reunidas por Xan de Vilar reflejan prácticamente todas las actividades propias de la cultura tradicional de la zona: carros de varios tipos, yugos de múltiples modelos, todos los aperos y herramientas que se utilizaban en la elaboración del lino, candiles y faroles de carburo y petróleo, distintas nasas empleadas para la captura de anguilas y truchas en el río Lor y elaboradas en la misma aldea de Vilar, utensilios de cocina, potes, sulfatadoras de cobre, un aparato de hacer fideos para la sopa, camas antiguas, bombos para asar las castañas, bandoxos (bandejas para pelar castañas), una amplia colección de llaves empleadas en cerraduras de distintas puertas, sierras de aire y portuguesas, arados romanos y de hierro, sachos...

En la actualidad, el propietario de este peculiar museo está preparando para una exhibir una completa colección de herramientas de carpintería. «Téñoas todas amontoadas e quero expoñelas enriba dun carro», explica.

Búsqueda por las aldeas

Para conseguir las piezas que muestra en su museo, Xan de Vilar recorrió pacientemente la mayor parte das aldeas de la sierra. Los utensilios para la elaboración del lino los consiguió en su propio pueblo. Una buena parte de los materiales fueron regalados y otros tuvo que comprarlos, pero algunas veces no pudo hacerse con piezas que le interesaban. «Hai xente que nin as dá nin as vende, prefiren deixalas apodrecer», comenta. El objeto por la que más dinero llegó a pagar, según recuerda, fue un antiguo pote de hierro.

Hoy en día, el creador del museo ya no suele hacer recorridos para buscar nuevas piezas para su museo. «Se encontro algo que me gusta, cómproo e nada máis», explica a este respecto. Pese a ello, la cantidad y variedad de objetos que expone es abrumadora. El local ya se le queda pequeño y debido al tamaño de algunas piezas, no le ha quedado más remedio que exponerlas en el exterior del museo.