Su matrimonio
La vinculación con Monforte le llegó por su boda con Loli, a la que conoció después de unas semifinales de copa Galicia entre el Lemos y el Arenteiro. «Estaba en el Celta, pero pedí permiso para disputar la copa con el Arenteiro a través de Herminio, un amigo. Cuando llegamos a Monforte quedé impresionado por el castillo y por la afición», señala.
Al acabar el choque, Quico pernoctó en Monforte con el presidente del Arenteiro. «Salimos de noche, y como conocía gente, me presentó a un grupo de mujeres. Allí estaba Loli. Estuvimos bailando. Después, el presidente y yo nos fuimos a dormir a la Estación, porque al día siguiente había que coger el tren para Vigo», afirma. Pero se quedaron dormidos y perdieron el tren, por lo que pasaron el día en Monforte, donde se encontraron de nuevo con Loli. «Era profesora y nunca salía, pero ese día sí lo hizo, y desde entonces ya sumamos 50 años juntos», concluye.
Tras el Lemos, Quico jugó en la Sarriana, donde se retiró. Entrenó a este equipo, al Outeiro de Rei, al Meira, a la Milagrosa y al Capilla. Hoy está dedicado a su hijo Mauro y a sus nietos.