Hoy se cumplen catorce años de la muerte del religioso calasancio, que será homenajeado en Monforte
23 abr 2016 . Actualizado a las 23:24 h.Solo el olvido nos ahoga, nos silencia, nos hace morir un poco dentro de nosotros mismos. Somos lo que somos, lo que fuimos y lo que seremos para otros que nos sobrevivan. Algunos tienen la virtud de ser ejemplo. Muy pocos. De ser esa huella en el camino. El camino de la vida. Un ejemplo, un legado, un comportamiento vital que trasciende al ser mismo. Esteban Martínez, padre Esteban, ha sido y será para quienes le conocimos, un maestro. Una persona excepcional. Un regalo y torrente de valores, amor, generosidad, entrega. Humanista y culto, sabio y sencillo. Humilde, torrente de sabiduría. Sin protagonismos de ningún tipo.
Este 19 de abril se cumplen catorce años de su fallecimiento en Madrid. El sábado se celebrará en Monforte un sentido y cálido homenaje a este hombre único, ejemplo de vida y entrega a los demás. De servicio y vocación. Su deseo era que sus restos fueran trasladados a Monforte. Se cumple su voluntad y Monforte y Galicia recuerdan y recordarán al Padre Esteban. Sesenta y cuatro años de su vida en el Colegio de los Escolapios, el viejo Colegio del Cardenal Rodrigo de Castro. Una misa de acción de gracias presidida por el obispo de Lugo iniciará los actos en la iglesia de los Padres Escolapios. Seguirá la presentación de un libro de semblanzas sobre su vida y su obra. Libro que recoge retazos de su vida, su ejemplo, su figura, su huella de la mano de doce personas -muchas de ellas exalumnos suyos-, que le conocieron, le admiraron y quisieron. El alcalde de Monforte, actual y anterior, el conselleiro de Economía, la familia, profesores del colegio, escolapios, periodistas y exalumnos glosan a través de un libro, maravillosamente editado por Teófilo, su obra, su bonhomía, su humanidad, su ejemplo y al que acompañan un extraordinario repertorio fotográfico.
Acto seguido se descubrirá un busto suyo esculpido por Manuel Silva y que es fruto de la generosidad de los monfortinos y el Ayuntamiento para recordar al padre Esteban. Concluirán los actos con una cena recuerdo y arropando a la familia del padre Esteban en el Parador de Monforte.
Huella inolvidable
Muchos seguimos disfrutando del calor de su recuerdo, de su ejemplo de vida y testimonio de entrega a los demás. Hoy solo quiero testimoniar su huella. Jamás olvidaremos a aquel escolapio porque sencillamente ya es inolvidable. Monforte y Galicia tienen una enorme deuda de gratitud hacia ese escolapio que vivió una vida de entrega y santidad. Hoy Monforte paga una deuda inmensa con un hombre y una comunidad. Al día siguiente de su fallecimiento salía publicada en varios periódicos gallegos un artículo sobre su vida y obra, en él se decía, escribí: «Siempre he creído en las personas sencillas y humildes que nunca se han ufanado ni vanagloriado por nada, y él encarnaba semejantes virtudes, porque era un hombre bueno, generoso, extremadamente austero, con una permanente sonrisa que infundía paz, y porque no pensaba en él sino en los demás, él que desde una innata sencillez era un hombre sabio». Aquel día, 19 de abril, una llamada desde Galicia, del padre Villar, me comunicó su fallecimiento en la madrugada. Era inesperado, pese a su delicada salud y la mejoría que había tenido la víspera, como así me testimoniaba el padre Ramón Prieto. Esa mañana los dos nos abrazamos ante la imagen inerte pero en paz de un hombre sencillo, único. El amigo se había ido ya. Tuve la fortuna de visitarle y compartir decenas de tardes en aquel Madrid y aquel ático de Gaztambide. De estar con él aquel 21 de noviembre de 2001, cuando cumplió 90 años. De ver la ilusión con que recibió las pruebas, la portada de su última publicación sobre el Colegio.
Allí, en la capilla de San José de Calasanz, ante sus restos, el Padre Ramón Prieto, con los que tantas tardes de viernes madrileñas nos habíamos reunido los tres, me dijo: «Padre Esteban fue la imagen más fiel que he conocido de san José de Calasanz». Un hombre bueno, un hombre santo, que hizo el bien, simple y llanamente, el bien. A todos. Sin temor, como la máxima agustiniana. Al día siguiente se ofició un funeral presidido por su sobrino sacerdote, Jesús María, y decenas de padres escolapios. Fueron muchos los monfortinos que se acercaron aquel día a Madrid, encabezados por el alcalde de entonces, Nazario Pin.
Sabio, generoso y humilde
Monforte y Galicia están de júbilo recordando y homenajeando a un hombre sencillo, humilde, generoso, afable, sabio que marcó tantas y tantas generaciones de monfortinos. Un hombre que supo escuchar, escucharnos a todos. Tributarle ese agradecimiento, recordarle, homenajearle nos hace sentirnos vivos, formar parte de una sociedad y un pueblo. Él nos une por última vez. La persona, el ser humano, que, con mi padre, más me ha marcado en mi vida. No hay día que no le recuerde. Recordémosle en Monforte a partir de ahora todos. Hasta la eternidad, viejo amigo, hasta pronto, maestro, hasta el cielo, flor escolapia, pues la muerte no existe, sólo la ausencia física.que no el olvido.
El sábado se inaugurará un monumento en la plaza de la Compañía
La brigada de obras del Ayuntamiento de Monforte colocó ayer por la mañana en la plaza de la Compañía el pilar de granito sobre el que se instalará un busto en memoria del religioso y profesor Esteban Martínez. El trabajo fue supervisado personalmente por el alcalde José Tomé. La estatua estará erigida en el entorno inmediato del Colegio del Cardenal, donde el homenajeado ejerció como profesor durante la mayor parte de su vida.
La inauguración del monumento se celebrará a las ocho de la tarde del sábado. Los actos de homenaje al sacerdote empezará a las seis, con una misa oficiada por el obispo Alfonso Carrasco en la iglesia del mismo colegio. En la misma jornada se inhumarán en el cementerio de Monforte los restos mortales de Esteban Martínez, que estuvieron enterrados en Madrid desde su fallecimiento en el 2002.
El religioso nació en 1911 en la localidad de Cubillos del Rojo, en la provincia de Burgos. En 1934 fue destinado a Monforte, donde residió de forma continuada -excepto una corta estancia en Alcalá de Henares- hasta 1998, época en que se trasladó a Madrid por motivos de salud. Además de su labor docente, destacó como estudioso y divulgador del patrimonio histórico de la ciudad y en especial del Colegio de la Compañía, sobre el que publicó varios trabajos.