Un cuerno de unicornio y 5.000 misas

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Publican por primera vez el testamento del sexto conde de Lemos, muerto en 1601

29 mar 2016 . Actualizado a las 17:41 h.

Hasta ahora nadie había encontrado en los archivos históricos de Galicia o de otras partes de España ninguna copia del testamento del sexto conde de Lemos, Fernando Ruiz de Castro, que murió en 1601 siendo virrey de Nápoles. La historiadora monfortina Manuela Sáez localizó en tiempos recientes este documento en el Archivo de Protocolos Notariales de Nápoles y lo ha reproducido íntegramente en un trabajo publicado en la revista Annali, que edita la universidad napolitana L'Orientale. El texto con las últimas voluntades del conde fue redactado por su secretario Andrés de Tovalina el 13 de octubre del mencionado año, solo seis días antes del fallecimiento del noble.

Como era habitual en esa época y entre personajes de su clase social, Fernando Ruiz de Castro dejó encargado que se oficiasen actos religiosos en su memoria, que en su caso fueron especialmente numerosos. En su testamento pidió por una parte que se celebrasen «cinco mil misas por mi ánima y por la de las personas a quien tengo obligación en honra y gloria de la pasión de Cristo mi señor». Por otro lado, estableció que todos los lunes del año se oficiase una misa en su memoria en la antigua iglesia monfortina de A Régoa -situada en la actual plaza de España- y pidió que estas celebraciones tuviesen carácter perpetuo, algo de lo que deberían ocuparse sus legítimos sucesores. El conde determinó además que una parte de sus bienes se destinasen a dar limosna y a vestir a «algunos pobres». La cantidad que debía gastarse en ello quedaba a criterio de su viuda, Catalina Gómez de Sandoval, y de sus otros testamentarios.

En el documento se consignan además diversas obras de arte y valiosos objetos suntuarios que el conde repartió a su muerte entre sus sucesores. A su hijo primogénito Pedro Fernández de Castro, que sería el célebre séptimo conde y también virrey de Nápoles, le dejó un recuerdo singular: «un cuerno de unicornio y una pata de la gran bestia». Este objeto debió de consistir sin duda en un cuerno de rinoceronte, una pieza de origen exótico que -según apunta Manuela Sáez- era muy estimada entre los miembros de las clases acomodadas de aquella época.

Cuchillos y piezas de cristal

Asimismo, Fernando Ruiz de Castro legó a su cuñado el duque de Lerma un cuchillo de acero damasquinado con el mango de lapislázuli y otros dos guarnecidos con cornalina y oro. A su hija, la condesa de Gelves, le dejó «un barquito de cristal». Sáez señala que los objetos ornamentales de este tipo eran comunes entre la nobleza de esos tiempos y que solían tener un valor altísimo. El conde poseía también una colección de cuadros, que repartió entre sus hijos Pedro -a quien le tocaron los retratos- y Francisco, quien se convertiría en el octavo conde de Lemos tras la muerte de su hermano mayor.

El trabajo publicado por Manuela Sáez recupera además otros documentos relacionados con la historia de Monforte que descubrió en el mismo archivo histórico de Nápoles. Uno de ellos es un extenso inventario de los enseres que poseía la sexta condesa de Lemos, redactado en Nápoles cuando esta -ya viuda- se disponía a regresar a España por mar en 1602. En la lista figuran numerosos muebles, piezas de ropa, objetos de adorno, utensilios e incluso armas, que dan una idea muy fiel de cuáles podían ser las posesiones domésticas propias de de una familia noble entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII.

Una valiosa biblioteca

Otro documento rescatado del referido archivo al que Manuela Sáez concede especial interés es un testamento dictado por fray Diego de Arce, obispo de la diócesis italiana de Cassano y amigo y antiguo confesor del sexto conde. El religioso, que era una importante bibliófilo, legó a Fernando Ruiz de Castro y a su esposa toda su biblioteca personal. Esta valiosa colección de libros fue mencionada también en el testamento del séptimo conde de Lemos, donde se le asigna un valor monetario de en torno a 2.000 ducados. Sin embargo, los libros reunidos por Diego de Arce fueron puestos a la venta a la muerte del conde y la biblioteca se dispersó.

«No sabemos dónde fue finalmente enterrado Fernando Ruiz de Castro»

Desde hace mucho tiempo, Manuela Sáez lleva investigando la huella que dejaron los condes de Lemos en el antiguo virreinato de Nápoles.

-¿Se cumplieron todas las voluntades del sexto conde en su testamento?

-Una de las más importantes, la referida al lugar de su entierro, no se cumplió. Primero quiso ser sepultado en un convento franciscano de Nápoles y después ser trasladado a España, al lugar que eligiese su esposa. Pero después de este traslado se pierde su rastro y no sabemos dónde fue enterrado. La condesa recibió sepultura en el convento de las clarisas de Monforte.

-¿Los bienes que se mencionan en el testamento del conde o el inventario de la condesa se conservan en algún sitio?

-Las únicas piezas que creo haber localizado son unas pinturas de ermitaños que aparecen en el inventario de la condesa. Todo indica que son unas obras que hoy se conservan en el convento de Monforte. De lo demás no parece haber quedado mucho.

-¿En ese archivo hay más documentos relacionados con la historia de Monforte?

-Los que publiqué en este trabajo son los que tienen más vínculos con Monforte de todos los que encontré. Pero en el archivo donde se conservan hay muchos más documentos de los tiempos en los que fueron virreyes los condes de Lemos y también los condes de Benavente y los duques de Osuna. Es una colección muy valiosa de documentos notariales que está sin estudiar y que espero que también sea útil a otros investigadores.