Cuidaba de un hermano inválido por culpa de otro accidente

La Voz

LEMOS

25 ene 2015 . Actualizado a las 17:06 h.

En el momento en que su hermana fue atropellada, Nilo Fernández la esperaba en la casa que compartía con ella en la calle Portomarín porque había quedado en ponerle la cena cuando volviese del paseo. Cuidaba de él como había cuidado de su madre hasta que esta falleció justo un año antes del atropello. Nilo se enteró de lo que había pasado por un vecino que corrió a avisarlo desde la avenida de Monforte, a poco más de cien metros de distancia. «Según me contaron, o coche escapou por esta mesma rúa», recuerda. Efectivamente, los testigos dicen que después de atropellar a Concepción, el conductor tomó el siguiente cruce y se metió en la calle Portomarín. Tuvo que pasar por delante de la casa en la que Nilo esperaba que su hermana volviese.

Concepción atendía a su hermano, cinco años mayor que ella, desde que el hombre se quedó parcialmente incapacitado en un accidente de tráfico. Un amigo lo llevaba en coche a ver una de las primeras ediciones de la subida automovilística a Chantada y cerca del concesionario de Seat en la carretera de A Barrela se salieron de la calzada y chocaron contra un muro. Él se llevó la peor parte. Sufrió una lesión medular que desde entonces le dificulta mucho caminar y le obligó a dejar su trabajo como técnico en electrónica de una empresa constructora.

Una llamada anónima

«Paseino moi, moi mal», dice Nilo cuando recuerda lo que le sucedió a su hermana. Al principio, el jefe de la Policía Local cuando se produjo el suceso, Horacio Ledo -ahora ya jubilado? lo visitaba de vez en cuando para irle contando novedades. Tiempo después, alguien llamó por teléfono a casa de Nilo para prometerle información sobre el atropello. Nunca volvió a llamar. Diez años después, ya está resignado a que la muerte de su hermana se quede sin culpable. «Agora xa que se vai facer», se pregunta.

El consorcio de seguros le pagó 60.000 euros como compensación. Su abogado le dijo que si llega a aparecer el culpable y una aseguradora concreta se hiciese cargo de la indemnización, el montante podía haber sido fácilmente tres veces superior. No le hubiera venido mal. «Estas cousas non se compensan con cartos», dice. No, pero su pensión de invalidez no alcanza para pagar una cama en una residencia de ancianos. Con la ley de dependencia le asignaron al cuidador que lo atiende 65 euros mensuales. Las primeras políticas de austeridad los dejaron en 55. Ahora ya no cobra nada.