El San Mateo pierde gente pero conserva energía

carlos cortés texto MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

Menos público que otros años en la popular fiesta campestre de A Parte

22 sep 2012 . Actualizado a las 16:02 h.

Paco López vive en Maceda de lo que le da su huerta biodinámica y de las monedas que gana tocando la gaita de fiesta en fiesta. Ayer llegó a la romería de San Mateo a las dos de la tarde, cuando la orquesta apuraba la sesión vermú y la gente se preparaba para lanzarse sobre el pulpo y las empanadas. «Eu sempre empezo cando acaba a orquestra», dice. Un día flojo no consigue ni cincuenta euros. Si se da mejor puede llegar a los cien. Él no cree que eso dependa del tamaño de la fiesta, sino de la influencia astrológica con la que el personal se haya levantado de la cama. «Se hoxe é un día raíz, darase ben, pero se resulta que é un día terra...». En cuanto llega al campo de la fiesta, una chica coge al gaiteiro biodinámico del brazo y se lo lleva para que toque en la mesa en la que ya comen sus amigos.

Pero la verdad es que un primer vistazo al campo de la fiesta de la parroquia monfortina de A Parte ya deja ver que aunque haya mucha gente no es precisamente el San Mateo más multitudinario de los últimos años. Abundan los asientos libres en las pulperías y no se ven aglomeraciones ni en el campo de la fiesta, ni en los prados del otro lado del río Cabe, territorio mayoritariamente juvenil donde los tenderetes para comer están cerrados con plásticos que evitan miradas indiscretas y el alcohol corre incluso más rápido que en el resto de la romería.

Allí pasó la noche del viernes al sábado Iván Armesto, de 18 años, de Escairón y estudiante del Daviña Rey, con otros veinte amigos y compañeros de instituto. «Había que coidar disto», explica. «Esto» es el «disco bar Terraza», una plataforma de dos metros de altura coronada con dos grandes altavoces, que tenía todos los boletos para convertirse en el centro de la fiesta cuando avanzase la tarde. Este año esos prados no se plantaron con maíz, así que nadie tuvo problema para plantar allí los veinte o treinta tenderetes preparados este año en esa pare de la tomería.

Media tonelada de pulpo

A esa hora tampoco había problemas para cruzar el puente peatonal que comunica las dos orillas, habitual punto de atasco y buen termómetro para medir la afluencia de público. De vuelta al otro lado, en las cantinas del campo de la fiesta se puede pedir una cerveza sin tener que esperar y en la mayor parte de las pulperías parece sobrar personal. Aurora Fernández Villanueva es de Rubián y este año es el primero que viene al San Mateo a trabajar. Ellos vinieron cargados con media tonelada de pulpo. «É para o mediodía e para a noite», explica. Pero mucho tendrían que vender en la cena para agotarlo, porque a las tres de la tarde no habían servido más que setenta kilos.

El monfortino Manuel Luis Vázquez no se paró en las pulperías porque tenía su propio sitio para comer con sus amigos. Asiduo a la fiesta desde hace veinticinco años, admitía ver mucha menos gente de lo habitual y aventuraba posibles razones para explicar el bajón. «Hay gente que trabaja -dice- que ahora no se puede permitir el perder una tarde y muchos jóvenes que otros años venían no se atreven a pedir el día libre».

Javier Fernández es de los que ayer trabajaban, pero a pie de romería. Operario del grupo municipal de intervención rápida de Monforte, tuvo que vigilar el acceso de coches a la fiesta y a los campos habilitados como aparcamientos. Empezó a las ocho de la mañana y le tocaba terminar a las tres. Media hora antes de quitarse el uniforme no había visto ninguna incidencia fuera de lo común. Cuando empezó su turno aún no había amanecido, pero no parecía estar cansado. «Cando acabe ireime cambiar e darei unha volta por aquí», dice con cara de que la vuelta será larga.

Y es que con crisis o sin ella, al San Mateo se va a divertirse, cada uno con su horario y sus prioridades. Cuando los jóvenes que habían pasado la noche al otro lado del Cabe empezaban a desperezarse, decenas de vecinos de A Parte y de los pueblos vecinos asistían a las primeras misas en la iglesia de la parroquia. A medida que avanzó la mañana fue creciendo también el número de devotos y de simples curiosos que acudieron a presenciar las procesiones alrededor de la iglesia con el santo, especialmente influyente en el alivio de males de oído, según la tradición católica.

Pocos fueron a pie

Solo unos pocos habían hecho el tradicional recorrido a pie desde Monforte. Promocionado en otras ocasiones por el Ayuntamiento, este año no hubo sorteo de premios entre quienes eligieron caminar para llegar a la fiesta, con parada en la iglesia o no. Fueron más los que decidieron recurrir a la línea especial de autobús con salida en el barrio de O Morín y muchos más los que echaron mano del coche.

Las plantaciones de maíz redujeron esta vez el espacio disponible, pero a pesar de eso nadie tuvo problemas para aparcar relativamente cerca de la fiesta y apenas se vieron atascos para llegar. Las fuerzas de seguridad esperaban más problemas de tráfico por la noche, cuando todos empiecen la vuelta a casa.

A esas horas, todos tendrían ya hecho su balance del San Mateo 2012. También Paco, el gaiteiro de Maceda. A media tarde no parecía defraudado. «Pouca xente? Pode ser, pero hai moita enerxía», decía con una sonrisa de oreja a oreja.