Los últimos ganaderos de Negueira

Benigno Lázare

LEMOS

En el municipio menos poblado de la provincia solo quedan media docena de familias que tienen vacas, todas de carne y la explotación más grande está en Murias

13 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A pesar de ser el que tiene menos habitantes de la provincia y el tercero o cuarto por la cola en extensión, media docena de ganaderos son muy pocos incluso para un municipio de esas características. Esos son los que quedan en activo en Negueira de Muñiz, casi todos al borde de la jubilación.

En otros tiempos las vacas eran el sustento básico en todas las aldeas y durante los años del desarrollismo agrícola los ganaderos de Negueira se sumaron a la producción de leche. En estos momentos la breve cabaña está orientada exclusivamente a la producción de carne debido a la imposibilidad orográfica de que las cisternas lleguen a las explotaciones.

De las seis que se mantienen, cinco están situadas en la margen izquierda del río Navia y la otra está del lado de Asturias, el que durante muchos años permaneció casi incomunicado debido al embalse de Grandas, y todavía hoy es necesario dar un gran rodeo para cruzar. La más grande de todas es la del matrimonio formado por José Díaz Graña y Carmen Barcia Barcia, en Bustelo de Murias. Hasta hace unos meses tuvieron más de 40 vacas, casi todas de la raza asturiana de los valles, y una media de 30 terneros.

El marido tiene 62 años y la mujer va a cumplir próximamente 58, por lo que decidieron acogerse a un programa de reducción de la cabaña, subvencionado por la Xunta. Pese a ello, aún se quedaron con una treintena de madres reproductoras, además de un toro y alrededor de 27 terneros que están engordando. La reciente compra de unas fincas les permitió seguir con un número de reses relativamente alto y poder optar a las ayudas, porque el programa establece unos porcentajes de reducción de la actividad.

Si les conceden las ayudas, José y Carmen esperan recibir alrededor de 8.000 euros, que pese a ser una cifra moderada dicen que les compensa porque, por una parte, el precio de la carne se mantiene casi invariable desde hace un par de décadas, y por otra, consideran necesario reducir paulatinamente el trabajo e ir preparando la jubilación. Tienen hijos pero no se dedican a la ganadería.

Hace años tenían la mitad de las vacas dedicadas a la producción de leche y la otra a carne. Como los camiones grandes no se pueden manejar en la mayoría de las aldeas, tenían que conservar la leche en tanques refrigerados y sacarla en bidones a la parte alta del municipio, con lo que el precio todavía era bastante más bajo que el habitual.

Las vacas de la raza asturiana de los valles, además de producir una carne de buena calidad, son duras y apropiadas para zonas de montaña. Entre terrenos propios y arrendados o cedidos por vecinos que no los explotan, José y Carmen disponen de unas 45 hectáreas, por lo que incluso antes de reducir la cabaña cumplían los parámetros de la ganadería extensiva.

Las vacas rematarán hoy un encierro continuado de ocho días debido a la nieve. Pero salvo estas raras ocasiones, las que no tienen crías no pisan la cuadra y las demás lo hacen solo por la noche o a determinadas horas del día para amamantar los terneros, que en los meses iniciales también andan sueltos por los prados y montes.