Rastros de viejas pescas en Pantón

C. Rueda / F. Albo

LEMOS

La aldea de San Cosmede, en la parroquia de Pombeiro, conserva vestigios de la antigua actividad pesquera del Sil, entre los que figuran viveros de lampreas

25 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Hace unos doce años llegar a San Cosmede, en la ribera de Pantón, era algo que daba su trabajo. La única vía de acceso a pie consistía en un sinuoso camino que, procedente de Pombeiro, pasaba por O Preguntoiro y se bifurcaba a la altura de Penaveada. El ramal de la izquierda seguía hasta la aldea de Lornís y el de la derecha, a San Cosmede. Pero el transporte de personas y de vino se hacía sobre todo en barca, por el cauce del Sil. El embarcadero de San Cosmede estaba unos trescientos metros río abajo del pueblo, en el lugar de A Moreira. Los vecinos lo empleaban para pasar a la ribera ourensana, donde tomaban el camino de la ermita de San Xoán y del monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil.

San Cosmede presenta hoy un singular interés etnográfico e histórico, ya que conserva huellas de la actividad pesquera artesanal que caracterizó a muchas poblaciones de la Ribeira Sacra. Para llegar al pueblo hay que salir de Ferreira de Pantón por la carretera que lleva a Santo Estevo. En el kilómetro 11,4 aparece a mano derecha un desvío hacia San Cosmede, distante dos kilómetros del cruce.

Desde el siglo XIII se conoce la existencia de foros que regulaban la pesca en esta parte del río. Una parte de las capturas, que consistían en lampreas, anguilas, truchas y otras especies, debía ser entregada a los frailes de Santo Estevo, que eran quienes poseían y aforaban las pesqueiras. Como en muchas otras regiones fluviales, en la Ribeira Sacra se construyeron viveros para conservar vivas y frescas las piezas capturadas. En San Cosmede pueden verse aún algunos de estos viveros, vestigios de una práctica que fue común en la Edad Media y pervivió hasta tiempos bastante recientes.

Junto a las fuentes

Estas construcciones se sitúan normalmente junto a los manantiales, que los abastecían de agua. Los dos viveros que pueden verse hoy se llaman, respectivamente, de O Regato y de A Fontiña. Este último pertenecía a una casa de igual nombre y disponía de un estanque que servía para regar cultivos próximos. Los viveros son una especie de estanques cubiertos -de notable amplitud-, para los que se aprovecharon las oquedades naturales de las rocas, cerrándolas con piedras y cantería. El único acceso desde el exterior es un ventanuco por el que se echaban y se recogían las piezas vivas. Aparentemente están en condiciones de ser utilizados de nuevo, aunque tras muchos años de abandono, están desprovistos de agua y repletos de vegetación.

En la casa de Eliseo do Campo se conserva algún ejemplar de las nasas que se usaban antaño para pescar lampreas y anguilas. En esta casa estaba además la única forja de San Cosmede, que funcionaba hace unos quince años. La fragua conoció una gran actividad cuando se construyó la carretera que pasa por los embalses del Sil. Eliseo elaboró entonces barrenas y herramientas para los obreros que trabajaron en aquellas obras. El herrero de San Cosmede también ejercía de augardenteiro y fue a menudo con su alambique a Lornís, Frontón, Seragude, Deade..., Lo más complicado de este trabajo, según recuerdan sus parientes, era el transporte del pote, que era llevado primeramente en barca y después en una carreta tirada por una burra y una vaca.