Amandi pone una pica en China

Luis Díaz
Luis Díaz MONFORTE

LEMOS

La marca Guímaro prueba suerte con sus vinos en el gigante asiático La bodega de Sober enviará un lote de 120 cajas para una misión comercial en ciudades chinas

28 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Las bacanales de los césares romanos son agua pasada. Los vinos de Amandi han dejado atrás el terreno resbaladizo de la mitología y andan a la procura de mercados poco trillados por la competencia. Primero les dio por coquetear con algunos países europeos, a cuenta de la arraigada morriña gastronómica del emigrante galaico. Luego se atrevieron, también tímidamente, con los distribuidores estadounidenses, siempre ávidos de novedades aunque sea en miniatura. Pero nadie hasta ahora se había decidido a ir tan lejos como la bodega Guímaro, que tiene preparado el primer lote etiquetado en la denominación de origen Ribeira Sacra con destino a China. Guímaro, una bodega familiar de Santa Cruz de Brosmos, que actualmente alcanza una producción de 50.000 litros anuales, se animó a dar el paso al mercado internacional hace tres años, de la mano de unas importadoras de Estados Unidos. «Estaban alojadas en la Casa Grande de Rosende y nos llamaron para probar el vino. Les gustó e incluso nos hicimos amigos. Desde entonces todos los años mandamos una partida de mencía para Seattle», explica Pedo Rodríguez, heredero de esta estirpe de vinicultores. Una de aquellas importadoras estadounidenses repetiría su visita a la Ribeira Sacra, esta vez acompañada de su familia, después de quedar enganchada por la espectacularidad del paisaje del Cañón del Sil. Pedro Pérez vislumbró entonces que la viticultura heroica tenía gancho suficiente para no tener limitar el horizonte de las ventas a los restaurantes de A Coruña o Vigo. «Lo de China también surgió sin que nos lo propusiésemos. Vimos una publicidad de una empresa interesada en distribuir vinos de toda España en ese mercado y les ofrecimos el nuestro. Lo probaron y decidieron incluirlo en su promoción», detalla el bodeguero de Sober. Guímaro tiene listo para exportar a China un palé de 120 cajas con el etiquetado debidamente traducido a ese idioma. «El papeleo no es más engorroso que para exportar a otros países, pero la traducción tiene su miga, porque ellos no comparten nuestro alfabeto», detallan en la bodega. Detrás del albariño De resolver los trámites para la exportación y de elaborar las etiquetas se ha encargado la empresa distribuidora, que trata de abrir mercado en las ciudades más occidentalizadas de China, un país que va camino de desbancar a Estados Unidos como mayor consumidor del mundo. Este crecimiento no pasó desapercibido al consejo regulador de Rías Baixas, que participó recientemente con sus albariños a una misión comercial en Shangai. «El salario mínimo es muy bajo, pero hay mucho nuevo rico y también occidentales que acuden a China por motivos de negocios. La promoción de vinos se destina a esta gente, que tiene un mayor poder adquisitivo», relata Pedro Rodríguez. De la aceptación que tenga esta embajada comercial dependerá el futuro de las exportaciones de esta marca de Ribeira Sacra al mercado chino. Por el momento, el bodeguero se toma la aventura con humor: «mejor que no les guste demasiado, porque si se ponen a beber vino acaban con el de todo el mundo». A fin de cuentas, son 1.300 millones de almas y una economía en crecimiento.