Listas rápidas y con problemas

LEMOS

ÓSCAR CELA

Reportaje | Cómo cubre las bajas la Xunta Los sindicatos detectaron algunas deficiencias en las notificaciones de burofax que realiza Correos para cubrir puestos de las sustituciones de los centros de las diferentes consellerías

18 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

?iles de personas de todas las categorías profesionales y de los diferentes niveles están inscritas en las listas rápidas para sustituciones de la Xunta, de las que está excluido el Sergas, cuyos llamamientos realiza la Consellería de Presidencia. Desde una oficina del edificio administrativo de la Xunta realizan las llamadas telefónicas o envían los telegramas para citar a las personas para que ocupen las plazas que van surgiendo y que hay que cubrirlas a veces con horas de diferencia -no se puede dejar a los niños de un colegio sin cocinera- o con días. El sistema de llamamientos los controla un ordenador, que es el que da el nombre y los datos de la persona que figura en la lista, siguiendo un rigurosos orden y que emite un certificado de todo el proceso, que queda registrado y al que se le puede seguir el rastro. Los llamamientos, según diversas fuentes consultadas, se rigen por una serie de normas, que obligan, entre otras cosas, a la persona que está en la relación a permanecer disponible de 8 de la mañana a 3 de la tarde para atender la demanda. En caso de que rechace el puesto que le asignan, sería penalizada con la exclusión de las listas durante un año. Los sindicatos, que controlan los llamamientos y los propios interesados se ven obligados a presentar reclamaciones por exclusiones de las listas que resuelve una comisión que se reúne periódicamente en Santiago. Muchas de ellas se deben a desajustes de Correos en el envío de los burofaxes y de los telegramas, que suponen la eliminación de las listas rápidas, hasta que se realiza la reclamación correspondiente y se constata que el error es de la empresa encargada del reparto. Correos, según fuentes consultadas, admite su culpa en algunas ocasiones y emite los certificados correspondientes que llevaron a algún sindicato a reclamar el abono de los salarios de los días de trabajo perdidos. Se dio algún caso en el que el telegrama salió de Lugo, llegó a la oficina de destino, pero no lo repartieron porque el cartero ya había efectuado el recorrido por la zona rural y quedó depositado hasta el día siguiente. De los avatares de telegramas y burofaxes queda el correspondiente rastro, que permite acreditar si el destinatario no fue a buscarlo porque intuía que no le interesaba el puesto para el que lo citaban o por problemas en el servicio de reparto. Correos además emite certificados que pueden ser utilizados en las reclamaciones ante la comisión de listas. Eso sí, no son gratuitos, cuestan ocho euros en un caso y once en el otro, pero permite acreditar que si no se cubrió el puesto de trabajo fue porque la notificación no llegó a tiempo. O, si lo hizo, pero el interesado no recogió el envío. Y, es que en todos los casos la culpa no es achacable al cartero ni a Correos, sino al propio integrante de la lista que, intuye o sabe que vacantes quedaron y por cuanto tiempo y prefiere que corra el turno para acceder a una sustitución más jugosa. De todas estas tretas es conocedora la administración, que con normativas, sistemas informáticos y controles pretende hacerles frente. En los llamamientos telefónicos también existen picardías. En caso de no contestar a la llamada, corre el turno en la lista, pero la persona no es penalizada. Si contesta y rechaza el puesto porque no puede acudir, sí que queda excluida de las listas. Las terminaciones telefónicas de presidencia circulan de boca en boca, tanto para atender la llamada como para rechazarla. Las llamadas telefónicas las realizan los funcionarios con la presencia de los sindicatos. Hasta el mes de julio están supervisando UGT y la CIG y a partir de ese mes toman el testigo Comisiones Obreras y CSIF.