Mónica Esgueva, experta en meditación: «He trabajado con famosos y millonarios y tienen los mismos problemas que los demás»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Mónica Esgueva es maestra de meditación y experta en crecimiento personal.
Mónica Esgueva es maestra de meditación y experta en crecimiento personal.

La especialista se ha formado con el Dalai Lama y tiene más de 15 años de experiencia impartiendo retiros y cursos de mindfulness

06 mar 2025 . Actualizado a las 12:51 h.

Mónica Esgueva es pionera en la introducción del mindfulness en organizaciones en España. Desde el 2008, guía retiros de meditación e imparte talleres sobre el tema. Estudió meditación con lamas tibetanos en la India y en Nepal, donde recibió enseñanzas del Dalai Lama en repetidas ocasiones. La experta acaba de publicar Siete pasos hacia la sabiduría (Urano, 2025), un libro en el que explora la riqueza de estas tradiciones orientales adaptándolas al pensamiento occidental para proponer un camino que cualquiera puede emprender para incrementar su bienestar.

—¿Cuál es el rol de la sabiduría en nuestro bienestar?

—Solo hay que echar un vistazo alrededor y ver los datos. Hoy en día en España hay un 16 % de personas que padecen de ansiedad, un 17 % de depresión y un 34 % dicen que están en estados de estrés. Estamos hablando de unos porcentajes altísimos de malestar y yo creo que nunca antes hemos estado en esta situación. Esto nos dice que la sociedad materialista y superficial en la que vivimos no funciona. Si lo que están haciendo las personas en esta sociedad parece que no funciona, quizás sea el momento de pensar en hacer las cosas de otro modo.

—Explica que tenemos una necesidad de autorrealización que incluso estaba presente en el modelo de las necesidades de Maslow. ¿Cómo podemos empezar a satisfacerla?

—Una vez que ya hemos cubierto las necesidades básicas, que son las de comer, beber, refugiarnos, estar protegidos y estar conectados con otros seres humanos, llega un punto en el que todo eso está resuelto y entonces el ser humano dice: "Bueno, ¿y ahora qué? A ver si soy capaz de sacar todo mi potencial, a ver si soy capaz de sacar todas esas pasiones que son las mías propias, todos esos talentos que yo tengo para poder aspirar a autorrealizarme. Porque el ser humano lo que quiere es estar en paz, tener alegría, disfrutar de la vida, conectarse con los demás y dejar una huella positiva en el mundo, no una huella negativa. Tarde o temprano, esta búsqueda le llega a todo el mundo. Cuando este impulso aparece, nos da la motivación para llegar a algo más profundo. Si ya hemos sacado nuestro propio potencial, ¿qué podemos hacer por los demás? ¿Qué pasa si en lugar de hacer daño a los demás para poder subir más alto en la escala del estatus, del dinero, del poder, lo que intento es dejar el mundo un poquito mejor de lo que yo lo tomé? Para eso, tenemos que desapegarnos de nuestro ego.

—¿Por qué hay que salir del ego?

—El ego es una construcción de la mente, es como una app que tenemos desde que nacemos. Y esta app nos va haciendo creer que estamos todo el tiempo en una competición con los demás y que nos tenemos que comparar continuamente con ellos. Nos lleva a creer que vivimos en un mundo de escasez en el que para sobrevivir tenemos que luchar y si hace falta hay que dar unos codazos. Y eso es lo que nos lleva a la ansiedad, al miedo, a la intranquilidad, a la desazón, a la depresión, a la envidia. Esa parte de nuestra mente es la que va creando todos los sentimientos negativos y nos hace creer que lograr las metas, tener más dinero, más seguidores, tener un mejor puesto, tener una pareja estable o más placer, que todo esto es lo que por fin nos traerá esa serenidad a la que aspiramos. Pero ese es el ego engañándonos porque yo he trabajado con famosos, celebridades y millonarios y todas esas personas tienen los mismos problemas que los demás. Porque tener más no nos va a traer esa plenitud a la que aspiramos, porque es algo interno, no externo.

—¿Cree que vivimos en una época en la que distanciarse de ese ego es particularmente difícil?

—Sin duda. Porque vivimos bombardeados de una cantidad de información que no somos capaces de digerir. Entonces, las personas cada vez más funcionan como autómatas. Se levantan, desayunan, van al trabajo, comen, ven Netflix o las redes sociales o la televisión, se acuestan y otra vez lo mismo al día siguiente. No tienen el espacio ni el tiempo para preguntarse por el sentido de su vida y lo que realmente desean. Nos dejamos llevar por el mundo como ovejas en un rebaño y para explorar ese despertar en nuestra vida hay que buscar el tiempo. Si estamos todo el rato distraídos, con el teléfono, con la televisión y con todo lo que nos llega a través de los sentidos, es imposible que lleguemos a preguntarnos por algo más que nuestra supervivencia.

—¿Cuáles son algunas creencias de las que nos deberíamos distanciar para alcanzar la sabiduría?

—La principal es la de creer que algo de fuera me va a llenar los vacíos internos. Esta es la gran mentira que nos hemos creído. Incluso cuando lo conseguimos, esa gran meta o ese deseo que por fin logramos, hay que preguntarse, ¿cuánto te dura ese subidón? El éxtasis dura unos minutos, unas horas, unos días a lo sumo y luego ¿qué? Vamos a por la siguiente cosa. Porque los vacíos internos se llenan con cosas internas, con esa paz, con ese agradecimiento, con ese aprecio, con esa conexión con los demás, con la naturaleza, con esa empatía hacia los demás, ese amor incondicional, esas ganas de dar sin necesidad de recibir nada. Esto pasa por ponernos un poco más al servicio de los demás y dejar de estar tan preocupados por nosotros mismos.

—¿Cuál es el rol de la meditación en este proceso?

—Es fundamental. Igual que la sociedad ha ido dándose cuenta de que hay que comer de manera sana, igual que se ha ido implantando esta idea de que hay que mover el cuerpo y hay que hacer algo de ejercicio, la meditación es simplemente un modo de estar mentalmente más sano. Cada vez hay más gente que lo hace y al tener esta práctica se dan cuenta de que empezar un día meditando es empezarlo en equilibrio. 

—¿Cómo sugeriría empezar a alguien que nunca ha meditado?

—En YouTube hay de todo y si se quiere empezar de manera fácil y gratuita en casa, podemos buscar allí meditaciones guiadas. Esto, al principio, es lo más aconsejable, porque sin esa guía, la mente es un mono que no hace más que saltar de un pensamiento al otro. Cuando empiezas a meditar, primero tienes que entrenar esa capacidad de calmarlo y de observar cuánta cháchara interna tenemos. Si preferimos, podemos apuntarnos a un grupo y hacer un curso básico de meditación, o recurrir a aplicaciones gratuitas o por poco dinero que nos pueden ir guiando. Realmente, hay tantos recursos a los que tenemos acceso hoy en día que yo creo que el que no medita es porque no quiere.

—¿Cómo podemos salir de nosotros mismos para acercarnos a los demás?

—El voluntariado es fundamental. Yo estuve de voluntaria con niños con cáncer en el Hospital La Paz de Madrid durante 10 años. He estado también como voluntaria con enfermos terminales. He estado de voluntaria con personas que no tenían quienes acompañaran en Ramón y Cajal y he estado de voluntaria en África con niños enseñándoles en un orfanato. Estas son experiencias que te unen a los seres humanos, hacen que en lugar de mirarte tanto el ombligo y pienses en las amenazas y los posibles peligros que representan los otros, puedas acercarte a ellos. Creo que es uno de los antídotos más grandes que tenemos contra el egoísmo y el egocentrismo.

—En la parte final del libro habla de despertar nuestra consciencia en el día a día practicando mindfulness. ¿Qué importancia tiene esto?

—Hay un estudio que se hizo en la Universidad de Harvard en el que les instalaban a los participantes una aplicación que sonaba en diferentes momentos del día. Y las 2.500 personas que participaban en el estudio tenían que apuntar qué estaban haciendo y dónde estaba su cabeza en ese momento. Era una manera de comprobar qué porcentaje del tiempo estamos presentes en lo que estamos haciendo. Y resulta que la mitad del tiempo estamos totalmente ausentes. Nuestro cuerpo está haciendo algo y nuestra mente está en otro lugar. La conclusión a la que llegaron es que cuanto menos presente estás en lo que estás haciendo en el momento, más infeliz eres. Porque la mente tiene un sesgo negativo y entonces se va directamente a aquello que no va bien, a aquello que me gustaría tener y no tengo, a aquello que no he conseguido, a aquello que me pasó en el pasado y todavía tengo la herida y no la he curado. Tener capacidad de presencia y ser conscientes nos ayuda a no hacer las cosas de manera autómata.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.