Giacomo Rizzolatti, neurólogo: «Las neuronas espejo sirven para mejorar el diagnóstico del autismo, pero no para curarlo»
VIDA SALUDABLE
El prestigioso neurólogo italiano, descubridor de este tipo de neuronas, desvela cómo este mecanismo nos permite hacer propias las acciones y emociones de los que nos rodean
19 sep 2023 . Actualizado a las 11:36 h.Después de unos pocos tonos, se escucha: «Pronto?» («¿diga?», en italiano). Giacomo Rizzolatti responde a la llamada de La Voz de la Salud desde su casa de Parma, en la región de Emilia-Romaña. A sus 86 años, el incansable neurólogo confiesa que no tiene pensado retirarse, porque «me encanta lo que hago». Es reconocido a nivel mundial como «el padre de las neuronas espejo», después de que su grupo de investigación las descubriese en el 1996. Con aquel hito pudo demostrar que el sistema motor de nuestro sistema nervioso controla mucho más que el movimiento y las acciones de nuestra especie. También nos ayuda a entender el mundo que nos rodea. El mecanismo nos permite hacer como propias, sensaciones y emociones de los demás, como la risa, el asco o la tristeza. O dicho de otra forma, «el mecanismo espejo» está detrás de muchas de nuestras acciones, pero también de algo tan subjetivo como nuestra empatía.
Los premios después de ese hallazgo no tardaron en llegar. Además del más importante en el campo de las neurociencias (The Brains Prize, de la Fundación Lundbeck), también recibió el premio Grawemyer de la Psicología en el 2007 y el Príncipe de Asturias en investigación en el 2011. Actualmente es profesor emérito en la Universidad de Parma, miembro de la Academia Europea, de la Academia Francesa de las Ciencias y de la Academia Nacional de los Linces de Italia.
—¿Qué son las neuronas espejo?
—Las neuronas espejo, en un primer momento, las descubrimos en las áreas promotoras de los monos. Son neuronas que se disparaban cuando un mono hacía un cierto movimiento. Por ejemplo, agarrar un objeto. El experimentador (el mono), al ver esa acción, hacía el mismo movimiento. Por lo que tienen una doble función: por un lado, de movernos para hacer una acción, y por el otro, de activarse también cuando se observa una acción. Son muy importantes porque implican que podemos reconocer las acciones de otros. No en términos cognitivos más complicados, simplemente porque hay un par de neuronas que lo hacen automáticamente en nuestro cerebro.
—Los monos fueron solo el comienzo.
—Sí. Luego, gracias a la resonancia magnética funcional, vimos que este sistema también existe en los humanos. Primero lo descubrimos en las áreas motoras. Después seguimos adelante y nos encontramos que existe un mecanismo espejo. Decidimos llamarlo así, mecanismo, porque es mucho más global, también para las emociones.
—¿Me puede proporcionar un ejemplo del funcionamiento del mecanismo espejo en nuestra vida cotidiana?
—Por ejemplo, si voy a un bar y veo a alguien agarrando un vaso de cerveza, entiendo inmediatamente que agarra un vaso de cerveza sin tener que pensar en áreas cognitivas que describen el vaso, etcétera.
—¿Todas las acciones provocan la activación de las neuronas espejo?
—Nosotros sabemos que se activan con acciones, por así decirlo, frías, como coger un objeto o empujarlo. Pero también se da con acciones emocionales, como ver a alguien llorar, hacer una mueca de asco o la risa. Precisamente sobre esta última, hemos hecho muchos experimentos. Tanto en situaciones sin contenido emocional como con él.
—¿Mis neuronas espejo funcionan como las de usted, por ejemplo? ¿O existen diferencias entre una persona y otra?
—En ese caso, depende de mi experiencia. Existe un experimento muy bonito que se hizo en Londres con bailarinas. Las bailarinas que sabían bailar la danza moderna, cuando veían bailar la danza brasileña, la capoeira, sabían bailarlo. Se activaba mucho el mecanismo espejo. En cambio, si veían la danza clásica, no. Una persona que no sabe bailar puede ver cómo se activa un poco su mecanismo espejo, porque los movimientos, todos los reconocemos. Pero no es una activación completa como la que puede tener un experto.
Lo mismo sucede en otro tipo de disciplinas. Por ejemplo, los jugadores de baloncesto profesionales. Si una persona se pone a verlos, e intenta imitar sus tiros libres, lo intenta, pero todo se vuelve «oscuro». Uno no sabe ni a dónde irá a parar el balón. En cambio, los buenos jugadores, nunca se equivocan. Los jugadores mediocres y los que no han jugado, va casi por casualidad. La experiencia es muy importante para poder entender mejor las acciones.
—¿Entonces entendemos las acciones a través de nuestra visión?
—Volviendo a las bailarinas, el experimento de Londres estuvo muy bonito porque intentaron ver eso, si uno entiende por la visión. Pudieron demostrar que las bailarinas se fijaban mucho en otras bailarinas y los hombres, en otros hombres. Pero aprendían por activación motora, no por la visión de lo que sucedía. Aquí lo que importa es lo que tú sabes hacer. Conforme lo que sabes hacer, se activan las redes neuronales espejo. Si estás viendo cualquier cosa que no sabes hacer, solo se activan los movimientos principales, pero no toda la secuencia del baile o del deporte.
—¿Qué aplicaciones médicas y clínicas fueron obtenidas gracias al descubrimiento de las neuronas espejo?
—La más importante y sobre la que hemos investigado desde hace mucho tiempo, pero que ha tenido un gran desarrollo en los últimos años, es la rehabilitación. Imaginemos una persona que ha sufrido parálisis cerebral y no mueve bien un brazo. Lo mueve poco a poco, a duras penas, pero no todas sus neuronas se han muerto. Si todas han muerto, no hay nada que hacer. Otras simplemente están como deprimidas. Si tú le haces ver una película en tres dimensiones, que ahora con la realidad virtual es posible, haciéndole también ese gesto al paciente, se activan las mismas neuronas, como si él mismo cogiese el objeto. Esto es el mecanismo espejo: yo veo como alguien coge un objeto y las neuronas de mi cerebro, del cerebro del paciente, se activan. Se activan aunque tengas esa parálisis. Puedes poner en juego aquellas neuronas que solo han sido levemente dañadas pero que espontáneamente responden y se logra andar o mover esa parte del cuerpo. Esto fue nuestro comienzo y ahora es una técnica que se utiliza en muchos centros de rehabilitación, tanto en Europa como en Estados Unidos. Y se ha extendido a muchos otros ámbitos como el párkinson o la esclerosis múltiple. Campos que, nosotros, nunca creímos que fuese posible.
—Entrenar al sistema nervioso.
—El truco es ese: se puede hacer que el sistema nervioso «se mueva», aunque el paciente no pueda hacerlo. Si haces mover esas neuronas, estas adquieren vitalidad y después las puede usar el paciente. Todo esto ha sido un descubrimiento que nos ha dado mucha satisfacción porque al principio, la gente era muy escéptica: ¿cómo es posible, si una persona está paralizada, que se consiga mover? En cambio yo estaba convencido, al igual que muchas otras personas. Incluida gente de España, porque hay muchos centros que ahora también utilizan este sistema.
—Otra de las posibles aplicaciones es sobre el trastorno del espectro del autismo. ¿Qué tienen que ver las neuronas espejo con él?
—Sí, es otra cosa que hemos estudiado y sobre la que creo que hemos contribuido. Pero mientras que en la rehabilitación hemos conseguido que el paciente mejore, con el autismo solo hemos demostrado que necesitamos hablar de diagnóstico muy temprano. Hace años se dijo que el autismo solo se presenta alrededor de los dos o tres años de edad. Sin embargo, se ha visto que se puede presentar mucho más temprano. El hecho de que las neuronas espejo se activen muy temprano puede ser un sistema para reconocer si una persona es autista. Hay que tener claro esto: las neuronas espejo sirven para mejorar el diagnóstico del autismo, pero no para curarlo. O por lo menos, por ahora.
—Hasta ahora hemos hablado del ámbito clínico, ¿pero qué efecto ha tenido el descubrimiento de las neuronas espejo en otras disciplinas?
—Muchísimo. Primero, sobre la filosofía. Los filósofos, sobre todo los europeos fenomenológicos, han visto con entusiasmo este hallazgo porque la filosofía norteamericana se había vuelto muy informatizada. Es decir, consideraba que solo había que tener en cuenta procesos lógicos, al contrario de la fenomenología europea de Husserl o Merleau-Ponty. Ellos siempre habían dicho que nosotros, como humanos, entendemos a los demás, no solo mediante procesos inductivos y lógicos, sino precisamente examinando cómo entendemos a las personas por eso que hacen. Esto para ellos ha sido un gran avance, porque estas personas eran consideradas casi como “poetas” y vieron una base neurofisiológica muy sólida. Por eso yo diría que en filosofía fue muy importante.
—Comenta que han existido muchas hipótesis, posibles aplicaciones que se le atribuían a las neuronas espejo. Pero a lo largo de todos estos años, no todas se han podido demostrar. ¿Qué opina al respecto?
—Debo decir que, en el campo de la medicina, la hipótesis interesante era la rehabilitación. He comentado el ejemplo del adulto, pero existen estudios muy bonitos realizados en niños que tienen dificultades para hacer movimientos. Si les muestras un movimiento complicado, no ayuda mucho, pero si les vuelves a mostrar algunos movimientos que son un poco más fáciles, logran el objetivo y mejoran. Este es el caso de la parálisis infantil. Fue un paso muy importante, donde niños que antes ni siquiera podían manejar un objeto, si les muestras en la televisión una mano que agarra más o menos como la de ellos, mejoran mucho. La rehabilitación de la parálisis infantil ha tenido desde el principio un efecto muy importante, especialmente en los niños.
—¿Tiene intención de parar de investigar?
—No, no (ríe). Aunque tengo 86 años y puedo retirarme, creo que continuaré. Me gusta mucho lo que hago ahora. Ahora mismo tenemos un nuevo campo de investigación en el que colaboramos con unos arquitectos. Consiste en ver cómo la estructura de una casa, o incluso una estructura urbana, influye en el estado de ánimo y el comportamiento de las personas.
Otra cosa que hemos visto es que las personas con anorexia tienen dificultad para comer porque están convencidas de que están gordas. Si les muestras una ruta en realidad virtual, no quieren pasar por una puerta estrecha porque dicen que es demasiado estrecha. Según ellas, no pudieron pasar porque están gordas, lo cual es una buena demostración de lo que piensa una persona anoréxica. En realidad está en su comportamiento, pero en cualquier caso es muy interesante.
—¿Si siento que estoy en un sitio agradable, está detrás la neurociencia, no es un pensamiento subjetivo?
—Hay algo neurocientífico objetivo en ello, los resultados parecen decir que sí. Es decir, no es solo una impresión subjetiva, sino que realmente el sistema nervioso, en un ambiente que pediríamos llamaríamos placentero, se activa más. Los centros de placer se disparan más. Por lo tanto, es cierto cuando se dice que el centro de la ciudad es más agradable que los suburbios. El centro es hermoso porque es la estructura urbana la que determina el comportamiento. Todo esto es un campo nuevo que algunos ya han investigado, pero ahora nos gustaría estudiarlo un poco más.