Así son las personas narcisistas: «Al principio pueden ser aduladoras y cautivadoras para ganarse tu confianza»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Las personas narcisistas suelen sentirse superiores a los demás.
Las personas narcisistas suelen sentirse superiores a los demás. La Voz de la Salud | iStock

Los hijos de padres narcisistas suelen tener problemas de autoestima, inseguridad, ansiedad, autoexigencia elevada y una personalidad perfeccionista

06 sep 2023 . Actualizado a las 09:34 h.

En la mitología griega, Narciso es un joven apuesto cuyo atractivo físico cautiva a hombres y mujeres por igual; sin embargo, él los rechaza a todos. Este es el origen del adjetivo «narcisista», que hace referencia a individuos con una personalidad similar a la de este personaje mitológico. Este conjunto de rasgos no es inocuo. Se trata, en muchos casos, de una patología. El trastorno de la personalidad narcisista, tipificado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés), se caracteriza por una sensación de superioridad respecto de las demás personas y una imposibilidad de empatizar con ellas.

Cómo identificar a un narcisista

«Una persona narcisista tiene una falta de empatía que le hace no poder conectar con las necesidades o los sentimientos de los demás. Eso le hace ser una persona fría, calculadora y que tiene aires de grandeza. Es alguien que se siente por encima de la gran mayoría. Les encanta que les adulen, sentirse admirados y que se lo manifiesten», describe la psicóloga sanitaria Victoria Canosa, del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COP). Debido a esas características, estas personas suelen ser conflictivas en su relación con los demás y, en muchos casos, pueden contribuir a la generación de traumas.

«Las personas narcisistas suelen tener una autoestima excesivamente inflada. Son personas que se valoran a sí mismas de forma extremadamente positiva, que le dan demasiado valor a sus cualidades y virtudes, creen que disponen de más privilegios o derechos que los demás. Por eso, reaccionan muy mal y de forma agresiva cuando alguien les marca un error», observa Martínez.

Dado que les es difícil percibir sus defectos porque se consideran superiores, se trata de individuos que tienen dificultades para aceptar sus errores y esto hace que, de manera general, ellos nieguen su condición de narcisistas. «Les cuesta asumir sus dificultades y es más fácil que lo nieguen. No es gente que venga a consulta por sí misma. Si acaso viene, es algo forzado o impulsado por algún familiar que tiene problemas para relacionarse con la persona. Es difícil que el narcisista vea que el problema lo tiene él, suele ser al revés. Son personas a las que les cuesta muchísimo asumir cualquier error o fallo y siempre van a responsabilizar a los demás», explica Canosa.

La escala de colores del narcisismo

En realidad, «el narcisismo es un rasgo de la personalidad normal. Todos tenemos cierto grado de narcisismo, pero es saludable. Necesitamos tener esa faceta, de vez en cuando o en determinados momentos de la vida vamos a necesitar pensar más en nosotros mismos que en los demás. Tomamos ciertas decisiones que quizás sean egoístas, pero son necesarias», señala Eduardo Martínez, psicólogo del COP.

Este rasgo se convierte en patológico cuando falla la empatía a un punto tal que la persona llega a vulnerar a aquellos que forman parte de su entorno cercano, manipulando y causando conflictos. En esos casos, hablamos de un trastorno de la personalidad narcisista.

Cómo se «hace» un narcisista

Siempre que se habla de la psicología humana, hay distintos factores que pueden contribuir a que una persona llegue a ser como es. En este sentido, en el narcisismo podría estar involucrada, hasta cierto punto, la genética, aunque lo que más influye en la consolidación de este rasgo de la personalidad es la crianza y la socialización que la persona ha tenido en sus años formativos.

«En el narcisismo puede haber dos causas. Por un lado, cuando son personas que se han criado en un entorno en el que todo está permitido, esa persona siempre va a estar mimada, con muchísimos privilegios, y llega a desarrollar un narcisismo puro, de grandiosidad, de realmente creerse que es superior a los demás», explica Martínez.

«Pero también puede ocurrir que otras personas crezcan en un entorno muy limitante y muy crítico que les está machacando constantemente, que está todo el tiempo dinamitando su autoestima, entonces, en ellas aparece un narcisismo más defensivo, una reacción a esa invalidación de todo el mundo, es un narcisismo más vulnerable», añade. En ambos casos, la persona va a actuar igual, aunque la historia de vida sea diferente.

En todo caso, señala Canosa, la inteligencia emocional es también algo que debe aprenderse y la infancia y juventud son fundamentales en este aspecto. «Si a lo largo de la vida, por mis circunstancias y experiencias, no he tenido la posibilidad de trabajar la empatía, seguramente crezca y pueda ser una persona muy fría, muy distante con los demás y que me cueste conectar con los sentimientos de los otros», explica. 

Padres narcisistas

La crianza es fundamental para el desarrollo de nuestras competencias sociales y emocionales y, en este sentido, crecer en un entorno en el que nuestra madre o padre es narcisista causa problemas a largo plazo. «Un niño que tiene padres narcisistas es complicado que tenga conexión emocional, que le ayuden a gestionar sus emociones, que se sienta querido y seguro, porque tiene padres que no muestran afecto, no valoran al niño por lo que es sino por lo que consigue, por los resultados», observa Canosa.

Esto puede llegar a manifestarse incluso a nivel de las relaciones de pareja en la edad adulta. «Seguramente, serán niños que crecerán pensando "Sí, pero". Haces algo bien pero nunca va a ser suficiente para ese modelo de excelencia que te exigen cuando tienes cerca personas narcisistas. Vas a tener unas carencias que a la larga pueden generar inseguridades. Probablemente cuando tengas pareja esas inseguridades estén ahí y tengas niveles de ansiedad y de exigencia contigo mismo que van a rozar lo enfermizo», dice Canosa.

También se fomenta, como explica la experta, una tendencia al perfeccionismo que es sinónimo de ansiedad. Incluso, «puede que no consigamos llevar adelante proyectos por miedo a fallar, porque nos han enseñado que asumir errores es debilidad. Eso va a crear relaciones poco saludables para uno a futuro», señala.

Si bien existe la creencia a nivel de la sociedad de que hay personas a quienes les atraen especialmente los individuos narcisistas y eligen parejas que tienen este rasgo, esto es en gran medida un mito. «Hay personas que no aparentan ser narcisistas hasta que en algún momento de la relación se empieza a ver genuinamente cuál es su personalidad. En ese sentido, cualquier persona se podría sentir atraída por ellos si de primeras no hay nada visible», señala Martínez.

Relacionarse con alguien narcisista

A la hora de relacionarse con los demás, las personas narcisistas suelen mostrar comportamientos egoístas e incluso manipuladores, puesto que les cuesta ponerse en el lugar de quienes les rodean. Esto puede suponer situaciones dolorosas para sus círculos cercanos y el problema está en que no siempre es fácil detectar una personalidad narcisista desde el comienzo. «Si bien al principio pueden resultar personas aduladoras y cautivadoras, porque están intentando ganarse tu confianza, esas son ficciones o teatrillos que no se pueden mantener en el tiempo. Una vez ganada la confianza de las personas que tienen alrededor, realmente muestran esa cara de persona soberbia, arrogante e incluso déspota», señala Canosa.

«Muchas veces, remarcan las debilidades de los demás, no van a empatizar con los sentimientos y las necesidades de ellos y pueden terminar manipulando o haciendo sentir peor a la gente que tienen cerca. Por eso, una de las grandes dificultades que tienen las personas narcisistas es conectar afectivamente con otras personas», señala Canosa.

Así, pueden surgir problemas en esas relaciones interpersonales que se acentúan si hablamos de personas especialmente cercanas, como familiares, amigos y pareja. «Estás conviviendo o trabajando con una persona que se considera por encima del bien y del mal, que cree que es mejor que la mayoría. Si hablamos de relaciones largas y cercanas, como en la familia o en el trabajo, al final eso crea inseguridades y malestar. Son personas más bien manipuladoras, porque priorizan sus propios objetivos. Si hace falta manipular a quienes tienen cerca para conseguirlo, lo van a hacer sin ningún malestar interno. Esas relaciones son difíciles», explica la especialista.

El trato con personas narcisistas «suele ser muy frustrante y genera mucha impotencia intentar hacerle entender a la otra persona que nos está haciendo daño y ver que sigue sin empatizar. Suele provocar muchísimo rechazo en los demás, precisamente por eso, esas personas acaban muchas veces aisladas», apunta Martínez.

Poner límites

Si detectamos que una persona de nuestro entorno cercano es narcisista, lo primordial es poner límites a sus conductas. Esto no siempre es fácil, sobre todo cuando hay sentimientos de apego y amor en juego que nos pueden nublar la visión. «Lo importante es darse cuenta. Porque a veces buscamos justificaciones para esas manipulaciones, sobre todo si son personas cercanas, como un familiar», observa Canosa. Además de estas justificaciones, hay que tener en cuenta que las personas narcisistas suelen ocultar este rasgo y manipular situaciones para salir bien parados, lo que hace más difícil el comprender que hay un problema.

«Pero es de esperar que tarde o temprano nos demos cuenta y entonces hay que poner límites lo más concretos y firmes posibles, que sean coherentes a lo largo del tiempo. No dejar pasar situaciones en las que hay faltas de respeto. Habrá que expresar que no estamos dispuestos a aguantar ciertas conductas. Y que la otra persona también sepa que hay comportamientos que no van a seguir dejándose pasar», recomienda Canosa.

Es importante no entrar en una confrontación directa con una persona narcisista, ya que debido a su capacidad de manipulación, se trata de personas que no van a ceder y comprender nuestros argumentos. «Lo primero que solemos hacer es tratar de ponerle los pies en la tierra a la persona, tratar de hacerle saber que está equivocado. Lo hacemos porque nos parece lógico, pero lo que logramos es precisamente provocar que la persona se defienda de una manera más extrema y directamente nos invalide a nosotros», señala Martínez.

«Ese tipo de confrontaciones directas no se suele recomendar, sino más bien, si es una persona que tenemos que ver día a día y hay conflictos constantes entre esa persona y nosotros, intentar evitar en la medida de lo posible esas situaciones conflictivas limitando en la medida posible el contacto. Si es una persona que vemos en el trabajo, intentar limitar la relación a cuestiones exclusivamente laborales y dejar de lado temas personales», aconseja el experto.

Siete claves para poner límites

En su libro Tus líneas rojas (Zenith, 2023), el psicólogo Tomás Navarro da siete consejos para establecer esos parámetros y lograr que la relación que tenemos con este tipo de personas no nos perjudique:

  1. No discutas nunca con ellos. Cuando veas que la conversación muda hacia una discusión, puedes decir «Ahora no es buen momento para discutir, medita sobre lo que he dicho, me gustaría que lo respetaras». Evita perder tiempo.
  2. Sé asertivo. No dejes de tener en cuenta tus necesidades para favorecer las de otra persona.
  3. Sé amable. Evita insultar o humillar. La contundencia no está reñida con la amabilidad.
  4. Sé contundente. No des espacio para la duda. Evita mostrar vacilación o inseguridad.
  5. Explica, pero sin entretenerte demasiado. Pide que te entienda, di que este límite es una necesidad que debe ser respetada.
  6. No esperes que pase lo que te gustaría que pasara. Evita albergar expectativas de que la persona cambie por ti, aun si promete hacerlo.
  7. No tomes el límite como algo personal, sino como una dinámica a seguir o un contrato.

En definitiva, como señala el psicólogo Tomás Navarro, «con algunas personas no se puede convivir» y habrá casos en los que será necesario cortar lazos con determinados individuos. Aunque en el momento pueda causar dolor, esto será beneficioso a la larga y, si no logramos dar ese paso solos, sostiene Victoria Canosa, «siempre se puede pedir ayuda. A veces a una amistad, pero a veces tiene que ser un profesional de las relaciones personales. Es una buena manera de tener un punto de inflexión para poder vivir mejor».

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.