Sergio, tras tres cirugías en un año por un tumor cerebral raro: «Hay que vivir cada día y disfrutar de cada detalle»

ENFERMEDADES

Espera poder participar de un ensayo clínico con un fármaco experimental que podría enlentecer el crecimiento del cáncer
14 may 2025 . Actualizado a las 16:41 h.«Tengo que pensar las palabras antes de hablar, pero estoy bien». Así empieza nuestra segunda conversación con Sergio Delgado. La primera vez que hablamos con él, en febrero de este año, estaba la espera de la primera revisión de control tras dos operaciones y dos ciclos de tratamiento para su tumor cerebral, un glioblastoma de grado IV, un tipo de cáncer poco frecuente y altamente agresivo. Tres meses después, su situación se ha complicado. La revisión reveló que el tumor había vuelto a crecer y en marzo se sometió a una tercera cirugía en la que le extirparon gran parte de ese tejido, aunque eliminarlo por completo no fue posible. Hacerlo habría comprometido la funcionalidad en áreas clave de su cerebro.
Si bien la intervención afectó a su capacidad de comunicarse y a los movimientos del lado derecho de su cuerpo, poco a poco, con rehabilitación y logopedia, los ha ido recuperando y, al igual que la primera vez que contó su historia a La Voz de la Salud, mantiene una actitud de optimismo y agradecimiento. «Fue una cirugía agresiva. Cuando te operan así, puedes quedarte sin hablar y en silla de ruedas, pero todo salió bien», cuenta en esta ocasión.
Tres cirugías en un año
Sergio recibió el diagnóstico en enero del 2024, a los 30 años. Tras meses de pruebas y síntomas, le confirmaron que sufría un glioblastoma, un tipo de tumor que crece a partir de las células de soporte del tejido cerebral y que aumenta rápidamente de tamaño. Este es un cáncer que afecta a pocos pacientes. En España, se diagnostican menos de tres casos nuevos por cada 100.000 personas cada año, lo que supone unos 1.400 pacientes anuales.
La supervivencia de los pacientes con tumores de alto grado (III o IV) oscila entre los 2 y los 6 años y depende de diferentes factores. El ser menor de 40 años, la resección quirúrgica completa y el buen estado general del paciente, con autonomía, son factores que mejoran el pronóstico. Por eso, el primer paso del tratamiento fue operar a Sergio para extraer gran parte del tumor. Posteriormente, se sometió a radioterapia y quimio. A este ciclo le siguió otro más de cirugía y tratamiento. En marzo de este año, tuvo una tercera intervención.
«Cuando salí del quirófano la cirujana me dijo que tengo un ángel de la guarda, porque llevo tres operaciones en un año y he podido con todas», cuenta. Esta vez, la cirugía duró seis horas y, tras la intervención, tardó dos días en recuperar del todo su consciencia. «Me levantaba y quería quitarme los cables, estaba un poco ido. Pero no soy consciente de ello, es lo que me ha contado mi hermano», detalla.
Originalmente, esta cirugía estaba planificada para que Sergio permaneciese despierto durante el proceso. «Durante la cirugía me iban a hacer preguntas para ir guiándose, pero dos días antes de la operación me levanté de la siesta sin poder hablar. No me salía ninguna palabra, ni siquiera una. Entonces, decidieron hacerlo dormido. La cirujana me dijo que quizás perdería la voz e incluso parte de mi esencia, de mi consciencia», recuerda Sergio.
El panorama no era fácil de asumir, pero siguió adelante con optimismo a pesar de todo. «Al final, salió todo bien. Recuperé mi voz y mi esencia y pude salir en pie del hospital. En cuanto pude caminar me puse a andar y en el hospital hacía sopas de letras y juegos para agilizar la recuperación mental. Pero todavía hablo muy mal. De esto van los retos», explica el paciente de 31 años.
A la espera de un ensayo clínico
Tras esta tercera operación, Sergio y su equipo médico están buscando otras opciones de tratamiento que puedan ayudarle a hacer que el avance de su tumor sea más lento. El objetivo es mantener la mejor calidad de vida posible, durante el mayor tiempo. «Ahora estoy esperando para ver si soy apto para formar parte de un ensayo en fase 1 de un medicamento experimental. Mis pruebas están en Alemania y están analizando si puedo participar. Depende de si tengo una proteína en mi cuerpo o no», cuenta.
Lejos de la resignación, confía en que las investigaciones abran nuevas posibilidades de tratamiento. «La ciencia avanza muy rápido y hay que aguantar, vivir cada día y disfrutar de cada detalle. Lo dice una persona que no se da por vencida», asegura.
Las opciones de tratamiento tradicionales para los glioblastomas incluyen intervenciones quirúrgicas, quimioterapia y radioterapia. La dificultad a la hora de tratar estos casos es que estos tumores presentan «características muy particulares, como por ejemplo la presencia de necrosis en sus células, o la presencia de muchos vasos, lo que les permite alimentarse y crecer. Otra característica de importancia es que tienen una elevada capacidad de infiltrar el tejido sano cerebral, lo que limita su resecabilidad quirúrgica de forma completa», apuntan desde la SEOM. Por eso, los ensayos clínicos podrían ser una pieza crucial en el desarrollo de terapias más eficaces de cara al futuro. Pero todavía queda mucho camino por recorrer en este sentido.
Mientras tanto, Sergio se dedica a divulgar información sobre su enfermedad y a dar un mensaje de aliento a través de su cuenta de Instagram, Siempre se puede, un perfil en el que enseña cómo es el día a día con este cáncer. También participa de Astuce, una asociación para pacientes con tumores cerebrales y sus familiares. «Estos casos tienen un mal pronóstico y se les destinan pocos recursos. Esta asociación lucha para reclamar más recursos y está respaldada por científicos oncológicos y médicos», explica Sergio.
Su esperanza es poder dar ánimo a otras personas que estén en su situación. «Sientes mucha tristeza, lloras, te apagas. Dejas de hacer ejercicio, dejas de comer. Te hundes. Eso es lo que suele ocurrir. Pero yo siento que quienes padecemos esto estamos obligados a encontrar la paz dentro de ella. A medida que ha ido pasando el tiempo, yo me lo he ido tomando con mucha naturalidad y eso también ha ayudado a mi familia a llevarlo adelante», explicaba en febrero a La Voz de la Salud.
A lo largo de su proceso, asegura que ha perdido «el miedo al miedo». En medio del dolor y la enfermedad ha encontrado esa paz, «porque cuando llegan unas 40 personas a visitarte al hospital, es que algo has hecho bien», asegura. Hoy, su propósito es ayudar a otras personas que pasan por momentos difíciles. «He tenido que superar miles de obstáculos: volver a caminar por mí mismo, hacer pruebas, tratamientos, pastillas, enfrentar miedos. Pero aquí estoy», dice. Eso, en este momento, es lo único importante.