Niños sin diagnosticar y adultos polimedicados, los retos de la migraña aún sin resolver
ENFERMEDADES
Los expertos recalcan que la existencia de «más de 190 tipos distintos de cefalea» complica el abordaje de la patología en personas mayores
26 nov 2024 . Actualizado a las 15:45 h.La migraña puede aparecer a cualquier edad, pero presenta particularidades según la etapa de la vida en la que se encuentre el paciente. Mientras que en los niños existe un infradiagnóstico porque el cuadro clínico difiere al de los adultos; en las personas mayores (con más de 60 años según la Organización Mundial de la Salud, OMS), el mayor problema recae en que se suele arrastrar la enfermedad desde muchos años atrás y que, a estas edades, pueden aparecer otras patologías y la existencia de polimedicación, dificultando su tratamiento. Ambas franjas de la vida han sido expuestas en el II Seminario Lundbeck de Migraña, celebrado en Alicante.
Migraña en la infancia: crisis más cortas y, habitualmente, acompañadas de vómitos
La migraña se sitúa como la principal causa de discapacidad entre los 5 y los 19 años, traduciéndose en disminución de rendimiento escolar y de la calidad de vida. «Fundamentalmente se dan dos distintivos. El primero es que, a diferencia de lo que ocurre en adultos, la duración de las crisis puede ser inferior a dos horas», indica Pablo Irimia, coordinador del grupo de cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y neurólogo de la Clínica Universidad de Navarra.
Además, el dolor suele darse en los dos lados de la cabeza, de tipo opresivo y «puede desaparecer espontáneamente, es decir, el niño puede acostarse un rato y que se le alivie, por eso a veces no se consulta». «La segunda característica importante —continúa explicando el neurólogo—, es que los niños pueden sufrir con más frecuencia vómitos y estos pueden aparecer sin relación con el dolor de cabeza o acompañando a un dolor abdominal; esto también es una expresión de migraña en la infancia».
Irimia asegura que estas pueden ser algunas de las razones que expliquen por qué es una enfermedad infradiagnosticada en esas edades: solo el 20 % de los que acuden a consulta son correctamente evaluados. La mayoría reciben el diagnóstico de cefalea, no de migraña. «Este problema de infradiagnóstico existe en la población general, pero es todavía más importante en niños y adolescentes. En ellos, hay cifras más elevadas y una prescripción muy baja de tratamiento sintomático específico, y aún menor de fármacos preventivos para reducir la frecuencia e intensidad de las crisis», amplía.
«En la migraña, tanto en adultos como en niños, estamos intentando disponer de algún biomarcador que nos permita saber que, si está elevado, esa persona tiene riesgo de sufrir la enfermedad», asegura el neurólogo. Así, en el caso de los pequeños se están estudiando como posibles indicadores los cólicos del lactante. «Se investiga si estos niños que han tenido de pequeños estos episodios, o dolores abdominales, pueden desarrollar migraña. Cuando se les hace seguimiento con los años hay una proporción mucho más alta que en la población general de personas que acaban padeciéndola», explica Irimia. Si bien matiza que no es un marcador excesivamente sensible porque hay bebés que sufren cólicos y que nunca llegan a desarrollar crisis de migraña. «Hay un perfil de niños pequeños que sufren dolores abdominales, que luego tienen vómitos cuando son muy pequeños sin causa determinada, con mucha tendencia a marearse en el coche o un autobús, por ejemplo. Esos tienen una probabilidad muy alta de que el futuro puedan desarrollar migraña, pero no es del 100 %, por lo que hay que tomárselo con cautela».
En cuanto al tratamiento, el abanico disponible se asemeja bastante al de los adultos. «En cuanto al sintomático, se utilizan antiinflamatorios y triptanes. Luego hay un grupo de fármacos nuevos que a día de hoy no se han estudiado en estos grupos de edad, pero que probablemente acabarán estando disponibles para su uso en menores de 18 años», sostiene el doctor.
¿Si un adulto sufre migraña, es posible que su hijo también? «La probabilidad de que la descendencia desarrolle la enfermedad es de un 50 %, pero es poligénica, es decir, depende de una combinación de múltiples genes, por lo que no necesariamente se va a heredar», responde Irimia.
La migraña en personas mayores
La inmensa mayoría de personas de más de 65 años que padecen migraña, la sufren desde hace años. «Prácticamente más del 90 %; solo el pequeño porcentaje restante ve como debuta la enfermedad a partir de esa edad y suelen ser mujeres después de la menopausia», indica Rogelio Leira, jefe de la Unidad de Cefalea del Hospital Clínico Universitario de Santiago. «La tendencia natural es que la migraña mejore, pero hay un grupo importante de pacientes que llegan a esa edad con la patología cronificada», alerta el doctor.
Al igual que en la infancia, en esta etapa de la vida también se dan características diferenciales. Por un lado, Leira explica que la migraña puede ser más bilateral (dolor a los dos lados de la cabeza), con un comienzo más brusco y agudo y puede aparecer más frecuentemente por las noches o al despertar. Además, suele ir acompañada de aura (síntomas neurológicos que se pueden dar antes, durante o después de la crisis; los más frecuentes son visuales).
«Estos distintivos, junto al hecho de que en ese grupo de edad la migraña es menos frecuente, obliga a estudiar a estos pacientes con mucho más interés y, en ocasiones, descartar la existencia de una cefalea secundaria, que puede ser grave», alerta el neurólogo del CHUS. Es decir, dolores de cabeza que representan un síntoma de otra enfermedad como un tumor, enfermedad inflamatoria cerebral, una hemorragia, etcétera. «Hay que tener en cuenta que existen 190 formas distintas de cefalea», remarca.
De esta forma, el diagnóstico en este grupo de población es complejo por el incremento de las posibilidades de hallazgos clínicos, pero también por la presencia de más comorbilidades frecuentes a estas edades que limitan el tratamiento habitual de la migraña. «Existe una mayor incidencia de patologías relacionadas con la tensión arterial, depresión, ansiedad, trastornos de alteración del sueño y un largo etcétera. La medicación que se le da al paciente para la migraña puede empeorar alguna de esas enfermedades y viceversa, así como pueden darse diversas interacciones farmacológicas con el tratamiento que toma para estas». Además, muchos de estos pacientes pueden padecer migraña crónica refractaria a múltiples fármacos, es decir, la eficacia de estos puede haber disminuido.