Medusas, fanecas, hipotensión o agua en los oídos: cómo actuar frente a los problemas de salud en la playa

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Disfrutemos de la playa con la tranquilidad de que, si ocurre algo, sabremos qué hacer.
Disfrutemos de la playa con la tranquilidad de que, si ocurre algo, sabremos qué hacer. La Voz de la Salud | iStock

¿La orina puede ayudar frente las picaduras de medusas?, ¿son mejores las bebidas isotónicas que el agua para hidratarnos en el sol? Respondemos a todas estas preguntas

04 ago 2022 . Actualizado a las 18:39 h.

No hay nada como un día de playa para aplacar el calor de estos meses, relajar el cuerpo y la mente. Pero a veces, la naturaleza tiene otros planes. Picaduras en tierra o mar, deshidratación, o hasta arena en los ojos son algunas cosas que ocurren con más frecuencia de lo que creeríamos. Por eso, mientras preparas el bolso (no olvides llevar agua, gafas de sol y protector solar), es buena idea tener en cuenta también algunos de los problemas de salud más frecuentes que pueden ocurrirte en la playa y prepararte para actuar en esos casos.

Aunque estas situaciones son molestas o incluso dolorosas, no siempre representan urgencias médicas que requieran atención inmediata. En muchos casos, podemos aliviar síntomas, resolver problemas o hasta prevenirlos contando con los elementos y la información adecuada. Lo importante, en todos los casos es evitar caer en mitos sobre remedios caseros que pueden acabar empeorando el daño. Estas son algunas de las heridas y los problemas de salud más comunes que puedes tener en la playa y los consejos de los profesionales sanitarios sobre cómo actuar ante ellos.

Arena en los ojos

Si vas a ir a la playa, especialmente si se trata de una a mar abierto, el viento es un elemento importante a considerar, ya que puede arrastrar granos de arena que pueden impactar en los ojos. Esto es tan molesto como peligroso: si se rasga la córnea, la visión podría resultar dañada. «Hay una solución fácil, pero muchas veces no la llevamos con nosotros», señala el doctor Jesús Sueiro, de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria. La clave es tener a mano una ampolla de suero para hacer un lavado. «Como las ampollitas son de plástico, se pueden apretar y le imprimen cierta presión al suero sobre el ojo, y ayudan así a limpiar la arena. Si no se puede hacer en la playa, al llegar a casa, pasar por una farmacia y comprar una ampollita de suero es una opción», explica el experto.

Sin embargo, no siempre es tan sencillo como eso. «Es importante tener en cuenta que la arena a veces no quedan impactadas en la córnea, sino en el párpado, por dentro. Y hay que revertir el párpado, que es algo que hacemos en la consulta, para quitarla. No es una maniobra particularmente complicada o difícil; sí puede dar un poquito de grima, pero a veces cuando aplicamos suero y la sensación molesta, quiere decir que la arena ha quedado incrustada en la cara interna del párpado y por eso es conveniente revisarlo, darle la vuelta y examinar si quedó arenilla ahí, y con la propia presión de la ampolla de suero, a veces con una gasita estéril, se puede ayudar a limpiar. Y si no, recurrir al centro de salud más cercano. Porque a veces los cuerpos pueden quedar impactados y hay que extraerlos», indica Sueiro.

Deshidratación

Estar al sol durante muchas horas nos pone en riesgo de deshidratarnos a medida que perdemos agua a través del sudor para regular la temperatura del cuerpo. Y atención: bañarse no es la solución a esto. «La deshidratación puede ocurrir estando en el agua», afirma el doctor Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

«Debemos estar atentos a ciertas manifestaciones. La sudoración profusa, que necesita una ingesta de agua superior a la que perdemos. Luego, cuando una persona tiene la piel roja pero no suda, puede ser un riesgo, porque a lo mejor su sistema termorregulador no funciona o ha agotado el mecanismo regulador que tenía el sudor, entonces vemos piel seca cuando hace mucho calor. En estos casos, hay que aplicar protección solar y buscar lugares frescos para personas frágiles, adultos mayores y niños. Porque los niños no tienen tan desarrollado el sistema termorregulador, y en los mayores no funciona tan bien. Hay que tener mayor precaución con ellos e hidratarlos mucho con agua», advierte Armenteros.

¿Cómo podemos mantener la hidratación a tope? «Se pueden tomar bebidas isotónicas en pequeñas cantidades, porque también se pierden sales. Un vaso de bebida isotónica en el día y el resto del tiempo, agua. Con eso se cubre la demanda de sales y la demanda de líquido», propone Armenteros.

En cuanto a beber agua muy fría, un placer especial para esos días de temperaturas máximas  —por encima de los treinta grados—, se puede hacer, pero despacio. «El agua fría produce una sensación mayor de frescor porque nos reduce la temperatura. Nos viene bien, porque reduce el estrés térmico que estamos teniendo en ese momento. Pero en algunos casos puede sentar mal, sobre todo bebida de forma muy rápida y con ansiedad, porque puede provocar una sensación similar a un corte de digestión. Al entrar en el estómago, el agua produce una vasoconstricción que después va a dar lugar a una vasodilatación. Y eso puede hacer que nuestra sangre no llegue al cerebro y haya un mareo», explica Armenteros.

Picaduras

Siempre que vamos a entornos naturales, nos exponemos a picaduras de insectos o mordeduras de animales, y la playa no es la excepción. Al contrario: tanto en la arena como en el mar, las picaduras pueden causar dolor y mucha molestia. El tratamiento dependerá de cuál sea el animal que nos haya picado. Y cuidado con los remedios caseros, que pueden causar infecciones y agravar el problema. No digas que no te avisamos.

«Las picaduras son diferentes dependiendo de qué animal lo cause. La mayoría pueden ser fanecas o medusas y van a producir diferentes lesiones sobre la piel. En las picaduras de medusa, se produce una reacción similar a una urticaria y estas picaduras suelen ser más intensas, con mucha sensación de picor, mientras que en la faneca es más un dolor», describe Armenteros.

Las medusas son uno de los principales peligros en este sentido. Cuando las pisamos o rozamos en el mar, podemos sufrir una picadura. En estos casos, lo conveniente es lavar la zona con agua de mar o suero fisiológico salino. «Las picaduras de medusas suelen generar una reacción alérgica. Por lo tanto, es bueno aplicar frío y, después, aplicar un corticoide. Todos tenemos en casa una crema con corticoide para aplicar en la piel, y si no, en la farmacia más cercana nos facilitan un corticoide de potencia media para eliminar la reacción inflamatoria que se produce. Pero el frío también es favorable. Incluso empapando gasas con agua bien fría, también disminuye la reacción inflamatoria. Porque es una vasodilatación y con unas compresas de frío también baja bastante la inflamación. Y después de eso, aplicar la crema con corticoide dos o tres días es suficiente para disminuir la inflamación», recomienda Sueiro.

«Después de eso, hay que vigilar, porque estas reacciones a veces se sobreinfectan. En esos casos hay que acudir al médico porque eso ya no se cura con corticoides ni con frío y hay que aplicar o tomar antibióticos. Si en dos o tres días una reacción alérgica no mejora mucho, hay que consultar», aconseja Sueiro.

En cuanto a los tratamientos caseros, los expertos aconsejan evitarlos. «Hay gente que dice que hay que poner pis o barro en las picaduras. Nada de eso. Porque la picadura produce una herida, entonces, si no tenemos cuidado, podemos infectarla. Siempre es mejor usar productos sanitarios que caseros. No hay que utilizar de forma casera determinados componentes. Muchos compuestos tienen urea y de ahí que se diga que el pis puede ser bueno para eso, porque tiene urea. Pero desde luego que no», explica Armenteros.

Para las picaduras o, mejor dicho, mordeduras de fanecas, lo mejor es, siempre que sea posible, prevenir. «Es buena la precaución, saber en qué playa bañarse y utilizar fanequeras, y entrar en el agua despacio, porque la entrada dando saltos, porque en ese salto puedes pillar una picadura», dice Sueiro.

Si ya nos ha mordido el pez, podemos recurrir a antihistamínicos y también al agua caliente para aliviar el dolor. «El veneno de la faneca es muy sensible al calor, entonces hay que hacer algo diferente y es meterla en agua que esté sobre los 45ºC, entre 30 y 90 minutos. Porque lo que hace es inactivar la toxina y aliviar el dolor. Es frío para la medusa, calor para la faneca, y contraindicados totalmente los métodos caseros», aclara Armenteros.

En tierra, las amenazas son otras. «Puede haber picaduras de insectos y, dependiendo de los insectos habría que hacer distintas cosas. En general, en todas las picaduras de insectos y de mosquitos, habría que poner frío. Porque lo que va a hacer es reducir el espacio en el que se extiende el veneno del insecto, al hacer una vasoconstricción. La zona vascular se hace más pequeña y eso permite que el lugar de la picadura sea más pequeño. Y a medida que se va extendiendo puede provocar más afectación», dice Armenteros.

Si te pica un insecto, aunque sientas comezón, evita rascarte el área para prevenir el desarrollo de infecciones. Esto es, también, válido en el caso de las picaduras de pulgas de arena, que suelen ocurrir a quienes caminan por la orilla del mar.

Agua en los oídos

Muchas veces, cuando nos bañamos o nadamos en el mar, el agua puede ingresar en los oídos y taponarlos. «Más que que entre agua, el problema es que tenemos cera en el oído y a veces el agua puede hacer que la cera se desplace y nos tapone el oído, al ocluir el conducto. En ese momento hay que ir al centro de salud y destaparlo. Si el conducto tiene tapada la salida, es una sensación desagradable», aclara Sueiro.

Cuando esto ocurre, «puedes intentar quitar el tapón con cuidado en casa con los dispositivos que venden en la farmacia, solo si eres una persona sin ninguna patología ótica, tímpano perforado, cirugía otológica, ni nada. Yo no se lo recomendaría a nadie que no lo haya hecho nunca», advierte Sueiro.

'Cortes' de digestión

Aunque seguramente hayas escuchado que no hay que bañarse en el mar o en la piscina inmediatamente después de comer, para evitar el corte de digestión, en realidad, no es exactamente eso lo que ocurre cuando entramos en el agua mientras el estómago está lleno. Se trata, en realidad, de la hidroclución, un problema que puede surgir en el momento en que el cuerpo intenta adaptarse a la diferencia de temperatura entre el exterior y el agua.

«Lo que hay que hacer es meterse en el agua muy despacio, que vaya equilibrándose nuestra temperatura exterior a la temperatura del agua. No es conveniente hacer esas inmersiones de golpe de pasar de muchísimos grados al sol, al agua que quizás está a 15º menos o 20º menos que el exterior. Esto puede dar lugar a una sensación de mareo porque se produce una inadecuada adaptación del sistema que hace que nuestro cuerpo dilate con el calor o contraiga con el frío. Y esa posibilidad de que contraiga con el frío repentinamente hace que no llegue sangre suficiente al cerebro, produciendo un pequeño síncope en el agua, con el riesgo que tiene eso de posibilidad de ahogamiento», advierte en este sentido Armenteros.

«Lo recomendable es hacer una adaptación, ir mojándonos los brazos, las axilas, la nuca, que nuestra temperatura baje con una inmersión más pequeña», insiste.

Hemorragia nasal

Conocido clínicamente como epistaxis, el sangrado de la nariz es muy frecuente en la playa. «La exposición al sol hace que se dilaten las arterias orofaríngeas y entonces, con cualquier pequeño toque en la nariz o las mucosas, o a veces de forma espontánea, se produce el sangrado», explica Armenteros.

¿Qué hacer si me sangra la nariz en la playa? «Lo recomendable es nunca colocar la cabeza hacia atrás, porque la sangre puede ir hacia el estómago o a las vías respiratorias incluso. Lo que debemos hacer es colocar hielo en el dorso de la nariz, comprimir la aleta nasal si es necesario y, en algún caso, si tenemos una gasa o algodón, introducirla para que haga un taponamiento, si es posible con un poquito de vaselina, y siempre debemos pecar de que el algodón sea grande. Porque si es pequeño, no hará el efecto de obstruir la posible hemorragia que se está produciendo o que incluso pase a las vías posteriores. Tiene que ser suficientemente grande», aconseja.

Hipotensión y alcohol en la playa

El calor y el sol bajan la tensión arterial. Si a eso le sumamos una comida abundante y si, encima, hemos bebido un par de copas con la comida, o, peor aún, bebemos cócteles con alcohol en la playa, podemos sufrir una bajada de tensión.

«Todo depende de las cantidades y las circunstancias, pero el alcohol es hipotensor, o sea, que baja la tensión. Entonces, si tú ya has tomado una comida un poco copiosa, has tomado alcohol, hace mucho sol y es la hora central del día, estás con una tensión muy baja y puede ser muy perjudicial. Debemos advertir del riesgo que supone consumir demasiado alcohol y una comida copiosa en un día de tanto calor. Si en ese momento alguien se mete en el agua, puede tener un problema de corte de digestión. El contraste entre el agua fría y la temperatura alta puede producir un cuadro de desvanecimiento, de síncope. Entonces, en esa situación, no debemos bañarnos. Hay que evitar el sol y refrescarnos con una ducha, estar a la sombra en una zona donde no haga demasiado calor», indica Sueiro.

Si nos baja la tensión, ¿qué podemos hacer? «Tumbar a la persona en el suelo, levantarle las piernas, apartarla del sol y del calor. Llevarla a una zona fresca, un local o una zona con sombra, levantarle las piernas y refrescarle un poco. Esta es la medida típica para la hipotensión, para aumentar el volumen circulante de sangre. Y, si es posible, que intente ingerir algo de líquido. Agua, o alguna bebida isotónica para subir un poquito la tensión», recomienda Sueiro.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.