Cortes de digestión, ¿verdad o mito?

Roi Ribera Sánchez
Roi Ribera Sánchez LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

No existe ningún término en el argot médico llamado «corte de digestión»
La Voz de la Salud

Si no hay factores de riesgo ni hemos hecho una comida especialmente cuantiosa, no existe motivo que apoye que esperar dos horas para meterse en el agua sea una medida eficaz

16 jul 2022 . Actualizado a las 10:37 h.

Durante la infancia suceden pequeñas situaciones que acaban por incrustarse en el subconsciente, resultando casi nostálgico recordarlas, ya que transportan a un tiempo y un lugar; nos reconcilian con toda una generación que ha vivido casi exactamente las mismas experiencias que tú. Como las tardes de verano en la playa después de una comida familiar bajo un sol ardiente y un apetecible mar al fondo, invitando seductoramente a zambullirse en él. Quién no se ha visto acercándose decidido a la orilla a saciar esa necesidad para acabar siendo detenido inesperadamente por una fuerza superior —la de nuestra madre, cuál si no— agarrándonte del brazo para alejarte metro a metro de la meta deseada. «No te puedes bañar en el mar después de comer, te dará un corte de digestión», recriminando sin compasión.

—¿Cuánto tengo que esperar mamá?

—Dos horas.

Lo decía con una seguridad que pasaría el filtro de las mejores revistas científicas, relegándonos sin más opción a continuar con la apasionante tarea de construir castillos en la arena.

El mito del corte de digestión sigue formando parte de la cultura popular, transmitiéndose de generación en generación como un dogma, respaldado bajo la firma y casi irrefutable verdad de que una madre «siempre tiene la razón», pero ¿qué base científica hay detrás de ello?, ¿de verdad meternos en el agua después de comer puede generarnos un cortocircuito digestivo que nos deje noqueados en cuestión de segundos, e incluso, en algunos casos llevarnos a la muerte?

¿Existe el corte de digestión?

Comenzaremos por lo más básico, la terminología. No existe ninguna expresión en el argot médico oficial conocido como corte digestión. Si bien hay factores que pueden ralentizar o acelerar el proceso digestivo, el concepto de «corte» para tratar de referirse al stop brusco del mismo no es una expresión validada científicamente. Existe sin embargo un término —usado especialmente en el ámbito de la medicina forense— para explicar algunas muertes por ahogamiento sin una causa definida: la hidrocución, por el que un cambio de temperatura corporal brusco tras introducirnos en el agua puede conducir a una cascada de reacciones fisiológicas que impliquen la pérdida de conocimiento y, en casos severos, el fallecimiento. Por tanto, aquí aclararíamos uno de los primeros puntos. Esta situación no se produciría por haber ingerido previamente alimentos, sino que es secundario al cambio repentino de temperatura corporal que se produce en estos casos.

¿Que ocurre durante la hidrocución y por qué se ha relacionado con síntomas digestivos?

Cuando se desencadena la hidrocución, se produce una vasoconstricción severa por la que nuestro cerebro deja de recibir el aporte sanguíneo necesario. Los primeros síntomas suelen ser mareos, visión borrosa o, directamente, el desvanecimiento. Para tratar de evitarlo, nuestro organismo prioriza revertir esta situación dejando de lado el resto de actividades secundarias que estaba realizando en ese momento para centrarse en asegurar una adecuada perfusión de sangre al cerebro. Así, si habíamos comido previamente, y por tanto estábamos en plena digestión, esto pasará a un segundo plano, de ahí que puedan aparecer síntomas digestivos como náuseas, vómitos e incluso diarreas horas después del evento, al verse afectado por un tiempo el proceso fisiológico digestivo normal.

Probablemente por este motivo se han asociado popularmente estas situaciones a la previa ingesta de comida. Pero la realidad es que el motivo principal es el cambio brusco de temperatura; no hay evidencia científica que demuestre que el hecho de ingerir alimentos antes de bañarnos sea un elemento decisivo para que se genere esta situación. Podría ser uno de los múltiples factores contribuyentes en menor medida —especialmente tras una comida muy copiosa— al igual que pueden serlo otros como el ejercicio físico, la ingesta de alcohol o fármacos, la tendencia a tener la tensión baja, la deshidratación, la edad avanzada o una exposición prolongada al sol. Por poner algunos ejemplos.

¿Cómo podemos evitar la hidrocución?

A pesar de la dificultad a la hora de estimarlo, voces expertas en la materia afirman que hasta entre un 20 y un 40 % de las muertes por ahogamiento podrían haberse desencadenado por este motivo. Aunque, en la mayoría de los casos, el paciente identifica rápidamente los síntomas, permitiéndole regresar a tierra dando a su organismo la oportunidad de volver a la normalidad y reponerse de esa reacción exagerada. El hecho de ocurrir en un ambiente de riesgo como el mar dotan a esta entidad un peligro adicional.

Por tanto, la prevención para que esto suceda, será evitar los factores de riesgo comentados, así como realizar un período de adaptación progresivo al introducirse en el mar, especialmente en aguas muy frías. Dicho de otra forma, lo que muchos llevamos realizando habitualmente por cobardía (ir introduciendo poco a poco los pies, parar, mojarse la nuca, el abdomen y los brazos y básicamente buscar cualquier excusa antes de zambullirse de golpe en el mar), es una estrategia muy adecuada para evitar cambios bruscos corporales de temperatura, facilitar la adaptación de nuestro organismo y así prevenir esta reacción.

En caso de que identifiquemos a alguna persona con síntomas de hidrocución, la actitud adecuada será retirarla lo antes posible del mar y proporcionarle calor. Ante una pérdida de conocimiento debemos tratar de detectar inmediatamente una posible parada cardiorrespiratoria y, en ese caso, comenzar sin demora las maniobras de reanimación.

Con respecto a las manidas dos horas de espera para meterse en el agua tras una comida, en el caso de que no haya los factores de riesgo comentados ni hayamos hecho una comida especialmente cuantiosa, no existe motivo que apoye esta acción como una medida eficaz para prevenir la hidrocución. Por tanto debemos ser mucho más puntillosos con realizar una entrada progresiva en el agua, que en cumplir ese afamado tiempo de teórica protección. En caso de que sí nos hayamos regalado un empacho importante bajo el sol, sí puede ser razonable cobijarse bajo la sombra y esperar antes de meterse en el agua.

 Respecto a las dos horas de espera para meterse en el agua tras una comida, en el caso que no haya factores de riesgo ni hayamos hecho una comida especialmente cuantiosa, no existe motivo que apoye esta acción como una medida eficaz

En definitiva, si bien el mito del mal llamado «corte de digestión» no se basa principalmente en la ingesta previa de comida, sino en el cambio violento de temperatura que se produce al introducirse bruscamente en agua fría, no podemos desmentir de forma categórica la creencia popular de que aguardar un tiempo determinado antes de tomarse un baño no sea beneficioso. Sin embargo, será mucho más importante realizar siempre una entrada progresiva en el agua, incluso aunque llevemos horas sin comer, que cualquier otra medida.

Roi Ribera Sánchez
Roi Ribera Sánchez
Roi Ribera Sánchez

Nacido en 1988, Roi Ribera es licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela. Especializado primero en Nefrologia en A Coruña y actualmente en Aparato Digestivo en el Hospital Son Llátzer de Mallorca. Interesado en acercar la medicina de una forma amena.

Nacido en 1988, Roi Ribera es licenciado en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela. Especializado primero en Nefrologia en A Coruña y actualmente en Aparato Digestivo en el Hospital Son Llátzer de Mallorca. Interesado en acercar la medicina de una forma amena.