¿Educamos o sobreprotegemos?

Ana T. Jack

LA VOZ DE LA ESCUELA

pie: Sobreproteger a los hijos resguardándolos en una burbuja no es educar
pie: Sobreproteger a los hijos resguardándolos en una burbuja no es educar

Encerrar a los hijos en burbujas de cristal les impide crecer en madurez y autonomía

09 dic 2018 . Actualizado a las 13:11 h.

A los llamados padres helicóptero, que vigilan de cerca cualquier movimiento de sus hijos para allanarles el camino y evitarles el más mínimo obstáculo, les da horror pensar que a sus pequeños les pueda pasar algo malo. Por ejemplo, caerse y hacerse una herida en la rodilla, olvidarse la merienda en casa y quedarse toda la mañana sin ingerir bocado, llegar a clase sin los deberes de Matemáticas hechos o tener un conflicto con sus amigos. Por eso les ponen rodilleras para andar en bici, les llevan el bocadillo al colegio si se lo han olvidado, preguntan a otros padres por WhatsApp los deberes (no se fían de sus hijos) y cogen el teléfono para llamar a los padres del niño que discutió con el suyo y solucionar así el tema. En ocasiones, esta sobreprotección llega tan lejos que se convierten en abogados incondicionales de sus retoños, buscando siempre justificaciones para una conducta inadecuada. Por ejemplo: «Es verdad que bajó el rendimiento escolar, pero la culpa es mía, que empecé a trabajar por las tardes y no le puedo ayudar con los deberes», «Reconozco que su actitud en clase no es adecuada, pero la culpa es de los profesores que no saben motivarle» o «Cierto que no está bien que haya insultado a su compañero, pero otros también lo hacen».

El instinto de protección es algo natural y deseable, pero cuando cruzamos la línea de la sobreprotección estamos impidiendo que crezcan y, sobre todo, estamos formando personas débiles, dependientes, llenas de miedos y ansiedades. Porque al mismo tiempo que les evitamos las pequeñas frustraciones del día a día les estamos transmitiendo un mensaje subliminal muy destructivo: «Tú solo no eres capaz», «No confíes en ti mismo», «Tú no puedes», «Ya lo hacemos los demás por ti».

En la práctica, el lastre que significa ser hijo de padres sobreprotectores tiene las siguientes consecuencias:

  • Son niños inseguros y nerviosos. Sus progenitores les han transmitido todos sus miedos, por lo que han perdido la confianza en sí mismos.
  • Su autoestima es baja: son conscientes de que deberían atreverse a enfrentarse a actividades que otros niños de su edad sí realizan.
  • Son poco autónomos y muy dependientes.
  • No saben cómo resolver problemas por sí mismos: les cuesta programar los pasos para conseguir un objetivo.
  • Tienen frecuentes problemas interpersonales: están acostumbrados a que los adultos intervengan en los conflictos con sus iguales. No han podido madurar sus habilidades sociales.
  • En el ámbito escolar, es frecuente que manifiesten problemas de adaptación y que se sientan incomprendidos. Les suele costar respetar las normas y asumir sus responsabilidades.
  • Tienen poca tolerancia a la frustración. Quieren ganar siempre, y cuando eso no sucede se enfadan y explotan. Le temen al fracaso, ya que no han tenido la oportunidad de fallar y perseverar hasta lograr las metas por sí mismos.
  • Son más infelices, ya que, después de toda una vida de vivir en una burbuja de cristal, cuando tienen que enfrentarte al mundo (laboral, sentimental…) se ven con pocos recursos y habilidades para la vida.

En definitiva, los padres sobreprotectores actúan con la mejor de las intenciones para proteger a sus hijos. Pero lo que consiguen es, justamente, el efecto contrario: debilitarlos.

Qué podemos hacer para evitarlo

Si queremos que nuestros hijos se conviertan el día de mañana en adultos responsables, autónomos y seguros de sí mismos:

  • Animémoslos a enfrentarse por ellos mismos a situaciones difíciles. Les podemos ayudar (necesitan que les ayudemos), pero no resolverles la papeleta.
  • Enseñémosles a ser capaces de tomar decisiones con criterio y a asumir sus consecuencias.
  • Tratemos de aumentar su autonomía concediéndoles cierto grado de libertad y responsabilidad proporcional a su grado de madurez.
  • Exijámosles que cumplan ciertas tareas, obligaciones o responsabilidades.
  • Transmitamos a nuestros hijos una percepción tranquilizadora y positiva del mundo. Ver peligros por todas partes solo les aportará una sobredosis de ansiedad e inseguridad.
  • No les dejemos rendirse ante la primera dificultad. Cuando se escuden en un «no puedo» digámosles «yo te enseño» o «debes esforzarte un poco más». Eso les enseñará el valor de la perseverancia y la constancia.
  • Si nuestro hijo es pequeño, no intervengamos enseguida cuando sufra un acto de prepotencia por parte de otro niño de su edad. Así nunca aprenderá a defenderse solo.
  • Cuando sea adolescente, no nos pasemos con las advertencias: «No vayas con ese, que lleva pírsines», «No te dejo ir a ese campamento, es peligroso»...
  • Reconozcámosles todo lo que vayan logrando hacer solos: aumentaremos así su autoestima.
  • Establezcamos límites que deben obedecer: así los prepararemos para convivir en sociedad.
  • No tengamos miedo a que se frustren... tienen más capacidad de lucha y de superación de lo que nosotros nos imaginamos.

escuela de padres 

? TEMA DEL MES: Educar sin sobreproteger.

? ETAPA: Infancia y adolescencia.

? EL DATO: El exceso de protección de los padres a los hijos durante la infancia se relaciona con problemas psicológicos en la edad adulta (depresión, ansiedad...).

? COMPORTAMIENTOS QUE SE DEBEN EVITAR: Convertirnos en secretarios al servicio de nuestros hijos (llevándoles la mochila, organizándoles la agenda, haciéndoles los deberes, aguantándoles el bocadillo en la mano mientras juegan…).

? ALGUNAS CLAVES: Los momentos de sufrimiento o de frustración son también aspectos fundamentales en el desarrollo de los niños. Evitárselos a toda costa les impide madurar.

? PARA SABER MÁS: «Las consecuencias de sobreproteger a los hijos». «Revista Faros». Sant Joan de Déu.

https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/consecuencias-sobreproteger-hijos