El feminismo tunecino evita lamentar el cese de la primera ministra Najla Bouden

Ricard g. Samaranch TÚNEZ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El presidente de Túnez, Kais Saied, se reúne con la ya exjefa de Gobierno, Najla Bouden, y con el primer ministro tunecino, Ahmed Hachani.
El presidente de Túnez, Kais Saied, se reúne con la ya exjefa de Gobierno, Najla Bouden, y con el primer ministro tunecino, Ahmed Hachani. DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

La también geóloga y catedrática de la universidad El Manar, de 65 años, será sustituida por Ahmed Hachani, un funcionario del Banco Central sin apenas renombre. «Se ha ido tal como llegó, sin dejar ningún legado positivo», aseguró la abogada e histórica feminista, Sana Ben Achour

03 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque el nombramiento de Najla Bouden como jefa de Gobierno de Túnez fue celebrado en la prensa internacional por tratarse de la primera mujer en ocupar este cargo en todo el mundo árabe, su cese la medianoche del martes por parte del presidente Kais Said no ha suscitado ningún lamento entre las feministas tunecinas. «Se ha ido tal como llegó, sin dejar ningún legado positivo», opina la abogada Sana Ben Achour, una histórica activista feminista tunecina.

En el verano del 2021, la elección de Bouden, geóloga y catedrática de la universidad tunecina El Manar de 65 años, fue toda una sorpresa, ya que no había desempeñado papel alguno en la escena política del país. «Su nombramiento fue un golpe de efecto, una estrategia de comunicación. No había detrás ninguna voluntad de hacer avanzar los derechos de las mujeres, sino todo lo contrario», espeta Ben Achour, que ha sido presidenta de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, la principal organización feminista del país.

Unas semanas antes de la investidura de Bouden, el presidente Kais Said, que había sido elegido en las urnas con una amplia mayoría en el 2019, dio una especie de autogolpe y se arrogó plenos poderes. El nombramiento de Bouden fue una señal a los países occidentales que habían acogido con escepticismo la decisión de Said de disolver el Parlamento y suspender la Constitución. Desde el fin del período colonial, Túnez ha sido el país árabe en el que la mujer ha gozado de más derechos, y el dictador Ben Alí, depuesto en el 2011, también lo utilizó para lavar su imagen en Occidente.

«Desde el golpe, ha habido un retroceso claro de los derechos de la mujer. Por ejemplo, se ha eliminado la obligatoriedad de la paridad de género en las listas electorales, y se ha frenado la aplicación de las leyes aprobadas después de la revolución en favor de la igualdad, como la ley contra la violencia hacia las mujeres. No se ha desplegado su contenido», critica Ben Achour, que desempeñó un papel central en la redacción de una ley considerada la más avanzada del mundo musulmán contra la violencia machista, y que se inspiró en la ley española del 2004.

Ben Achour atribuye la culpa de estos retrocesos al presidente, a quien define como «un misógino que detesta a la mujeres», y no a la jefa de Gobierno cesada. «Ella nunca tuvo ningún poder real. Como podíamos ver, se limitaba a asentir a todas las instrucciones que le daba el presidente», comenta esta veterana activista respecto a los vídeos difundidos por la secretaría de comunicación y en los que, sentados en el despacho presidencial, Said aleccionaba a una silenciosa Bouden sobre los problemas del país. Este tipo de grabaciones son el principal medio a través del cual Said se comunica con la población, ya que se niega a conceder entrevistas a los medios y todavía no ha efectuado una sola rueda de prensa.

A Bouden la reemplazará Ahmed Hachani, un desconocido funcionario del Banco Central que dirigía su departamento de recursos humanos. Según la mayoría de expertos, el relevo de Bouden se debe a las discrepancias entre Said y una buena parte del Gobierno respecto a la firma de un crédito con el FMI. Mientras el Ejecutivo ya negoció sus términos con el Fondo, Said lo bloqueó por considerarlos un diktat (tratado impuesto).