Guillermo y Enrique, de buenos hermanos a «cuñados» mal llevados

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Guillermo, Enrique, Catalina y Meghan se pararon el sábado a leer los mensajes en los ramos y coronas de flores depositados ante el castillo de Windsor.
Guillermo, Enrique, Catalina y Meghan se pararon el sábado a leer los mensajes en los ramos y coronas de flores depositados ante el castillo de Windsor. Chris Jackson | DPA vía Europa Press

El fallecimiento de la reina ha dado una tregua a la tensa relación entre ambos

12 sep 2022 . Actualizado a las 12:54 h.

Treinta largos meses. Ese es el tiempo que ha pasado desde que Guillermo y Enrique no se dejaban ver en público juntos al lado de sus esposas. Ni siquiera el fallecimiento de su abuelo, el duque de Edimburgo, el 9 de abril del 2021, consiguió unirlos a los cuatro en público. Tampoco el 25 aniversario de la muerte de Diana el pasado agosto limó las asperezas de unos hermanos que siempre han estado muy vinculados, a pesar de sus diferentes caracteres y responsabilidades.

Sin embargo, la muerte de la reina Isabel ha abierto una pequeña rendija que da esperanzas a quienes desean una reconciliación entre los duques de Cambridge, ahora también príncipes de Gales, y Enrique y su mujer, Meghan Markle. La imagen ha conmovido a la opinión pública, que el sábado pudo ver cómo los cuatro, vestidos de riguroso luto, recorrían los alrededores del castillo de Windsor para leer los mensajes de cariño de los británicos entre multitud de ramos de flores. Además, las dos parejas se acercaron a la gente para saludarla afectuosamente, en una proximidad que algunos apuntan como un nuevo estilo en el reinado de Carlos III. ¿Pero cómo se gestó este cambio? Según The Times, después de unas horas de negociaciones previas, fue Guillermo el que invitó a los duques de Sussex a pasear junto a él y su mujer porque pensó que era una importante muestra de unidad en un momento muy difícil para la familia.

Pero que nadie piense que está todo hecho. La tensión entre los hermanos es muy elevada y se arrastra por la nula relación entre las cuñadas, que se rompió tras la boda de Meghan y Enrique en el 2018. Según le contó la pareja a Oprah Winfrey en una entrevista, Catalina hizo llorar a Meghan. «Ella estaba molesta por algo, se disculpó y me trajo flores y una nota», reveló la duquesa de Sussex. Sin embargo, la información que circuló durante meses en los medios británicos fue la contraria y señalaba a Meghan como la causante del disgusto de su cuñada. 

El «Megxit» tras la boda

Ese fue el primer gran roce. La gota que colmó el vaso y produjo el Megxit llegó solo un año después, cuando desde el palacio de Kensington, residencia de los Sussex, alertaron a Guillermo del abuso y el acoso laboral de Meghan a diversos miembros del servicio. En ese momento, el duque de Cambridge llamó a capítulo a su hermano, y este, en una discusión acalorada por teléfono, le colgó. Ese fue el detonante de una ruptura oficial que se formalizó en otoño del 2019 cuando Meghan y Enrique decidieron dejar de formar parte de la familia real y poner rumbo a Estados Unidos.

Un jarro de agua fría que no le cayó bien a nadie, pero especialmente a la reina, que siempre había sentido predilección por Enrique, con el que compartía un gran sentido del humor, y al que tapó en sus constantes salidas de tono cuando era joven. Porque Guillermo y Enrique, a pesar de que siempre gozaron de una magnífica relación que se estrechó tras la muerte de su madre cuando ambos contaban 15 y 12 años, son muy distintos.

En palabras del escritor Robert Lacey, autor del libro Battle of Brothers, «a Guillermo le impulsa su destino, esa fuerza del deber, que le dio ánimo para aguantar todos los problemas del matrimonio de sus padres». Enrique, en cambio, representa el papel del hijo pequeño, independiente, vividor y comprometido con muchas causas sociales.

La llegada de Meghan a la vida de Enrique, según Lacey, lo llenó de felicidad y le permitió dejar de estar a la sombra de su hermano. Pero también los dividió porque la duquesa de Sussex no se adaptó a la vida de palacio y a las constantes filtraciones desde Kensington. «No quería que la historia se repitiera —le dijo Enrique a Oprah Winfrey—», en referencia al triste final de su madre.

El tiempo ha pasado y ahora, con 40 y 37 años respectivamente, Guillermo y Enrique hacen vidas separadas a miles de kilómetros de distancia y ambos se muestran estables con sus familias, sin grandes escándalos. «Somos hermanos y siempre lo seremos, estamos en caminos diferentes, pero yo siempre estaré con él», se sinceró Enrique en una entrevista a ITV News en el 2019. Unas afirmaciones que, tras el gesto del príncipe de Gales el sábado invitándolo a la comitiva, cobran otro cariz. Es un buen comienzo para la firma de la paz, aunque a finales de año, todo puede saltar por los aires cuando Enrique publique sus memorias. Ese es el gran problema para Robert Lacey: «Cuando abdicó Eduardo VII y se alejó de la familia, se calló. Los Sussex jamás se callarán».

El príncipe de Gales hereda un patrimonio de más de mil millones

 L. GÓMEZ

Además de duque de Cambridge, título que ostentaba, el primogénito del rey Carlos III se ha convertido, tras la muerte de su abuela, la reina Isabel, en príncipe de Gales y duque de Cornualles. A los 40 años, hereda un patrimonio valorado en más de mil millones de euros, con 52 hectáreas y activos comerciales, que lo sitúan como uno de los grandes terratenientes del Reino Unido.

El ducado de Cornualles fue fundado en 1337 por el rey Eduardo III para garantizar la independencia económica a su primogénito, el llamado príncipe negro. Un edicto real aseguró el traspaso de la propiedad al hijo mayor y sucesor de los reyes futuros. Carlos lo heredó cuando tenía 3 años y se hizo cargo de la gestión y de los beneficios al cumplir los 21, y ha sido el más longevo duque de Cornualles en estos siete siglos.

Carlos traspasa ahora a su primogénito un imperio de terrenos rurales y urbanos, viviendas y comercios, negocios inmobiliarios y turísticos, con un valor neto de unos 1.150 millones de euros y un superávit de 26 millones, registrados en las cuentas de resultados del 2022. Son ingresos que por primera vez permitirán al duque de Cambridge sostener a su familia —su mujer Catalina y los tres niños, Jorge, Carlota y Luis— sin depender de la subvención regular que recibe hasta la fecha del anterior príncipe de Gales.

Los tentáculos del ducado se extienden por veinte condados, localizados en su mayoría en el suroeste de Inglaterra. Cubren bosques, granjas, ríos, canteras, línea de costa y gran parte de las islas Scilly, frente a Cornualles.