El horror de Bucha no tiene fondo

Zigor Aldama BUCHA / COLPISA

INTERNACIONAL

Técnicos forenses recuperan cuerpos enterrados en una fosa común en Bucha
Técnicos forenses recuperan cuerpos enterrados en una fosa común en Bucha VOLODYMYR PETROV | REUTERS

Las autoridades hallan nuevas fosas comunes y comienzan a desenterrar los cadáveres para probar los crímenes de guerra

14 abr 2022 . Actualizado a las 12:15 h.

El frío de Ucrania hace que los cuerpos se descompongan más despacio y atenúa el hedor de ese proceso. Pero ni las temperaturas bajo cero que se registran por la noche logran camuflar el horror de Bucha, un pueblo que, como sucedió con Srebrenica o My Lai, pasará tristemente a la historia como sinónimo de masacre. Se ratificó este miércoles con la exhumación de varias docenas de cuerpos -67 según fuentes militares- en la enésima fosa común encontrada en esta localidad cercana a la capital, Kiev. En la parte trasera de una iglesia, las autoridades abrieron con cuidado el enterramiento, de unos doce metros de largo por tres de ancho, y con la ayuda de una grúa extrajeron todos los cuerpos «con el objetivo de analizar su muerte para probar los crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas a finales de marzo» y para que sus familiares puedan darles un entierro digno. «Ante la imposibilidad de hacerlo de forma apropiada, y antes de que los cuerpos se convirtieran en un problema de salud, los vecinos decidieron enterrarlos ahí», reconoce un consultor militar que pide a este medio mantenerse en el anonimato.

Policías forenses numeraron los cuerpos e hicieron un reconocimiento visual rápido, señalando la posible causa de la muerte. «Algunos tienen claros signos de tortura y de ejecución», comentó una agente que tomaba notas en una libreta mientras giraban uno de los cadáveres, cetrino salvo en zonas que aparecían amoratadas y ensangrentadas. Al otro lado del cordón policial, los vecinos esperaban. «Por lo menos sabemos quiénes están ahí», comentaba una mujer que ha perdido a su marido. «Peor están los miles de personas que no saben si sus familiares están vivos o muertos», trataba de consolarse.

Los fallecidos encontrados ayer se suman a los 280 muertos que el alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, ya había contabilizado a primeros de mes, poco después de la liberación de este pueblo de apenas 30.000 habitantes que fue de los primeros en caer presa del Ejército ruso. Según las autoridades ucranianas, en total allí han perdido la vida 403 personas, de las que 163 han sido ya identificadas. Dieciséis aún siguen desaparecidas.

En la vecina Dmitrivka, Nina Kuhelna afirma que todavía tiene pesadillas que reviven el terror con el que vivió la ocupación. Y es fácil entender por qué: desde la ventana de su habitación se ve lo que queda de un tanque ruso marcado con una V blanca. «Estuvo apostado ahí durante varios días, y nos ametrallaba a menudo», asegura. Los agujeros de bala en las paredes, algunos del tamaño de un puño, confirman que no miente. Sus hijos no tuvieron tanta suerte: un misil voló su casa en pedazos. «Doy gracias a dios de que no estuviesen dentro y sigan vivos», cuenta entre lágrimas. Sin agua ni energía, aún hoy los vecinos de Dmitrivka y de Bucha carecen de suministros básicos. No hay luz, ni agua. Y tampoco calefacción, un elemento indispensable a pesar de que las temperaturas comienzan a alejarse del cero hacia niveles más cálidos. Así que, mientras unos exhuman cadáveres y otros comienzan a reconstruir sus casas, el grueso de los ciudadanos se da cita en los pequeños parques rodeados por edificios residenciales de corte soviético para cocinar al aire libre en pequeñas estufas de gas. «Recibimos comida de los voluntarios y no nos falta lo básico para alimentarnos, pero esperamos que se puedan restablecer pronto los suministros», cuenta Dmytro mientras cocina arroz en una olla. Poco a poco, las diferentes empresas de agua, electricidad y gas se ponen en marcha para tratar de recuperar la normalidad, pero los vecinos entienden que no se estén dando excesiva prisa. «Todos tememos que los rusos vuelvan y destruyan aún más lo poco que queda de Bucha», sentencia Dmytro con un gesto de resignación.

Desafortunadamente, lo sucedido en estas ciudades dormitorio de Kiev puede quedar en poca cosa si se confirman las informaciones que llegan de Mariúpol, una ciudad asediada en la que el Ejército ucraniano lucha ya con escasez de munición y en la que podrían haber perecido más de 10.000 civiles.